martes, 4 de marzo de 2025

MENSAJE DEL SANTO PADRE PARA LA CUARESMA 2025

El Santo Padre reflexiona en su mensaje para la Cuaresma del Año jubilar sobre el “caminar juntos”, planteando tres llamados a la conversión: como peregrinos, 
en la sinodalidad, y la esperanza


    “Con el signo penitencial de las cenizas en la cabeza, iniciamos la peregrinación anual de la santa Cuaresma, en la fe y en la esperanza”, expresa el Papa Francisco en su mensaje para el tiempo litúrgico de la Cuaresma 2025 que publica este 25 de febrero la Oficina de Prensa de la Santa Sede: “Caminemos juntos en la esperanza”.

    Para la Cuaresma, que este año comprende del 5 de marzo al 17 abril, “enriquecida por la gracia del Año jubilar”, el Papa Francisco reflexiona sobre el significado de “caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige a todos, de manera personal y comunitaria”.


Inmigrantes y peregrinos

    Sobre la acción de “caminar”, señala Francisco que “el lema del Jubileo, ‘Peregrinos de esperanza’, evoca el largo viaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida, narrado en el libro del Éxodo; el difícil camino desde la esclavitud a la libertad, querido y guiado por el Señor, que ama a su pueblo y siempre le permanece fiel”.

    De lo que surge una “llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida”. Y plantea las preguntas: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad?

    “Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino”


La conversión a la sinodalidad

    Y en segundo lugar reflexiona sobre “la vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales”, afirmando que “el Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos”.

    Y plantea una segunda llamada, “la conversión a la sinodalidad” haciendo examen de conciencia sobre la capacidad “de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades”.


La conversión en la esperanza

    Por último, insiste en su invitación a vivir “este camino juntos en la esperanza de una promesa. La esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5), mensaje central del Jubileo, sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual”, dice.

    Y con ello una “tercera llamada a la conversión: la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna. Debemos preguntarnos: ¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo?”

    Finaliza el Papa Francisco recordando que “gracias al amor de Dios en Jesucristo estamos protegidos por la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme. En ella la Iglesia suplica para que «todos se salven» (1 Tm 2,4)”

    Papa Francisco Roma, San Juan de Letrán, 6 de febrero de 2025

CATEQUESIS SOBRE EL TIEMPO DE CUARESMA



   
La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.

    La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.

    Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:

*“Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”

*“Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"

* “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.


Origen de la Costumbre

    Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.

    En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.

    En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.

    Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos del año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

    También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

    La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos.

    Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.

El Ayuno y la Abstinencia

    El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

La Oración

    La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior.

    Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.

    Para que nuestra Oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:


La hipocresía:
 Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.

La disipación:
 Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.

La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.

El Sacrificio

    Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar.

    “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará." (Mt 6,6).

Conclusión

    Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.

    Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.

    En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.

    Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.

El arrepentimiento: Debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Credo: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.

La confesión de nuestros pecados: El arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.

La penitencia: Que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.

    Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús. Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás.

    Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.

    Fuente: Misioneros Oblatos o.cc.ss

MES DE SAN JOSÉ

 QUINTO DÍA: VIAJE A BELÉN

Viaje a Belén

    El Edicto de césar Augusto había resonado por toda la tierra, y José fue obligado a ir a Belén, ciudad de David, para inscribirse en las tablas del censo. María lo acompañó: los designios de Dios se realizan porque estaba escrito que era de Belén de donde debía salir el jefe conductor de los hijos de Israel. Los dos esposos pobres, humildes, ignorados, atraviesan los montes y planicies, sufriendo con paciencia y fatiga el frío de la estación y las privaciones que acompañan la pobreza.¡Podemos figurar qué tierna dedicación dedicaba José a María! ¡Cuánto sufría con sus sufrimientos, cómo buscaba evitarle los desagrados y las molestias de ese viaje, y con qué afectuosa gratitud la santísima Virgen aceptaba sus cuidados! Todo en ellos es tan bueno y tan puro! ¿Si en nuestras relaciones de familia pudiésemos aportar ese mismo espíritu de abnegación y de deferencia, qué paz, qué bendición caería sobre nosotros? ¡Los hijos podrían mucho, para la felicidad y la tranquilidad de la familia, si pusieran en la religión sus sentimientos de respeto, de obediencia, de atenciones recíprocas, cuyo modelo admirable fue la sagrada familia!

    Apenas llegados a Belén, buscaron largamente, para la noche, un alojamiento de puerta en puerta. Fueron rechazados. No había lugar para ellos, dice el santo Evangelio. Esto ocurre todavía todos los días; se tiene lugar, tiempo, dinero y cuidados para todo el mundo excepto para Jesús. Triste, pero paciente, san José condujo a la santísima Virgen a una gruta donde los pastores guardaban sus rebaños; ahí es donde debía nacer el Mesías.


Oración

    Agradezco al Espíritu divino que se dignó elegir a la santísima Virgen María por su Esposa privilegiada y al Patriarca san José para guardián de Jesús y de María. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre y en los siglos de los siglos.

    San José, que serviste de consuelo a María, ruega por nosotros.

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 05 de Marzo - San Mateo 6,1-6.16-18.

 

   Libro de Joel 2,12-18.

    Ahora dice el Señor: Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos.
    Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en fidelidad, y se arrepiente de tus amenazas.
    ¡Quién sabe si él no se volverá atrás y se arrepentirá, y dejará detrás de sí una bendición: la ofrenda y la libación para el Señor, su Dios!
    ¡Toquen la trompeta en Sión, prescriban un ayuno, convoquen a una reunión solemne, reúnan al pueblo, convoquen a la asamblea, congreguen a los ancianos, reúnan a los pequeños y a los niños de pecho! ¡Que el recién casado salga de su alcoba y la recién casada de su lecho nupcial!
    Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, los ministros del Señor, y digan: "¡Perdona, Señor, a tu pueblo, no entregues tu herencia al oprobio, y que las naciones no se burlen de ella! ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?".
    El Señor se llenó de celos por su tierra y se compadeció de su pueblo.


Salmo 51(50),3-4.5-6a.12-13.14.17.

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!

Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti sólo pequé
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,

y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,

que tu espíritu generoso me sostenga:
Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.


    Carta II de San Pablo a los Corintios 5,20-21.6,1-2.

    Hermanos: Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios.
    A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él.
    Y porque somos sus colaboradores, los exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios.
    Porque él nos dice en la Escritura: En el momento favorable te escuché, y en el día de la salvación te socorrí. Este es el tiempo favorable, este es el día de la salvación.


    Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18.

    Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo.
    Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
    Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
    Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
    Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
    Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.
    Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 05 de Marzo - "Ejercicios de la Cuaresma: la limosna, la oración, el ayuno"


San Pedro Crisólogo (c. 406-450) obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia Sermón 8; CCL 24, 59; PL 52, 208 


"Ejercicios de la Cuaresma: la limosna, la oración, el ayuno"
     
    Hermanos míos, hoy empezamos el gran viaje de la Cuaresma. Por lo tanto llevemos en nuestro barco todas nuestras provisiones de comida y bebida, colocando sobre el casco misericordia  abundante que necesitaremos. Porque nuestro ayuno tiene hambre, nuestro ayuno tiene sed, sino se nutre de bondad, sino se sacia de misericordia. Nuestro ayuno tiene frío, nuestro ayuno falla, si la cabellera de la limosna no lo cubre, si el vestido de la compasión no lo envuelve.

     Hermanos, lo que es la primavera para la tierra, la misericordia es para el ayuno: el viento suave de la primavera hace florecer todos los brotes de las llanuras; la misericordia del ayuno siembra nuestras semillas hasta la floración, estas dan fruto hasta la recolecta celestial. Lo que es el aceite para la lámpara, la bondad es para el ayuno.

   Como la materia grasa del aceite mantiene encendida la luz de la lámpara y, también con un pequeño alimento, la hace brillar para consuelo de todos en la noche, así también la bondad hace resplandecer el ayuno: desprende rayos hasta que alcanza el pleno esplendor de la continencia. Lo que es el sol para el día, la limosna es para el ayuno: el esplendor del sol aumenta la plenitud del día, disipa la oscuridad de la noche; la limosna acompaña el ayuno santificando la santidad y, gracias a la luz de la bondad, purifica de nuestros deseos todo lo que podría ser mortífero. En una palabra, lo que es el cuerpo para el alma, la generosidad es para el ayuno: cuando el alma se retira del cuerpo, le ocasiona la muerte; si la generosidad se aleja del ayuno, es su muerte.

SANTORAL - SANTOS ADRIAN Y NATALIA

 05 de Marzo


    San Adrián. Este último era un centurión romano, de la milicia imperial, en la época del emperador Maximiano, a finales del siglo III. En una ocasión, mientras custodiaba a 33 cautivos cristianos condenados al martirio, estos lo convirtieron a su fe cuando él les preguntó qué recompensa esperaban obtener por el castigo que estaban a punto de sufrir. "La gloria de Dios", fue la convincente respuesta.

    Adrián los dejó libres y, desde luego, fue apresado por orden del propio emperador. Lo torturaron para que confesara dónde estaban los prisioneros, pero Adrián resistió. Ante su negativa, hicieron traer a su esposa, Natalia, para que presenciara el suplicio. Ella, que era cristiana en secreto desde hacía algún tiempo, en lugar de presionarlo para que confesara, le dio ánimos para resistir, para que no pensara el mundo terrenal, sino en la gloria divina.

    Los torturadores, entonces, cortaron las manos del centurión, que murió desangrado. Su esposa escondió una de sus manos entre la ropa y huyó, al poco tiempo, junto a otros cristianos en un barco, llevando sólo la mano de su esposo. Pero en mitad de la travesía, una terrible tormenta dejó la nave a la deriva.

    Entonces la mano de Adrián tomó el timón y llevó a los fugitivos a un sitio seguro. Luego, Natalia llevó la mano al lugar donde estaba enterrado el mártir, la puso junto al cuerpo y murió abrazada al esposo.

Oremos


    Dios todopoderoso y eterno, que diste a los santos mártires Adriano y Natalia la valentía de aceptar la muerte por el nombre de Cristo: concede también tu fuerza a nuestra debilidad para que, a ejemplo de aquellos que no dudaron en morir por tí, nosotros sepamos también ser fuertes, confesando tu nombre con nuestras vidas. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

-FRASE DEL DÍA-