miércoles, 3 de enero de 2024

GAUDETE ET EXSULTATE

CAPÍTULO TERCERO
A LA LUZ DEL MAESTRO
A contracorriente


    65. Aunque las palabras de Jesús puedan parecernos poéticas, sin embargo van muy a contracorriente con respecto a lo que es costumbre, a lo que se hace en la sociedad; y, si bien este mensaje de Jesús nos atrae, en realidad el mundo nos lleva hacia otro estilo de vida. Las bienaventuranzas de ninguna manera son algo liviano o superficial; al contrario, ya que solo podemos vivirlas si el Espíritu Santo nos invade con toda su potencia y nos libera de la debilidad del egoísmo, de la comodidad, del orgullo.


-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 04 de Enero - San Juan 1,35-42


   Epístola I de San Juan 3,7-10.

    Hijos míos, que nadie los engañe: el que practica la justicia es justo, como él mismo es justo.
    Pero el que peca procede del demonio, porque el demonio es pecador desde el principio. Y el Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del demonio.
    El que ha nacido de Dios no peca, porque el germen de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque ha nacido de Dios.
    Los hijos de Dios y los hijos del demonio se manifiestan en esto: el que no practica la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.


Salmo 98(97),1.7-8.9.

Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

Resuene el mar y todo lo que hay en él,
el mundo y todos sus habitantes;
aplaudan las corrientes del océano,
griten de gozo las montañas al unísono.

Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con rectitud.


    Evangelio según San Juan 1,35-42.

    Estaba Juan Bautista otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de Dios".
    Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús.
El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué quieren?". Ellos le respondieron: "Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿Dónde vives?".
    "Vengan y lo verán", les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.
    Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro.
    Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa Cristo.
    Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas", que traducido significa Pedro.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 04 de Enero - «...Rabí ¿dónde vives? El les dijo: Venid y lo veréis»


San Francisco de Sales Tratado del Amor de Dios: Sin la fe no veremos a Cristo  II, 15


«...Rabí ¿dónde vives? El les dijo: Venid y lo veréis» 

    Situados ante los rayos solares del mediodía, apenas vemos su luz sentimos inmediatamente el calor del mismo modo apenas la luz de la fe ha proyectado el resplandor de sus verdades sobre nuestro entendimiento, la voluntad percibe el calor santo del amor divino. La fe nos hace conocer con infalible certeza que Dios existe, que es infinito en bondad, que puede comunicarse a nosotros, que no tan solo lo puede sino que también lo quiere.

    Sentimos una inclinación natural al soberano bien y como consecuencia de ello, nuestro corazón experimenta como un íntimo y continuo anhelo y una continua inquietud, sin poder hallar satisfacción.

    Pero cuando la fe representa a nuestro espíritu el hermoso objeto de su inclinación natural, ¡qué gozo!, ¡qué placer!, ¡qué estremecimiento de general alegría experimenta nuestra alma! La cual como extasiada ante la contemplación de tan excelsa hermosura lanza este grito de amor: ¡qué hermoso eres, Amado mío, qué hermoso eres!

    El corazón humano tiende a Dios por natural inclinación, sin conocerle claramente, pero cuando lo encuentra ...y le ve tan bueno, tan hermoso y tan bondadoso para con todos, tan dispuesto a entregarse como soberano bien a todos cuantos le quieran, ¡Dios mío! ¡qué dicha, qué santos movimientos en el espíritu para unirse por siempre a bondad tan soberanamente amable! «He encontrado al fin, dice el alma enternecida, al que deseaba y ahora soy feliz» Así nuestro corazón, querido Teótimo, por tanto tiempo inclinado hacia el soberano bien, ignoraba adónde tendía su movimiento, pero apenas la fe se lo mostró, vio que era lo que necesitaba, lo que el espíritu buscaba, lo que su afán anhelaba.

    Nos parecemos a aquellos buenos atenienses que hacían sacrificios al verdadero Dios, desconocido para ellos hasta que el apóstol san Pablo se lo hubo de mostrar, nuestro corazón, por íntimo y secreto instinto, tiende en todas sus acciones hacia la felicidad y la busca como a tientas, sin saber con certeza dónde reside ni en qué consiste, hasta que la fe se la enseña y la describe en las mil infinitas maravillas, entonces, una vez encontrado el tesoro que buscaba, ¡qué placer para el pobre corazón humano, qué alegría, qué amorosa complacencia!

SANTORAL - SANTA ISABEL ANA SETON

04 de Enero


    En la ciudad de Emmitsburg, del estado de Maryland, en los Estados Unidos de Norteamérica, santa Isabel Ana Seton, quien, al quedar viuda, abrazó la fe católica y trabajó denodadamente para fundar la Congregación de Hermanas de la Caridad de San José, con el fin de educar a las jóvenes y atender a la infancia sin recursos.

    Isabel Ana nació en la ciudad de Nueva York el 28 de agosto de 1774, hija de Catalina Charlton y del Dr. Richard Bayley, Episcopalianos devotos. Fue bautizada y llegó a su madurez en la fe episcopaliana. Su padre, cirujano distinguido y médico, fue el primer funcionario de la salud del Puerto de Nueva York y después profesor de anatomía en la Universidad de King’s College (en la Universidad de Columbia). Isabel Ana creció en la Ciudad de Nueva York y Nueva Rochelle, Nueva York. El 25 de enero de 1794 se casó con Guillermo Magee Seton, de una familia naviera adinerada y la nueva pareja vivió en la Calle del Estado en Manhattan.

    Su matrimonio fue bendecido con tres hijas y dos hijos. Poco tiempo después de su matrimonio, Guillermo enfermó de tuberculosis. En un esfuerzo para restaurar su salud Isabel, Guillermo y su hija mayor, Annina, embarcaron hacia Italia pero él murió el 27 de diciembre de 1803 dejándola viuda con 5 niños cuando tenía sólo 29 años. La familia Fellicchi, de Livorno, Italia, íntimos colaboradores en los negocios y amigos de la familia le ofrecieron hospitalidad y consuelo. A Isabel, profundamente espiritual, le impactó su devoción y su fe católica.

    Un año después de su retorno a Nueva York se convirtió a la fe católica. Esta conversión le costó muy caro a Isabel en las relaciones con su familia y amigos. Viuda y sin dinero, con cinco niños que alimentar, los años siguientes fueron muy duros debido a la quiebra del negocio naviero antes de la muerte de Guillermo, intentando ganar su sustento sin el apoyo de su familia y amigos.

    En el verano de 1808, el P. Guillermo Luis Dubourg, sacerdote de San Sulpicio, de Maryland, cuando visitó Nueva York conoció a Isabel y la invitó a ir a Baltimore con la promesa de abrir allí una escuela. Por la generosidad de un bienhechor, la escuela se trasladó a la zona rural de Emmitsburgo, Maryland. Este nuevo trabajo y estilo de vida empezó el 31 de julio de 1809 en Stone House en el Valle de San José. Tuvo éxito y a ella se unieron otras mujeres que establecieron la primera orden religiosa de mujeres fundada en Norte América, las Hermanas de la Caridad de San José.

    El 17 de enero de 1812 las Reglas y Constituciones de las Hermanas de Caridad de San José en los Estados Unidos recibieron la aprobación oficial. (Estas Reglas se basaban en las Reglas Comunes de las Hijas de Caridad fundadas por San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac en Francia en 1633). Así nació la primera Comunidad Religiosa para mujeres americanas.

    Isabel Ana vio a Cristo en el pobre, sobre todo en las mujeres y niños necesitados, incluso antes de ser recibida en la Iglesia católica. Ella es Santa por el modo en que buscó y respondió a la voluntad de Dios en su vida.

    Su santidad se desplegó de su fe Episcopaliana. Ella era feligresa de la Iglesia de la Santísima Trinidad episcopaliana y, antes y después de su conversión al Catolicismo, le gustaba pasar tiempo ante el Santísimo Sacramento en la cercana Iglesia Católica de San Pedro. Isabel murió el 4 de enero de 1821 a la edad de 46 años en Emmitsburgo, Maryland.

    El 25 de marzo de 1850 las Hermanas de la Caridad de San José de Emmitsburgo se unieron a la Compañía francesa de las Hijas de Caridad de San Vicente de Paúl. Isabel Ana Seton fue beatificada por Juan XXIII el 17 de marzo de 1963 y canonizada por Pablo VI el 14 de septiembre de 1975.

Oremos

    Oh Dios, que bendijiste a Santa Isabel Ana Seton con los dones de tu gracia en su vida como esposa, madre, educadora y fundadora, e Hija de la Caridad, para que su entrega se convirtiera en servicio de tu pueblo, concédenos por el ejemplo e intercesión de esta santa, que nosotros también aprendamos a dar testimonio de nuestro amor por Ti, amando a nuestros hermanos. 
Por nuestro Señor Jesucristo, Tu Hijo. Amén.

-FRASE DEL DÍA-