miércoles, 26 de marzo de 2025

MES DE SAN JOSÉ

VIGÉSIMO SÉPTIMO DÍA: GLORIA DE SAN JOSÉ 


 Gloria de San José

    El esplendor de san José en el cielo responde a la vez a la eminente dignidad de sus funciones aquí abajo, y a la eminencia de sus humildes virtudes; sobre la tierra, su culto, largo tiempo velada, se desarrolla cada vez más; la divina Providencia manifestó tanto el poder y la bondad de san José, que no hay una familia católica que no lo vea como a su Padre y tutor. El vicario de Jesucristo, el augusto Pío IX, lo nombró protector de la Iglesia universal, hermoso título que correspondía por derecho a quien protegió a Jesús contra el furor de Herodes; comarcas enteras lo han elegido como patrón; los misioneros se han puesto bajo su guarda; el surco se trazan en el campo del Padre de familia; las comunidades religiosas ven en él su proveedor y su modelo; por todos se elevan capillas con su nombre; se establecen y los enfermos, las almas afligidas van a pedir a este amigo compasivo el alivio a sus sufrimientos. A medida que se aprende a conocer mejor a Jesús en su santa humanidad santa, se ama mejor a José, el testigo de su vida mortal, el tutor de su infancia y el casto y devoto guardián de su Madre. Todos podemos contribuir a la gloria de san José, haciendo conocer sus virtudes y su poder, honrándolo mediante prácticas de piedad que la Iglesia aprueba; sobre todo, podemos honrarlo, en el fondo infinito de nuestra alma mediante la imitación fiel de sus admirables virtudes; es por su parecido con un padre amado que se reconoce a los hijos verdaderos.


Oración

    O José todopoderoso delante de Dios ¡acuérdate de nosotros que gemimos todavía en este valle de lágrimas, expuestos a los embustes de nuestros crueles enemigos! Obtennos el desprecio de los falsos bienes del mundo, la victoria sobre nuestras pasiones, una devoción sin límites al servicio de Dios, una tierna confina en Jesús, tu Hijo, en María, tu santa Esposa. ¡Oh Jesús, desde lo alto de la gloria en que te encuentras, no nos abandones nunca! 

    San José, protector de todo aquellos que te son devotos, ruega por nosotros.

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 27 de Marzo - San Lucas 11, 14-23


   Libro de Jeremías 7, 23-28

    Esto dice el Señor: «Esta fue la orden que di a mi pueblo: “Escuchad mi voz, Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo.  Seguid el camino que os señalo, y todo os irá bien”.
    Pero no escucharon ni hicieron caso. Al contrario, caminaron según sus ideas, según la maldad de su obstinado corazón. Me dieron la espalda y no la cara.
    Desde que salieron vuestros padres de Egipto hasta hoy, os envié a mis siervos, los profetas, un día tras otro; pero no me escucharon ni me hicieron caso. Al contrario, endurecieron la cerviz y fueron peores que sus padres.
    Ya puedes repetirles este discurso, seguro que no te escucharán; ya puedes gritarles, seguro que no te responderán. Aun así les dirás: “Esta es la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar. Ha desaparecido la sinceridad, se la han arrancado de la boca”».


Salmo 95(94),1-2.6-7.8-9

¡Ojalá hoy escuchen la voz del Señor!

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
No endurezcáis vuestro corazón.»
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. 

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. 

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras».


    Evangelio según Lucas 11, 14-23

    En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo.
    Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: «Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».
    Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.
    Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín.
    El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».

    Palabra del Señor.

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 27 de Marzo - "El dedo de Dios"


       San Amadeo de Lausanne (1108-1159) monje cisterciense, obispo Homilía mariana; SC 72


"El dedo de Dios"
    
    “Que tu mano salvadora me ayude porque he elegido tus decretos” (cf Sal 118,173). El Hijo único del Padre es llamado mano de Dios porque por él todo fue hecho. Esta mano actuó en la encarnación, no sólo dejando a su madre sin herida alguna, sino, según el testimonio de los profetas, asumiendo nuestras enfermedades y cargando con nuestros sufrimientos (cf Is. 53,4).

    Ciertamente, esta mano, llena de remedios diversos, ha curado toda enfermedad. Ha alejado todas las causas de la muerte; ha resucitado a los muertos; ha derrocado las puertas del infierno; ha encadenado al fuerte y lo ha desarmado; ha abierto los cielos; ha derramado el Espíritu de amor en les corazones de los suyos. Esta mano libera a los presos y devuelve la luz a los ciegos; levanta a los caídos; ama a los justos y guarda a los forasteros; acoge al huérfano y a la viuda. Saca de la tentación a los que están a punto de caer; reconforta a los que sufren; devuelve la alegría a los afligidos; abriga bajo su sombra a los pobres; escribe para los que quieren meditar su ley; toca y bendice los corazones que oran; los robustece en el amor por su contacto; los hace progresar y perseverar en su empeño. En fin, los conduce a la patria; los lleva al Padre.

    Porque se hizo carne para atraer al hombre a través de su Humanidad, para reconducir en el amor a la oveja descarriada al Padre todopoderoso e invisible. Porque la oveja perdida, por haberse alejado de Dios, había caído “en la carne”, era necesario que esta mano, hecha hombre, la levante por su humanidad, para conducirla al Padre, en el Espíritu del amor.

SANTORAL - SAN JUAN DE EGIPTO

27 de Marzo


    Eremita (304-394) Nació en Licópolis, hoy Asiut, en los comienzos del siglo IV y pasó la mayor parte de su vida en la Tebaida, dedicado a la oración y a la penitencia. Parece ser que nació en el seno de una familia pobre y que tuvo en la juventud la profesión de carpintero. Muy joven marcha a buscar la soledad del desierto; se pone bajo el amparo de santo monje que le orienta en las difíciles sendas de la imitación de Jesucristo, siguiéndole en la soledad. Come hierbas y raíces; bebe agua abundante; es de poco dormir, hace mucha oración y extremada penitencia.

    Exceptuando a San Antonio, ningún ermitaño del desierto adquirió; tan amplia fama como San Juan de Egipto, que fue consultado por emperadores y cuyas alabanzas fueron cantadas por San Jerónimo, Paladio, Casiano, San Agustín y muchos otros. Nació; en la bajada Tebaida, en Licópolis, siendo educado en el oficio de carpintero.

    A la edad de 25 años decidió; abandonar el mundo y se puso bajo la guía de un anciano anacoreta, quien durante diez años, lo ejercitó en la obediencia y abnegación de sí mismo. El santo obedeció con humildad y sin replicar, por irracional que fuera la tarea que se le imponía, y continuó con este ejercicio hasta la muerte del anciano.

    Se retiró a una cumbre de una escarpada colina, donde construyó tres celdas contiguas. Ahí permaneció hasta el final de sus días. Durante cinco días de la semana, hablaba con Dios, pero los sábados y domingos, las personas podían acercarse para oír sus instrucciones y consejos espirituales.

    San Juan no fundó ninguna congregación, pero se le considera como el Padre de todos los ascetas, y cuando sus visitantes llegaron a ser tan numerosos, fue necesario construir mas celdas para recibirlos.

    También fue especialmente famoso por sus profecías, milagros, su poder de leer los pensamientos y de descubrir los pecados secretos de aquellos que lo visitaban.

    Falleció a la edad de 90 años, mientras estaba de rodillas orando con el Padre Celestial.

Oremos

    Tú, Señor, que concediste a San Juan, el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tú Hijo. Que vive y reina contigo. Amén

-FRASE DEL DÍA-