25 de marzo, Solemnidad de la Anunciación del Señor, se celebra en la Argentina y en distintos países del mundo el “Día del Niño por Nacer”
María, la mujer libre que aceptó y valoró la vida, y que con su sí cambió la historia de la humanidad poniendo la base de un nuevo humanismo. "Las culturas cambian, pero los fundamentos esenciales de las personas permanecen. La Ley de Dios y el sentido común nos han enseñado que la vida es un gran bien que debemos preservar desde el momento que comienza" (CEA, "Una cuestión de vida o muerte", 23 de agosto de 2006).
Conocemos y acompañamos a las mujeres, a los padres y a las familias que viven situaciones injustas, dolorosas y a veces dramáticas, justo cuando está por llegar una nueva vida. Pero no sucumben a las presiones e indicaciones de muerte que reciben de su alrededor, incluso de algunas instancias de la sociedad civil. La solidaridad y la esperanza de la comunidad cristiana se hacen presente por medio de personas e instituciones que, en nombre de Dios, anuncian el gozo del Evangelio. El Papa Francisco nos recuerda que: "La alegría cristiana no es una alegría que se construye al margen de la realidad, ignorándola o haciendo como si no existiese. La alegría cristiana nace de una llamada –la misma que tuvo san José– a tomar y cuidar la vida, que nos interpela a custodiar la vida y ayudarla a nacer y crecer" (Francisco: Carta a los obispos en la Fiesta de los Santos Inocentes, 2016).
En este día, queremos recordar lo que ya dijéramos hace unos años: "No hay una vida que valga más y otras menos: la del niño y el adulto, varón o mujer, trabajador o empresario, rico o pobre. Toda vida debe ser cuidada y ayudada en su desarrollo desde la concepción hasta la muerte natural, en todas sus etapas y dimensiones" (CEA, 107 Asamblea Plenaria. 8 de mayo de 2014). Debemos educar para aceptar y acoger toda vida humana sin discriminación, especialmente las más vulnerables y excluidas.
Que María, Madre de Dios y Madre nuestra, nos ilumine para festejar el don de la vida y nos ayude a desarrollar un mundo más pacífico y justo, donde los niños puedan disfrutar de una vida plena y puedan construir una Patria de hermanos, la Civilización del Amor.
Comisión Ejecutiva
Conferencia Episcopal Argentina