martes, 24 de marzo de 2020

VÍA CRUCIS

SEXTA ESTACIÓN
La Verónica enjuga el rostro de Jesús

Jesús no mira la apariencia. Jesús mira el corazón


V/.Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
R/.Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4, 6

Pues el Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo.

A lo largo del Camino de la Cruz, la piedad popular señala el gesto de una mujer, denso de veneración y delicadeza, casi un rastro del perfume de Betania: Verónica enjuga el rostro de Jesús. En ese rostro, desfigurado por el dolor, Verónica reconoce el rostro transfigurado por la gloria; en el semblante del Siervo sufriente, ella ve al más bello de los hombres. Ésta es la mirada que provoca el gesto gratuito de la ternura y recibe la recompensa de la impronta del Santo Rostro. Verónica nos enseña el secreto de su mirada de mujer, «que mueve al encuentro y ofrece ayuda: ¡ver con el corazón!».



Humilde Jesús,
nuestra mirada es incapaz de ir más allá:
más allá de la indigencia, para reconocer tu presencia,
más allá de la sombra del pecado,
para descubrir el sol de tu misericordia,
más allá de las arrugas de la Iglesia,
para contemplar el rostro de la Madre.

Ven, Espíritu de la Verdad,
derrama en nuestros ojos «el colirio de la fe»
para que no se dejen atraer
por la apariencia de las cosas visibles,
sino que aprendan el encanto de las invisibles.

Padre Nuestro...


¿Quién no se entristecería
a la Madre contemplando
con su doliente Hijo?



Extracto del Himno Stabat Mater
Fuente: Vaticano

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