viernes, 13 de octubre de 2023
EVANGELIO - 14 de Octubre - San Lucas 11,27-28
¡Que despierten y suban las naciones al valle de Josafat! Porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor.
Pongan mano a la hoz: la mies está madura; vengan a pisar: el lagar está lleno; las cubas desbordan: ¡tan grande es su maldad!
¡Multitudes innumerables en el valle de la Decisión! Porque se acerca el Día del Señor en el valle de la Decisión.
El sol y la luna se oscurecen, las estrellas pierden su brillo.
El Señor ruge desde Sión y desde Jerusalén hace oír su voz: ¡tiemblan el cielo y la tierra! ¡Pero el Señor será un refugio para su pueblo, un resguardo para los israelitas!
Así ustedes sabrán que yo soy el Señor, su Dios, que habito en Sión, mi santa Montaña. Jerusalén será un lugar santo, y los extranjeros no pasarán más por ella.
Aquel día, las montañas destilarán vino nuevo y manará leche de las colinas; por todos los torrentes de Judá correrán las aguas, y brotará un manantial de la Casa del Señor, que regará el valle de las Acacias.
Egipto se convertirá en una desolación y Edóm en un desierto desolado, a causa de la violencia cometida contra las hijos de Judá, cuya sangre inocente derramaron en su país.
Pero Judá será habitada para siempre y Jerusalén por todas las generaciones.
Yo vengaré su sangre, no la dejaré impune, y el Señor tendrá su morada en Sión.
Palabra de Dios
Salmo 97(96),1-2.5-6.11-12.
¡El Señor reina! Alégrese la tierra,
regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean,
la Justicia y el Derecho son
la base de su trono.
Las montañas se derriten como cera
delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Nace la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, en el Señor
y alaben su santo Nombre.
Evangelio según San Lucas 11,27-28.
Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: "¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!".
Jesús le respondió: "Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".
Palabra del Señor
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 14 de Octubre - «Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen»
San Beda el Venerable, monje benedictino, doctor de la Iglesia Homilía: Concebir espiritualmente. Homilía sobre S. Lucas; L. IV, 49.
«Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen»
Verdaderamente dichosa madre que, según expresión del poeta, «dio a luz al Rey que gobierna cielos y tierra por los siglos de los siglos. Ella tiene el gozo de la maternidad y el honor de la virginidad. Antes que ella no ha habido mujer semejante, y no se verá otra después de ella» (Sedulius). Y, sin embargo, el Señor añade: «Son aún más dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen». El Salvador confirma magníficamente el testimonio de esta mujer, pues no tan sólo declara dichosa a aquella a quien se le ha concedido dar a luz corporalmente al Verbo de Dios, sino también dichosos todos aquellos que procurarán concebir espiritualmente al mismo Verbo al permanecer atentos a la fe y, teniéndole presente y practicando el bien, darán a luz y alimentarán su corazón y el de otros.
SANTORAL - SAN CALIXTO I
14 de Octubre
San Calixto I, papa y mártir, que siendo diácono, después de un destierro en la isla de Cerdeña, tuvo a su cuidado el cementerio de la vía Apia que lleva su nombre, donde dejó para la posteridad las memorias de mártires. Elegido luego papa, promovió la recta doctrina y reconcilió benignamente a los apóstatas, para terminar su intenso pontificado con la gloria del martirio. En este día se conmemora su sepultura en el cementerio de Calepodio, en la vía Aurelia, en Roma. Es lastima que casi todas las noticias que poseemos sobre San Calixto I procedan de un autor hostil. Según la narración de san Hipólito, Calixto era un esclavo. Su amo, un cristiano llamado Carpóforo, le confió la administración de un banco, y el joven perdió el dinero que habían depositado en él los cristianos. Seguramente la pérdida no se debió a un robo, pues Hipólito no hubiera dejado de decírnoslo. Como quiera que fuese, Calixto huyó de Roma; pero se le capturó en Porto, donde se arrojó al mar para escapar de sus perseguidores. Los jueces le condenaron a sufrir la pena del molino, que era una de las más crueles torturas que se imponían a los esclavos; sin embargo, sus acreedores lograron alcanzarle la libertad, con la esperanza de recuperar así una parte de su dinero. Poco después, Calixto fue arrestado nuevamente por causar desórdenes en una sinagoga; la verdad era que Calixto había ido a la sinagoga a importunar a los judíos para que le pagasen el dinero que le debían. Los jueces le sentenciaron en esta ocasión a trabajos forzados en las minas de Cerdeña. Más tarde, todos los cristianos que trabajaban en las minas fueron puestos en libertad gracias a la intercesión de Marcia, una de las amantes del emperador Cómodo. Sin duda que esta narración no carece de fundamento histórico, pero hay que reconocer que Hipólito presenta los hechos en la peor forma posible, ya que, por ejemplo, afirma que cuando Calixto se arrojó al mar en Porto, tenía intenciones de suicidarse.
Cuando san Ceferino ascendió al pontificado, hacia el año 199, nombró a Calixto superintendente del cementerio cristiano de la Vía Apia, que se llama actualmente cementerio de San Calixto. En una cripta especial de dicho cementerio, conocida con el nombre de cripta papal, fueron sepultados todos los papas, desde Ceferino hasta Eutiquiano, excepto Cornelio y Calixto I. Se dice que san Calixto ensanchó el cementerio y suprimió los terrenos privados; probablemente fue esa la primera propiedad que poseyó la Iglesia. La certidumbre de la resurrección de la carne movió a los santos de todas las épocas a tratar con respeto los cadáveres. En este aspecto, los primeros cristianos eran extraordinariamente cuidadosos. Juliano el Apóstata, en su carta a un sacerdote pagano, afirmaba que, a su parecer, los cristianos habían ganado terreno por tres motivos: «Su bondad y caridad con los extraños, la diligencia que ponen en dar sepultura a los muertos y la dignidad de sus pompas fúnebres». Pero debe hacerse notar que los ritos fúnebres de los cristianos no eran ni de lejos tan pomposos como los de los paganos; en lo que los aventajaban claramente era en la gravedad y en el respeto religioso, y ello procedía de la fe profunda en la resurrección de los muertos.
San Calixto fue ordenado diácono por san Ceferino y llegó a ser su íntimo amigo y consejero, y a la muerte de éste, san Calixto fue elegido por la mayoría del pueblo y el clero de Roma para sucederle. San Hipólito, que era el candidato de un partido, atacó violentamente al nuevo Pontífice por motivos doctrinales y disciplinarios, en particular porque Calixto I, basándose expresamente en el poder pontificio de atar y desatar, admitió a la comunión a los asesinos, adúlteros y fornicadores que habían hecho penitencia pública. Los rigoristas, encabezados por san Hipólito, se quejaban de que san Calixto hubiese determinado que el hecho de cometer un pecado mortal no era razón suficiente para deponer a un obispo; que hubiese admitido a las órdenes a quienes se habían casado dos o tres veces y que hubiese reconocido la legitimidad de los matrimonios entre las mujeres libres y los esclavos, lo cual estaba prohibido por la ley civil. Hipólito llama hereje a san Calixto por haber procedido así en esos puntos de disciplina, pero no ataca la integridad personal del Pontífice. Así lo acusa san Hipólito en su Philosophoúmena: «El impostor Calixto ... lo primero que inventó fue autorizar a los seres humanos a entregarse a los placeres sensuales. Les dijo, en efecto, que todos recibirían de él el perdón de sus pecados. Si algún cristiano se ha dejado seducir por otro, si lleva el título de cristiano y cometiera cualquier transgresión, dicen que el pecado no se le imputa con tal que se apresure a adherirse a la escuela de Calixto. Y muchas son las personas que se han beneficiado de esta disposición, sintiéndose agobiadas bajo el peso de su conciencia y habiendo sido rechazadas por muchas sectas...» Como se ve, no faltaba munición gruesa.
De hecho, Calixto tuvo el «privilegio» de ser el primer Papa al que se le opuso un antipapa, precisamente este Hipólito, que se coronó papa, y siguió persistiendo en su cisma durante dos pontificados más, aunque finalmente se reconcilió luego con la Iglesia y murió mártir. En realidad, san Calixto condenó al heresiarca Sabelio, siendo así que san Hipólito le acusaba de practicar una forma velada de sabelianismo. San Calixto fue un gran defensor de la sana doctrina y de la disciplina. Chapman llega incluso a decir que, si tuviésemos más datos sobre san Calixto I, le consideraríamos tal vez como uno de los más grandes Pontífices de la historia.
Aunque Calixto I no vivió en una época de persecución, no faltan razones para creer que fue martirizado durante un levantamiento popular; sus «actas» afirman que fue precipitado en un pozo, pero dicho documento no merece crédito alguno. San Calixto fue sepultado en la Vía Aurelia. Probablemente, la actual capilla de San Calixto in Trastevere se yergue sobre las ruinas de otra, construida por nuestro santo en un terreno que Alejandro Severo adjudicó a los cristianos al fallarse un pleito legal contra unos taberneros; el emperador declaró que los ritos de cualquier religión eran preferibles a los escándalos de una taberna.
Oremos
Escucha, Señor, las súplicas de tu pueblo y concédenos la protección del papa San Calixto, cuyo martirio celebramos llenos de alegría. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén
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