jueves, 11 de febrero de 2016

El silencio del espíritu


Reflexionando sobre los diversos silencios nos damos cuenta de que todo tipo de silencios exigen un esfuerzo arduo por parte nuestra con el fin de acallar ruidos y escuchar a Dios.



Reflexionemos ahora sobre el silencio del espíritu.

    Una primera diferencia es que el silencio externo es un silencio “con”. Es decir, es un silencio que uno tiene que hacer “con” las realidades que nos rodean: silencio “con” las criaturas (o silencio de los sentidos) y silencio “con” las personas (o silencio de las palabras). Por su parte, el silencio interno es un silencio “en”. Es decir, es el silencio que tenemos que hacer al interno de nuestras facultades: hacer silencio “en” la memoria, “en” la imaginación, “en” la razón, y “en” la voluntad.

    En cambio el silencio del espíritu es un silencio “de”. Es decir, un silencio “de” las criaturas, “de” uno mismo, un silencio también “de” Dios. Pero, atentos, la diferencia no está en la preposición. La verdadera diferencia es mucho más profunda. En los silencios “con” y en los silencios “en” el que busca y hace silencio es uno mismo. En cambio, en el silencio del espíritu, es decir, los silencios “de”, quienes hacen silencio son las otras realidades. Las criaturas y las personas no me hablan; incluso yo mismo me hago silencio; aún más, Dios deja de hablarme, parecería que ha enmudecido. Y ¿qué hacer cuando nada ni nadie me habla?

    Silencio del Espíritu

    Ante todo hay que comprender que este silencio del espíritu podría escribirse con “E” mayúscula. Es decir, es el silencio que el Espíritu Santo produce en mí. Es una acción suya en mi vida, en mi alma. Es Dios quien provoca este silencio del espíritu. En consecuencia, nosotros no podemos hacer nada, excepto darme cuenta que es un silencio que proviene de Dios, que Él obra en mi espíritu y en mi alma. Por lo tanto, no tengo que evitar ese silencio, pues significaría rechazar algo que Dios me concede; ni tampoco buscarlo, pues supondría producir ruidos que me impedirían oír los silencios que Dios regala. El camino a seguir es acoger esos silencios que Dios me dona durante todo el tiempo que Él desee ofrecérmelos.

    Hablemos del silencio “de” las criaturas. Es decir, aquel silencio que se hace presente en nuestro espíritu cuando las criaturas, permitidas por Dios, dejan de hablarme. La historia del Santo Job es una preciosísima exposición de este silencio de las criaturas.

    El silencio de Job


    La primera noticia que llega a Job es que las cosechas de sus campos se han quemado y que sus ganados han sido dispersados y robados por el enemigo. Job no hizo nada para perder sus riquezas, simplemente ellas dejaron de existir para él, se alejaron de él. Algo parecido experimentamos nosotros cuando el mal tiempo impide o desluce una fiesta preparada con anticipación, o nos chocan el coche y nos vemos impedidos para movernos por la ciudad, o cuando necesitamos llamar, el teléfono no tiene cobertura, o el ordenador se nos bloquea perdiendo información valiosa. No hemos hecho nada mal, y parecería que las criaturas se nos ponen en contra, que dejan de prestar el servicio para el que fueron adquiridos. ¿Por qué?, ¿por qué este silencio de las criaturas cuando tanto las necesitamos? Y no es una pretensión de avidez. Queremos su uso para el bien, para el servicio, para la caridad, para el apostolado. ¿Qué pretende Dios al permitir este silencio de las criaturas?

    La razón del silencio del Espíritu

    Cristo nos da respuesta al exponernos la parábola de quien recolectó una gran cosecha. En esta parábola Cristo no critica la gran cantidad de grano recogido, tampoco la prudencia en construir un gran lagar para conservar todo el grano que sobra. Cristo reprocha a ese buen hombre el andar preocupado por las criaturas y no preocuparse de Dios. Es decir, cuando Dios permite que las criaturas no me hablen es porque Él me quiere hablar para recordarme que esas criaturas son buenas pero no son Dios; que esas criatura me pueden llevar a Dios pero también Dios puede querer, Él mismo, hacerse presente en mi vida y hablarme. ¡Qué error sería llamar a las criaturas que se han alejado y no escuchar a Dios que me habla!

    El segundo paquete de noticias que ofrecen a Job es que sus criados han muerto a manos de ladrones y que también sus hijos e hijas han muerto. Nuevamente, Job no cometió imprudencia alguna. En cambio, esas personas a las que él quería, por las que se ha entregado a su trabajo diario, desaparecen, dejan de hablar con él. Ese mismo dolor lo experimentamos nosotros cuando la enfermedad llama a la vida de nuestros seres queridos, cuando contemplamos la tristeza en sus ojos, cuando conocemos el mal que ellos han hecho. Y un silencio, silencio de impotencia se cierne sobre el amor que nuestro corazón profesa por ellos. Y nuestra alma se pregunta: ¿por qué?, ¿por qué ocurre esto?, ¿por qué la persona que tanto amo se me aleja a causa de la enfermedad o de la muerte?, ¿por qué a quien tanto he dado y enseñado ahora se comporta de un modo tan impropio e incoherente?

    La respuesta de Cristo es clara, pero fuerte y dura: “¿quién es mi madre y mis hermanos?”. No, estas palabras no son expresión de un rechazo de María. Cristo nos está diciendo: María es una persona buena, pero no es Dios. Gracias a María, puedo ser lo que soy, el Hijo de Dios hecho carne y cumplir siempre su voluntad. Es decir, cuando las personas parecen enmudecer en mi interior, es Dios que quiere acercarse a mí para ser mi Padre, mi Madre, mi Hermano. ¡Qué pena sería que, por correr tras las personas que amo, no pudiera acoger a Dios como mi Padre, mi Hermano, mi Amigo que me ama!

    En un tercer momento aparece el mal y la enfermedad en el cuerpo de Job. No fue a causa de ninguna imprudencia. Simplemente, un día el cuerpo deja de realizar sus funciones debidas. Las piernas no caminan con la agilidad que deben, el oído o la vista ya no ofrecen la audición y la visión para la que fueron creadas y donadas al cuerpo. Y un silencio, un silencio de incapacidad e inutilidad va rodeando el propio ser y actuar. Y vuelve la pregunta de siempre: ¿por qué?, ¿por qué el oído que fue hecho para oír no me trae sonidos?, ¿por qué la vista que me fue donada para ver no me permite distinguir ni reconocer personas y cosas? ¿Acaso soy responsable o causa del mal que padezco? ¿Por qué el cuerpo, habiendo sido creado para obrar y hacer el bien, ahora guarda silencio?

    Soy tu fuerza


    Y Cristo vuelve a responder con su claridad, en ocasiones algo incompresible para nuestra realidad humana. “Mas te vale entrar en el cielo manco o cojo que con las dos manos o los dos pies ser arrojado al fuego eterno”. Ciertamente estas palabras chocan si las pensamos dichas por un dios con mentalidad humana. Pero no. Todo lo contrario. Estas palabras fueron dichas por un hombre que es Dios. Él nos quiso decir: no te preocupes si te sientes débil a causa de ser manco o cojo; Yo, tu Dios, soy tu fortaleza. No te preocupes si tus ojos no ven; Yo, tu Dios, quiero ser tu luz. No te preocupes si tus oídos no te traen sonidos porque, Yo, tu Dios, quiero hablarte en el silencio de tu interior. Es necesario superar la tentación de aferrarnos al bien que los sentidos y facultades nos ofrecen, con el fin de dejar que Él sea la luz y la voz de la vida…, como será en el cielo.

    Por último, Job a lo largo de su vida siempre encontró apoyo en sus amigos y en su esposa. En cambio, cuando más los necesita, incomprensiblemente se apartan de él. Él no les ha hecho nada malo. Se apartan a causa de las circunstancias que le han sucedido. También esta experiencia llega a nuestras vidas. La propia vocación, la familia, la congregación, los superiores, la misma Iglesia son realidades que siempre nos ayudan en nuestra vida. Pero, llegado un momento hacen silencio: ya no experimentamos lailusión por la propia vocación o sentimos que la congregación, los superiores o la familia, en vez de ser ayudas, se convierten en dificultades u obstáculos en nuestra relación con Dios. ¿Por qué?, ¿por qué las personas que deberían mostrarme y acercarme a Dios son los que me lo ocultan y apartan de Él?

    Los apóstoles sufrieron la misma experiencia enriquecedora durante el episodio de la tempestad calmada. Cristo estaba con ellos; los apóstoles, angustiados por la situación de la barca en lucha contra la tempestad; Él guardaba silencio, no se preocupaba, les dejaba perecer bajo las olas. ¿Qué enseña Cristo en este episodio? Cristo pide a los apóstoles que hagan silencio de sus milagros para escuchar y fiarse solo de Él. ¡Cuántas veces creemos en el obrar de Dios, pero no tanto en Dios! La mayoría de las vece, si no reconocemos el obrar de Dios, no creemos en Él; y Dios hace silencio en su obrar para que solamente busquemos a Él.

    Dios nos pide que reconozcamos todo lo bueno que hay en las realidades del mundo y en las personas, pero nos recuerda que todo lo bueno no es Dios, solamente nos lleva a Dios.




Fuente: la-oracion.com

LITURGIA

Elementos Materiales de la Liturgia

El Templo, el Altar, vestiduras del Papa, obispos y sacerdotes, colores litúrgicos


    La palabra crismera se refiere a los vasos que se emplean para guardar los aceites que son solemnemente consagrados por el obispo el Jueves Santo, a saber, óleo de los catecúmenos, óleo de los enfermos y el crisma. Es este último el que le dio su nombre a estos recipientes. Dos tipos de estos vasos se encuentran en servicio. Un conjunto se emplea para reservar el suplido anual y se mantiene en la sacristía de la catedral, mientras que el otro contiene lo que se requiere para el uso diario y se conserva en la iglesia parroquial. Ambos tipos deben estar hechos de oro, plata, o al menos de estaño y peltre (stannum), y debe tener fundas o estuches. No pueden estar hechos de cualquiersubstancia que sea susceptible a oxidación.

    En cuanto a su forma, las más grandes parecen jarros pequeños, mientras que las más pequeñas son como pequeñas cajas cilíndricas y están comúnmente unidas entre sí. Como los vasos para cada aceite son similares en apariencia, deben ser sellados con marcas distintivas para discriminar una de la otra. Las letras I (o INF.), CAT. Y CHR suelen aparecer grabadas en el exterior para designar, respectivamente, el aceite de los enfermos, el de los catecúmenos y el crisma. Muchas muestras interesantes de estos vasos nos han llegado desde la Edad Media y aún se conservan en los tesoros de las catedrales inglesas y continentales. Estos recipientes no se bendicen, pero cuando contienen los aceites no pueden ser manipulados o transportados por laicos, salvo en casos de necesidad (Cong. de Ritos).

Fuente: Enciclopedia Católica




DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (Cap.II)

Evangelización y Doctrina Social





REFLEXIÓN

Reflexiones Espirituales

Jueves 11 de Febrero


De los Sermones de san León Magno, papa (Sermón 6 Sobre la Cuaresma, 1-2: PL 54, 285-287)


LA PURIFICACIÓN ESPIRITUAL 
POR EL AYUNO Y LA MISERICORDIA

    En todo tiempo, amados hermanos, la misericordia del Señor llena la tierra, y todo fiel halla en la misma naturaleza motivo de adoración a Dios, ya que el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos nos hablan de la bondad y omnipotencia del que los ha creado, y la admirable belleza de los elementos puestos a nuestro servicio exige de la creatura racional el justo tributo de la acción de gracias.

    Pero al volver de nuevo estos días, marcados de manera especial por los misterios de nuestra redención, y que preceden inmediatamente a la celebración de la Pascua, se nos intima una mayor diligencia en prepararnos con la purificación de nuestro espíritu.

    En efecto, es propio de la fiesta de Pascua que toda la Iglesia se regocije por el perdón de sus pecados, y ello no sólo en los que renacerán por el sagrado bautismo, sino también en los que han sido ya anteriormente agregados a la porción de los hijos adoptivos.

    Pues, si bien lo que nos hace hombres nuevos es principalmente el baño de regeneración, sin embargo, como nos es también necesaria a todos la cotidiana renovación contra la herrumbre de nuestra condición mortal, y nadie hay que no tenga el deber de afanarse continuamente por una mayor perfección, es necesario un esfuerzo por parte de todos para que el día de nuestra redención nos halle a todos renovados.

    Por tanto, amados hermanos, lo que cada cristiano ha de hacer en todo tiempo ahora debemos hacerlo con más intensidad y entrega, para que así la institución apostólica de esta cuarentena de días logre su objetivo mediante nuestro ayuno, el cual ha de consistir mucho más en la privación de nuestros vicios que en la de los alimentos.

    Junto al razonable y santo ayuno, nada más provechoso que la limosna, denominación que incluye una extensa gama de obras de misericordia, de modo que todos los fieles son capaces de practicarla, por diversas que sean sus posibilidades. En efecto, con relación al amor que debemos a Dios y a los hombres, siempre está en nuestras manos la buena voluntad, que ningún obstáculo puede impedir. Los ángeles dijeron: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad; con ello nos enseñaron que todo aquel que por amor se compadece de cualquier miseria ajena se enriquece, no sólo con la virtud de su buena voluntad, sino también con el don de la paz.

    Las obras de misericordia son variadísimas, y así todos los cristianos que lo son de verdad, tanto si son ricos como si son pobres, tienen ocasión de practicarlas a la medida de sus posibilidades; y aunque no todos puedan ser iguales en la cantidad de lo que dan, todos pueden serlo en su buena disposición.


EXTRAÍDA : SEGUNDA LECTURA OFICIO DE LECTURA DEL DÍA




LA FRASE DEL DÍA

Jueves 11 de Febrero

  




EVANGELIO

Tiempo de Cuaresma

Jueves 11 de Febrero


    Deuteronomio 30,15-20.


    Moisés habló al pueblo diciendo: 
    Hoy pongo delante de ti la vida y la felicidad, la muerte y la desdicha.
    Si escuchas los mandamientos del Señor, tu Dios, que hoy te prescribo, si amas al Señor, tu Dios, y cumples sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, entonces vivirás, te multiplicarás, y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde ahora vas a entrar para tomar posesión de ella.
    Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, si te dejas arrastrar y vas a postrarte ante otros dioses para servirlos, yo les anuncio hoy que ustedes se perderán irremediablemente, y no vivirán mucho tiempo en la tierra que vas a poseer después de cruzar el Jordán.
    Hoy tomo por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra; yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, y vivirás, tú y tus descendientes, con tal que ames al Señor, tu Dios, escuches su voz y le seas fiel. Porque de ello depende tu vida y tu larga permanencia en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob.



Salmo 1,1-2.3.4.6.

¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!

El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.

No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.





    Evangelio según San Lucas 9,22-25.

     Jesús dijo a sus discípulos:
    "El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".
    Después dijo a todos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga.
    Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará.
    ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?


Fuente: ©Evangelizo.org





MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

Jueves 11 de Febrero






HIMNO

TIEMPO DE CUARESMA
JUEVES DESPUÉS DE CENIZA
Del propio. Salterio IV
11 de Febrero





SANTORAL

Santoral del Día

Jueves 11 de Febrero


    El 11 de febrero de 1858, en la villa francesa de Lourdes, a orilla del río Gave, Nuestra Madre, Santa María manifestó de manera directa y cercana su profundo amor hacia nosotros, apareciéndose ante una niña de 14 años, llamada Bernadette (Bernardita) Soubirous.

    La historia de la aparición empieza cuando Bernardita, quien nació el 7 de enero de 1844, salió, junto a dos amigas, en búsqueda de leña en la Roca de Masabielle. Para ello, tenía que atravesar un pequeño río, pero como Bernardita sufría de asma, no podía meter los pies en agua fría, y las aguas de aquel riachuelo estaban muy heladas. Por eso ella se quedó a un lado del río, mientras las dos compañeras iban a buscar la leña.

    Fue en ese momento, que Bernardita experimenta el encuentro con Nuestra Madre, experiencia que sellaría toda su vida, "sentí como un fuerte viento que me obligó a levantar la cabeza. Volví a mirar y vi que las ramas de espinas que rodeaban la gruta de la roca de Masabielle se estaban moviendo. En ese momento apareció en la gruta una bellísima Señora, tan hermosa, que cuando se le ha visto una vez, uno querría morirse con tal de lograr volverla a ver".

    "Ella venía toda vestida de blanco, con un cinturón azul, un rosario entre sus dedos y una rosa dorada en cada pie. Me saludó inclinando la cabeza. Yo, creyendo que estaba soñando, me restregué los ojos; pero levantando la vista vi de nuevo a la hermosa Señora que me sonreía y me hacía señas de que me acercara. Pero yo no me atrevía. No es que tuviera miedo, porque cuando uno tiene miedo huye, y yo me hubiera quedado allí mirándola toda la vida. Entonces se me ocurrió rezar y saqué el rosario. Me arrodillé. Vi que la Señora se santiguaba al mismo tiempo que yo lo hacía. Mientras iba pasando las cuentas de la camándula Ella escuchaba las Avemarías sin decir nada, pero pasando también por sus manos las cuentas del rosario. Y cuando yo decía el Gloria al Padre, Ella lo decía también, inclinando un poco la cabeza. Terminando el rosario, me sonrió otra vez y retrocediendo hacia las sombras de la gruta, desapareció".

    A los pocos día, la Virgen vuelve a aparecer ante Bernardita en la misma gruta. Sin embargo, al enterarse su madre se disgustó mucho creyendo que su hija estaba inventando cuentos -aunque la verdad es que Bernardita no decía mentiras-, al mismo tiempo algunos pensaban que se trataba de un alma del purgatorio, y a Bernardita le fue prohibido volver a la roca y a la gruta de Masabielle.

    A pesar de la prohibición, muchos amigos de Bernardita le pedía que vuelva a la gruta; ante ello, su mamá le dijo que consultara con su padre. El señor Soubiruos, después de pensar y dudar, le permitió volver el 18 de febrero.

    Esta vez, Bernardita fue acompañada por varias personas, que con rosarios y agua bendita esperaban aclarar y confirmar lo narrado. Al llegar todos los presentes comenzaron a rezar el rosario; es en ese momento que Nuestra Madre se aparece por tercera vez. Bernardita narra así esta aparición: "Cuando estábamos rezando el tercer misterio, la misma Señora vestida de blanco se hizo presente como la vez anterior. Yo exclamé: 'Ahí está'. Pero los demás no la veían. Entonces una vecina me acercó el agua bendita y yo lancé unas gotas de dicha agua hacia la visión. La Señora se sonrió e hizo la señal de la cruz. Yo le dije: 'Si vienes de parte de Dios, acércate'. Ella dio un paso hacia delante".

    Luego, la Virgen le dijo a Bernadette: "Ven aquí durante quince días seguidos". La niña le prometió hacerlo y la Señora le expresó "Yo te prometo que serás muy feliz, no en este mundo, sino en el otro".

    Luego de este intenso momento que cubrió a todos los presentes, la noticia de las apariciones se corrió por toda el pueblo, y muchos acudían a la gruta creyendo en el suceso, aunque otros se burlaban.

    Entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858 hubo 18 apariciones. Éstas se caracterizaron por la sobriedad de las palabras de la Virgen, y por la aparición de una fuente de agua que brotó inesperadamente junto al lugar de las apariciones y que desde entonces es un lugar de referencia de innumerables milagros constatados por hombres de ciencia.

Fuente: © ACI Prensa