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sábado, 13 de enero de 2024

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 14 de Enero - "Andrés condujo a su hermano a Jesús"


Basilio de Seleucia (¿-c. 468) obispo Basilio de Seleucia, Sermón en alabanza de San Andrés, 3-4; PG 28, 1103


"Andrés condujo a su hermano a Jesús"

    Andrés había oído aquella palabra de Moisés: "El Señor, vuestro Dios, os suscitará de entre vosotros un profeta como yo. A él lo escucharéis" (Dt 18,15). Ahora oye a Juan Bautista que exclama: "He aquí el Cordero de Dios" (Jn 1,29). En seguida corre hacia aquél a quien anunciaba el profeta y lleva de la mano a su hermano hacia aquél a quien había reconocido. A Pedro le enseña un tesoro que ignoraba: "Hemos encontrado al Mesías anunciado por los profetas y a quien esperábamos con amor".

    Andrés, pues, fue a ver a su hermano Simón y con él compartió el tesoro de su contemplación. Condujo a su hermano al Señor. Cosa extraordinaria: todavía Andrés no es discípulo y sin embargo goza ya de bastante autoridad para dirigir a los demás. Enseñándo es como empieza a aprender y así adquiere la dignidad de apóstol: " Hemos encontrado al Mesías. Después de tantas noches pasadas velando en las orillas del Jordán, hemos encontrado a aquél a quien esperábamos.

    No vaciló Pedro en obedecer a la llamada. Era el hermano de Andrés y se fue con él, fervoroso y atento. Cuando, más tarde, proclamará de manera admirable la divinidad de Jesús, se hará eco de la frase con la que le invitó Andrés a seguir al Señor. Pero la alabanza que recibe Pedro, repercute sobre su hermano; pues los bienes de uno pertenecn al otro y el uno se glorifica de los bienes del otro.

domingo, 17 de septiembre de 2023

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 18 de Septiembre - «Di,tan sólo,una palabra»


       Basilio de Seleucia (¿-c. 468) obispo Homilía sobre el centurión; PG 85, 235s


«Di,tan sólo,una palabra»

    Señor, mi criado está en cama, paralítico, y sufre mucho. Si bien es un esclavo, no por ello, es menos hombre este que sufre. No mires la bajeza del esclavo, sino la gran gravedad de su mal». Así hablaba el centurión; y ¿qué que dice la Bondad suprema? : «Yo vengo y le curaré. Yo que, preocupado por los hombres, me he hecho hombre, he venido por todos, y no voy a despreciar a ninguno. Yo le curaré » Por la rapidez de su repuesta, Cristo aguijonea la fe : «Señor, no soy digno de que entres en mi casa.» ¿Te fijas en cómo el Señor, igual que un cazador, ha hecho salir la fe que estaba escondida en lo secreto de su interior ? «Di, tan sólo, una palabra y mi servidor será curado de su mal, liberado de la servidumbre de su enfermedad. Porque yo, que estoy sometido a unos superiores, tengo soldados bajo mis órdenes, i digo a uno : ‘Ves’, y va, a otro : ‘Ven’, y viene. Es así que he conocido la fuerza de tu poder. Es a partir de lo que tengo, que he reconocido a aquel que me sobrepasa. Veo los ejércitos de curaciones, veo las tropas de milagros esperando tus órdenes. Envíalas contra la enfermedad, envíalas como yo envío a un soldado.»

    Y Jesús, admirado, dijo: No he encontrado una fe tan grande en Israel. El que era un extranjero, un no-llamado, que no formaba parte del pueblo de la alianza, que no participó de los milagros que hizo Moisés, que no había sido iniciado en sus leyes, que no había conocido las palabras de los profetas, por su fe ha adelantado a los otros.»

lunes, 10 de agosto de 2020

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 11 de Agosto - «Se alegra por ella, más que por las noventa y nueve que no se extraviaron»


       Basilio de Seleucia Homilía: Salvar a todas las ovejas Homilía 26, sobre el Buen Pastor : PG 85, 299

«Se alegra por ella, más que por las noventa y nueve que no se extraviaron» 

    Pero, miremos ahora a nuestro pastor, Cristo. Miremos su amor por los hombres y su ternura para conducirnos a pastos abundantes. Se alegra con las ovejas que están a su alrededor y busca a las que están descarriadas. Ni montañas ni bosques son obstáculo, él baja a los valles tenebrosos (Sal 22,4) para llegar al lugar donde está la oveja perdida… Habiéndola encontrado enferma, no la desprecia, sino que la cuida; tomándola sobre sus hombros, cura con su propio cansancio a la oveja fatigada. Su cansancio lo llena de alegría, porque ha encontrado la oveja perdida, y esto le cura su pena: «¿Quién de vosotros, dice él, si tiene cien ovejas y pierde una, no abandona las otras noventa y nueve en el desierto para irse en busca de la que está perdida, hasta que la encuentre?»

    La pérdida de una sola oveja, enturbia la alegría del rebaño reunido, pero la alegría de encontrarla cambia esta tristeza: «cuando la ha encontrado, reúne a sus amigos y vecinos y les dice: Alegraos conmigo, porque he encontrado mi oveja perdida» (Lc 15,6). Por eso Cristo, que es este pastor, dijo: «Yo soy el buen pastor» (Jn 10,11). «Yo busco la oveja perdida, hago volver a la que se ha extraviado, vendo a la que está herida, curó a la que está enferma» (Ez 34,16).

lunes, 12 de agosto de 2019

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 13 de Agosto - "Se alegra por ella, más que por las noventa y nueve que no se extraviaron"


       Basilio de Seleucia - Homilía: Salvar a todas las ovejas Homilía 26, sobre el Buen Pastor : PG 85, 299

«Se alegra por ella, más que por las noventa y nueve que no se extraviaron» 

    Pero, miremos ahora a nuestro pastor, Cristo. Miremos su amor por los hombres y su ternura para conducirnos a pastos abundantes. Se alegra con las ovejas que están a su alrededor y busca a las que están descarriadas. Ni montañas ni bosques son obstáculo, él baja a los valles tenebrosos (Sal 22,4) para llegar al lugar donde está la oveja perdida…

    Habiéndola encontrado enferma, no la desprecia, sino que la cuida; tomándola sobre sus hombros, cura con su propio cansancio a la oveja fatigada. Su cansancio lo llena de alegría, porque ha encontrado la oveja perdida, y esto le cura su pena: «¿Quién de vosotros, dice él, si tiene cien ovejas y pierde una, no abandona las otras noventa y nueve en el desierto para irse en busca de la que está perdida, hasta que la encuentre?»

    La pérdida de una sola oveja, enturbia la alegría del rebaño reunido, pero la alegría de encontrarla cambia esta tristeza: «cuando la ha encontrado, reúne a sus amigos y vecinos y les dice: Alegraos conmigo, porque he encontrado mi oveja perdida» (Lc 15,6). Por eso Cristo, que es este pastor, dijo: «Yo soy el buen pastor» (Jn 10,11). «Yo busco la oveja perdida, hago volver a la que se ha extraviado, vendo a la que está herida, curo a la que está enferma» (Ez 34,16).