jueves, 25 de junio de 2020

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 26 de Junio - "Jesús lo tocó diciendo: ¡quiero, queda limpio!"


        Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022), monje griego Himno 30


«Jesús lo tocó diciendo: ¡quiero, queda limpio!»

    Antes que brillara la luz divina, no me conocía a mí mismo. Viéndome entonces en las tinieblas y en la prisión, encerrado en un lodazal, cubierto de suciedad, herido, mi carne hinchada..., caí a los pies de aquél que me había iluminado. Y aquél que me había iluminado toca con sus manos mis ataduras y mis heridas; allí donde su mano toca y donde su dedo se acerca, caen inmediatamente mis ataduras, desaparecen las heridas, y toda suciedad. La mancha de mi carne desaparece... de tal manera que la vuelve semejante a su mano divina. Extraña maravilla: mi carne, mi alma y mi cuerpo participan de la gloria divina.

    Desde que he sido purificado y liberado de mis ataduras, me tiende una mano divina, me saca enteramente del lodazal, me abraza, se echa a mi cuello, me cubre de besos (Lc 15,20). Y a mi que estaba totalmente agotado y que había perdido mis fuerzas me pone sobre sus hombros (Lc 15,5), y me lleva lejos de mi infierno... Es la luz que me arrebata y me sostiene; me arrastra hacia una gran luz... Me hace contemplar por que extraño remodelaje él mismo me ha rehecho (Gn 2,7) y me ha arrancado de la corrupción. Me ha regalado una vida inmortal y me ha revestido de ropa inmaterial y luminosa y me ha dado sandalias, anillo y corona incorruptibles y eternas  (Lc 15,22).

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