“Esa tristeza se convertirá en alegría”
¿Por qué nosotros que no cesamos de rezar y cantar hemos caído en las aflicciones, mientras que los que no rezan y no velan están en la alegría, gozan, prosperan y transcurren risueñamente su vida? Como dice el Profeta: “Por eso llamamos felices a los arrogantes: ¡prosperan los que hacen el mal; desafían a Dios, y no les pasa nada!”. Agrega: “Entonces se hablaron unos a otros los que temen al Señor” (Ml 3,15-16), los que tienen el conocimiento. Hay que saber, sin embargo, que quienes están afligidos, quienes son duramente atormentados y por muchas pruebas llevan en ellos el testimonio de su maestro, no sufren nada que pueda sorprenderlos. Porque han escuchado el anuncio de los Evangelios: “Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará” (Jn 16,20). Dentro de poco vendré a visitarlos con el Consolador, disiparé su desánimo, los animaré con pensamientos de la vida y reposo celestes y con las suaves lágrimas que les han faltado durante los días que sufrieron la prueba. Los amamantaré con mi gracia, como una madre amamanta al pequeño que llora. A ustedes, agotados por los combates, los fortificaré con la fuerza de lo Alto. Estaban cubiertos de amargura y los llenaré de dulzura, como dice Jeremías en las Lamentaciones al hablar de la Jerusalén en ustedes escondida. Vendré a verlos y sus corazones se alegrarán de esa secreta visita. “La tristeza se convertirá en alegría” y “tendrán una alegría que nadie les podrá quitar” (cf. Jn 16,20.22).
No hay comentarios:
Publicar un comentario