Tercer sermón para el Adviento, 2; SC 166, pag. 123
¡O verdadero Israel, estate preparado para salir al encuentro del Señor! No sólo estate a punto para abrirle cuando llame a la puerta sin sal alegremente a su encuentro mientras esté todavía lejos, y con plena confianza ante el día del juicio, pide de todo corazón que venga su reino.... Que tu boca pueda cantar: “Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme” (Sal 56,8)....
¡Y tu Señor, ven a mi encuentro, yo que te voy buscando! Porque, a pesar de todos mis esfuerzos no me podré levantar hasta ti si tú no te inclinas, me tiendes tu derecha ya que es obra de tus manos. (cf Job 14,15) Sal a mi encuentro y ve que no hay impiedad en mí. Y si encuentras en mí un camino de maldad que yo desconozco, apártalo de mí y ten misericordia de mí, condúceme por el camino eterno,(cf Sal 138,24) es decir, Cristo, ya que él es el camino por donde llegar a la eternidad, sendero inmaculado y morada de los santos.
“Un centurión del ejército romano se le acercó suplicándole...”
¡O verdadero Israel, estate preparado para salir al encuentro del Señor! No sólo estate a punto para abrirle cuando llame a la puerta sin sal alegremente a su encuentro mientras esté todavía lejos, y con plena confianza ante el día del juicio, pide de todo corazón que venga su reino.... Que tu boca pueda cantar: “Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme” (Sal 56,8)....
¡Y tu Señor, ven a mi encuentro, yo que te voy buscando! Porque, a pesar de todos mis esfuerzos no me podré levantar hasta ti si tú no te inclinas, me tiendes tu derecha ya que es obra de tus manos. (cf Job 14,15) Sal a mi encuentro y ve que no hay impiedad en mí. Y si encuentras en mí un camino de maldad que yo desconozco, apártalo de mí y ten misericordia de mí, condúceme por el camino eterno,(cf Sal 138,24) es decir, Cristo, ya que él es el camino por donde llegar a la eternidad, sendero inmaculado y morada de los santos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario