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sábado, 1 de febrero de 2025

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 02 de Febrero - «Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios»


      Beato Guerrico de Igny, abad cisterciense  Sermón 1º para la Purificación.


«Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios» 

    «Tened en las manos las lámparas encendidas» (Lc 12,35). A través de este signo visible, demos muestras del gozo que compartimos con Simeón llevando en sus manos la luz del mundo… Seamos ardorosos por nuestra devoción y resplandecientes por nuestras obras, y junto con Simeón llevaremos a Cristo en nuestras manos… La Iglesia tiene hoy la costumbre tan bella de hacernos llevar cirios… ¿Quién es que hoy, teniendo en su mano la antorcha encendida no se acuerda del bienaventurado anciano? En este día tomó a Jesús en sus brazos, el Verbo presente en la carne, como lo es la luz en el cirio, dando testimonio de que era «la luz destinada para iluminar a las naciones». Ciertamente que el mismo Simeón era «una lámpara ardiente y luminosa» dando testimonio de la luz (Jn 5,35; 1,7). Es para eso que, conducido por el Espíritu Santo del que estaba lleno, fue al Templo «para recibir, oh Dios, tu misericordia en medio de tu Templo» (Sal 47,10) y proclamar que ella era la misericordia y la luz de tu pueblo.

    Oh anciano irradiando paz, no sólo llevabas la luz en tus manos sino que estabas penetrado de ella. Estabas tan iluminado por Cristo que veías por adelantado cómo él iluminaría a las naciones…, cómo estallaría hoy el resplandor de nuestra fe. Alégrate ahora, santo anciano; hoy ves lo que tú habías previsto: las tinieblas del mundo se han disipado; «las naciones caminan a su luz»; «toda la tierra está llena de tu gloria» (Is 60,3; 6,3).

jueves, 25 de julio de 2024

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 26 de Julio - "María, la buena tierra que porta fruto"


Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157) abad cisterciense 2º Sermón para la Anunciación (SC 202. Sermons, II, Cerf 1973)


"María, la buena tierra que porta fruto"
           
    “El Verbo, la Palabra de Dios, se hizo carne y habitó entre nosotros”. En el seno de la Virgen, la Sabiduría de Dios empezó a construir la morada de un cuerpo como el nuestro (…). Sin la cooperación de un hombre, tomó del cuerpo  de la Virgen la carne destinada a nuestra redención. Después de ese día, el “Señor de los ejércitos está con nosotros”, el Dios de Jacob es nuestro sostén, ya que el Señor asume nuestra condición humana “para que la gloria habite sobre nuestra tierra”.

    Sí, Señor, haz “bendecido tu tierra”, la tierra “bendita entre todas las mujeres”. Haz esparcido la gracia del Espíritu Santo para que nuestra tierra diera el “fruto bendito de su seno” y que del rocío descendido del Cielo en un seno virginal, germinara el Salvador. Esta tierra había sido maldecida por causa del Mentiroso: mismo si la trabajaban, zarzas y espinas crecían en ella, para los herederos de la maldición. En nuestros días, la tierra ha sido bendecida por la venida del Redentor. Para todos produce la remisión del pecado y da el fruto de la vida, borrando para los hijos de Adán la tara de la maldición original.

    Sí, es bendita esta tierra totalmente virgen que sin haber estado tocada, ni arada, ni sembrada, sólo del rocío del Cielo hace germinar el Salvador y procura a los mortales el pan de los ángeles, alimento de vida eterna. Esta tierra no cultivada parecía estar vacía, pero tenía escondida en ella una cosecha abundante. Parecía ser un desierto deshabitado, era un paraíso de delicias. Si, ese lugar solitario era el jardín en el que Dios encontraba su alegría. 

(Referencias bíblicas: Jn 1,14; 1Cor 1,24; Prov 9,1; Sal 45,8; Sal 84,10.2; Lc 1,28; Sal 84,13 y Lc 1,42; Is 45,8; Gn 3,17-18; Jn 8,44; Sal 77,25)

martes, 28 de mayo de 2024

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 29 de Mayo - «El hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir»


      Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157) abad cisterciense Primer sermón para el domingo de Ramos


«El hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir»

    El hombre fue creado para servir a su Creador. ¿Hay algo más justo, en efecto, que servir al que os ha puesto en el mundo, sin quien no podéis existir? ¿Y hay algo más dichoso que servirle, puesto que servirle es reinar? Pero el hombre dijo a su Creador: «Yo no te serviré» (Jr 2,20). «Pues yo, dice el Creador al hombre, sí te serviré. Siéntate, te serviré, te lavaré los pies»...

    Sí, oh Cristo «servidor bueno y fiel» (Mt 25,21), verdaderamente tú has servido, has servido con toda la fe y con toda la verdad, con toda la paciencia y toda la constancia. Sin tibieza, te has lanzado como un gigante a correr por el camino de la obediencia (Sl 18,6); sin fingir, nos has dado además, después de tantas fatigas, tu propia vida; sin murmurar, flagelado e inocente, no has abierto la boca (Is 53,9). Está escrito y es verdad: «El servidor que conoce la voluntad de su amo y no la cumple recibirá cantidad de azotes» (Lc 12,47). Pero este servidor nuestro, os pregunto ¿cuáles son los actos que no ha llevado a cabo? ¿Qué es lo que ha omitido de lo que debía hacer? «Todo lo ha hecho bien» gritaban los que observaban su conducta; «ha hecho oír a los sordos y hablar a los mudos» (Mc 7,37). Ha llevado a cabo toda clase de acciones dignas de recompensa, entonces ¿por qué ha sufrido tanta indignidad? Presentó su espalda a los latigazos, recibió una sorprendente cantidad de atroces golpes, su sangre chorreó por todas partes. Fue interrogado en medio de oprobios y tormentos, como si fuera un esclavo o un malhechor a quien se interroga para hacerle decir la verdad sobre un crimen. ¡Oh detestable orgullo del hombre que desdeña servir, y que no podía ser humillado por ningún otro ejemplo que el de un tal servidor de su Dios!...

    Sí, mi Señor, has pasado muchas penas para servirme; sería justo y equitativo que de ahora en adelante puedas descansar, y que tu servidor, a su vez, se ponga a servirte; su momento ha llegado... Has vencido, Señor, a este tu servidor rebelde; extiendo mis manos para recibir tus ataduras, inclino mi cabeza para recibir tu yugo. Permíteme servirte. Aunque soy un servidor inútil si tu gracia no me acompaña y no trabaja siempre a mi lado (Sab 9,10), recíbeme como tu servidor para siempre.

miércoles, 15 de mayo de 2024

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 16 de Mayo - «Los que tú me has dado quiero que estén donde estoy yo»


Beato Guerrico de Igny Sermón: ¿No te tengo a ti en el cielo? Y contigo, ¿qué me importa la tierra? En la Ascensión del Señor, nn. 2-5: SC 202, 274-280



«Los que tú me has dado quiero que estén donde estoy yo» 

    Padre, cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste. Ahora voy a ti. Guarda en tu nombre a los que me has dado. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. El contenido de esta oración, como lo indica el texto que hemos leído, se resume en tres puntos, que constituyen la suma de la salvación e incluso de la perfección, de suerte que nada se pueda añadir: a saber, que sean los discípulos guardados del mal, consagrados en la verdad y con él glorificados. Padre -dice-, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria.

    ¡Dichosos los que tienen por abogado al mismo juez! ¡Dichosos aquellos por quienes ora el que es digno de la misma adoración que aquel a quien ora! El Padre no va a negarle lo que piden sus labios, ya que ambos no poseen más que una sola voluntad y un mismo poder, pues son un solo Dios. Es de absoluta necesidad que todo lo que pide Cristo se realice, porque su palabra es poderosa y su voluntad, eficaz. En el momento de la creación, él lo dijo, y existió, él lo mandó y surgió. Éste es –dice– mi deseo: que estén conmigo donde yo estoy. ¡Qué seguridad para los fieles! ¡Qué confianza para los creyentes! Con tal de que no minusvaloren la gracia que recibieron. Pues esta seguridad no se promete a solos los apóstoles o a sus compañeros, sino a todos los que crean en Dios por la palabra de ellos. Dice en efecto: No sólo ruego por ellos, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos.

    Porque a vosotros, hermanos, se os ha concedido la gracia no sólo de creer en él, sino de sufrir por él, como dice el Apóstol. A vosotros, esto es, a los que la fe en la promesa de Cristo, lejos de hacerlos más negligentes en la seguridad, los torna más fervientes en la alegría, y embarcados en una lucha sin cuartel contra los vicios, los corona con un martirio asiduo. Asiduo, pero fácil; fácil, pero sublime. Fácil, porque nada nos manda que supere nuestras posibilidades; sublime, porque la victoria es sobre todo el poderío de aquel fuerte bien armado. ¿O es que no es fácil llevar el suave yugo de Cristo? ¿Y acaso no es sublime ser coronado en su reino? Os ruego que me contestéis: ¿Puede haber algo más fácil que llevar las alas que llevan al que las lleva? ¿Y algo más sublime que planear sobre los cielos, donde Cristo ascendió?

    Pero pensemos, hermanos; ¿podrá de repente alzar el vuelo a los cielos quien ahora no aprendiere a volar en el constante adiestramiento de cada día? Algunos vuelan contemplando; vuela tú al menos amando. Pablo fue, en éxtasis, arrebatado hasta el tercer cielo; Juan hasta la Palabra que existía en el principio; tú al menos no consientas en arrastrar por el polvo tu alma degenerada, ni soportes que tu corazón sumergido en la indolencia, se pudra en el cieno. Y si en alguna ocasión buscaste no los bienes de arriba, sino los de la tierra, repróchatelo a ti mismo y di al Señor con el profeta: ¿No te tengo a ti en el cielo? Y contigo, ¿qué me importa la tierra? ¡Miserable de mí! ¡Cómo me equivocaba! Tan grandes como son los bienes que me están reservados en el cielo y yo los despreciaba. Tan nada los que hay en la tierra, y con qué avidez los deseaba. Cristo, tu tesoro, ha subido al cielo: esté allí también tu corazón. De allí procedes, allí está tu Padre y'allí está tu heredad; de allí esperas al Salvador. Amén.

viernes, 4 de agosto de 2023

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 5 de Agosto - " La grandeza de Juan el Bautista"


Beato Guerrico de Igny, abad  (c. 1080-1157), abad cisterciense Sermón 3º sobre san Juan Bautista


"La grandeza de Juan el Bautista"

    Lo que ha hecho grande a Juan, lo que le ha hecho el más grande entre los grandes, es que ha vivido sus virtudes al máximo… uniendo a estas la más grande de todas, la humildad. Siendo considerado como el más elevado de todos, espontáneamente y con la presura del amor, ha puesto por encima de él a Aquel que es el más humilde de todos, y hasta tal punto lo ha puesto por encima de él que se declaró indigno de desatarle las sandalias (Mt 3, 11).

    Que otros queden maravillados de que Juan haya sido anunciado por los profetas, anunciado por un ángel…, nacido de padres tan santos y tan nobles, aunque de edad avanzada y estériles…, que en el desierto haya preparado el camino del Redentor, que haya convertido los corazones de los padres hacia los hijos y los de los hijos hacia los padres (Lc 1,17), que haya sido digno de bautizar al Hijo, escuchar al Padre, ver al Espíritu (Lc 3, 22), en fin, que haya combatido por la verdad hasta dar la vida y que, para ser precursor de Cristo incluso en el país de los muertos, haya sido mártir de Cristo ya antes de su Pasión. Que otros se queden maravillados de todo esto…

    A nosotros, hermanos míos, se nos propone su humildad no tan sólo como objeto de admiración, sino también de imitación. Es ella que le ha incitado a no querer pasar por grande, siendo así que podía hacerlo… En efecto, este fiel «amigo del Esposo» (Jn 3,29) que amaba a su Señor más que a sí mismo, deseaba «disminuir» para que él creciera (v 30). Se esforzaba para aumentar la gloria de Cristo haciéndose él mismo más pequeño, manifestando a través de toda su conducta lo que diría el apóstol Pablo: «No nos predicamos a nosotros mismos sino al Señor Jesucristo» (2Co 4,5).

miércoles, 1 de febrero de 2023

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 02 de Febrero - «Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios»


     Beato Guerrico de Igny, abad cisterciense Sermón 1º para la Purificación.

«Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios» 

    «Tened en las manos las lámparas encendidas» (Lc 12,35). A través de este signo visible, demos muestras del gozo que compartimos con Simeón llevando en sus manos la luz del mundo… Seamos ardorosos por nuestra devoción y resplandecientes por nuestras obras, y junto con Simeón llevaremos a Cristo en nuestras manos… La Iglesia tiene hoy la costumbre tan bella de hacernos llevar cirios… ¿Quién es que hoy, teniendo en su mano la antorcha encendida no se acuerda del bienaventurado anciano? En este día tomó a Jesús en sus brazos, el Verbo presente en la carne, como lo es la luz en el cirio, dando testimonio de que era «la luz destinada para iluminar a las naciones». Ciertamente que el mismo Simeón era «una lámpara ardiente y luminosa» dando testimonio de la luz (Jn 5,35; 1,7). Es para eso que, conducido por el Espíritu Santo del que estaba lleno, fue al Templo «para recibir, oh Dios, tu misericordia en medio de tu Templo» (Sal 47,10) y proclamar que ella era la misericordia y la luz de tu pueblo.

    Oh anciano irradiando paz, no sólo llevabas la luz en tus manos sino que estabas penetrado de ella. Estabas tan iluminado por Cristo que veías por adelantado cómo él iluminaría a las naciones…, cómo estallaría hoy el resplandor de nuestra fe. Alégrate ahora, santo anciano; hoy ves lo que tú habías previsto: las tinieblas del mundo se han disipado; «las naciones caminan a su luz»; «toda la tierra está llena de tu gloria» (Is 60,3; 6,3).

viernes, 2 de abril de 2021

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 03 de Abril - «Este es el día en actuó el Señor»


        Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157) abad cisterciense Tercer sermón sobre la Resurrección


«Este es el día en actuó el Señor»

    «Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo» (Sl 117,24). Hermanos, esperemos al Señor exultando de gozo a fin de poderle ver y alegrarnos con su luz. Abraham exultó con sólo pensar que vería el día de Cristo, y así mereció verle y alegrase de ello (Jn 8,56). También a ti te es necesario velar cada día junto a las puertas de la Sabiduría (Pr 8,34)…, con María Magdalena hacer guardia a la puerta del sepulcro de Cristo. Entonces, estoy seguro, con ella experimentarás cuán verdad es lo que dice la Escritura referente a la Sabiduría en persona que es Cristo: «Fácilmente la contemplan los que la aman y la encuentran los que la buscan» (Sb 6,12)… Él mismo lo ha prometido: «Yo amo a los que me aman y los que me buscan me encontrarán» (Pr 8,17). Es así como María ha encontrado a Jesús en carne, velando al ir al sepulcro cuando todavía era oscuro. Es verdad, tú ya no debes conocerle según la carne (2C 5,16) sino según el espíritu. Pero lo encontrarás si lo buscas con un deseo semejante al de María... «Mi alma te ansía de noche, mi espíritu madruga por ti» (Is 26,9). Di con el salmista: «Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti» (Sl 62,2)… ¡Velad, pues, hermanos y orad intensamente!... ¡Velad cuanto podáis porque ya apunta la aurora del día sin ocaso... Sí, «es ya hora de dejar el sueño, porque la noche está ya avanzada y el día se echa encima» (Rm 13,12). Velad pues para que el Lucero de la mañana, Cristo, se alce sobre vosotros, él cuya «aurora es cierta como lo es su salida» (Os 6,3) porque está a punto para renovar a menudo el misterio de su resurrección matinal en favor de los velan por él. Entonces, con el corazón jubiloso, podrás cantar: «El Señor nos ilumina. Éste es el día en que actuó el Señor, alegrémonos y gocémonos en él»

jueves, 4 de febrero de 2021

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 05 de Febrero - «Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios»


        Beato Guerrico de Igny, abad Homilía: Sermón para Todos los Santos: PL 85, 205.

«Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios»

    “Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos”. El Nuevo Testamento, al principio, es totalmente gozoso y lleno de la nueva gracia; e incluso un poco provoca al no creyente o al perezoso a que escuche, y quizás más todavía, a actuar, prometiendo la felicidad al desdichado y el Reino de los cielos al exiliado, a los que viven en la desgracia. El principio de la Nueva Ley es agradable de escuchar y comienza bajo felices auspicios ya que, desde el principio, el legislador pronuncia tantas palabras llenas de felicidad. Así los que se sienten atraídos por ellas caminarán de virtud en virtud subiendo los ocho peldaños que el Evangelio ha construido y puesto en su lugar en nuestro corazón… Porque se trata, claro está, de la subida que deben hacer los corazones y del progreso de los méritos a través de ocho grados de virtud, que gradualmente conducen al hombre desde lo más bajo hasta los niveles más altos de perfección evangélica. De tal manera que entrará al fin a ver al Dios de los dioses en Sión (Sl 83,3), en su templo, del cual el profeta dice: “Se subía a él por ocho peldaños” (Ez 40, 37).

    La primera virtud de los principiantes es la renuncia al mundo a través de la cual llegamos a ser pobres de corazón; la segunda es la mansedumbre, por la cual nos sometemos a la obediencia y nos acostumbramos a ella; después el dolor con el cual lloramos nuestros pecados, o bien en medio del llanto, pedimos las virtudes. Las gustamos, ciertamente, allí donde más sentíamos hambre y sed de justicia, tanto para nosotros como para los demás, y comenzamos a sentir celo por los pecadores. Ahora bien para que un ardor inmoderado no se convierta en falta, debe venir acompañado de misericordia que temperará el ardor. Aplicándose y ejercitándose en esta virtud, cuando habrá aprendido a ser justo y misericordioso, quizás será capaz de entrar en la contemplación y dedicarse a purificar su corazón con el fin de ver a Dios.

martes, 26 de enero de 2021

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 27 de Enero - «Los otros son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto»


       Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157) abad cisterciense 5º Sermón para la Navidad

«Los otros son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto»

    ¡Con toda certeza, no hay «una palabra segura y que merece ser acogida sin reservas» (1Tes 1,15) si no es tu Palabra todopoderosa, Señor! Cuando un sosegado silencio todo lo envolvía y la noche se encontraba en la mitad de su carrera, tu Palabra omnipotente saltó desde las estancias del Padre (Sab 18,14s) hasta un pesebre para animales, que de momento nos habla mejor a través de su silencio. «El que tenga oídos para oír, que oiga» lo que nos dice este santo y misterioso silencio del Verbo eterno. (...) ¿Acaso hay algo que inculque la regla del silencio con tanto peso y autoridad, nada que reprima el inquieto mal de la lengua y las tempestades de la palabra (...), que la silenciosa Palabra de Dios entre los hombres? «No ha llegado la palabra a mi lengua» (Sl 138,4) parece proclamar la Palabra todopoderosa cuando se somete a su madre. Y nosotros ¿con qué insensatez decimos: «La lengua es nuestra fuerza, nuestros labios nos defienden, quién será nuestro amo? (Sl 11,5). ¡Qué dulce sería para mí poder guardar silencio, desaparecer y callarme, incluso para el bien, a fin de poder poner mayor atención, estar más recogido, y poder escuchar las palabras y el significado sagrado de este divino silencio! ¡Cuán bueno sería para mí entrar en la escuela del Verbo la misma cantidad de tiempo que el mismo Verbo ha guardado silencio en la escuela de su madre (…)! «El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14). Pongamos, hermanos, toda nuestra devoción en meditar a Cristo envuelto en los pañales con que su madre le cubrió, a fin de ver en el gozo eterno del Reino, la gloria y la belleza con la que su Padre le habrá revestido.

sábado, 26 de diciembre de 2020

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 27 de Diciembre - «Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios»


        Beato Guerrico de Igny, abad cisterciense Sermón 1º para la Purificación.

«Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios» 

    «Tened en las manos las lámparas encendidas» (Lc 12,35). A través de este signo visible, demos muestras del gozo que compartimos con Simeón llevando en sus manos la luz del mundo… Seamos ardorosos por nuestra devoción y resplandecientes por nuestras obras, y junto con Simeón llevaremos a Cristo en nuestras manos… La Iglesia tiene hoy la costumbre tan bella de hacernos llevar cirios… ¿Quién es que hoy, teniendo en su mano la antorcha encendida no se acuerda del bienaventurado anciano? En este día tomó a Jesús en sus brazos, el Verbo presente en la carne, como lo es la luz en el cirio, dando testimonio de que era «la luz destinada para iluminar a las naciones». Ciertamente que el mismo Simeón era «una lámpara ardiente y luminosa» dando testimonio de la luz (Jn 5,35; 1,7). Es para eso que, conducido por el Espíritu Santo del que estaba lleno, fue al Templo «para recibir, oh Dios, tu misericordia en medio de tu Templo» (Sal 47,10) y proclamar que ella era la misericordia y la luz de tu pueblo.

    Oh anciano irradiando paz, no sólo llevabas la luz en tus manos sino que estabas penetrado de ella. Estabas tan iluminado por Cristo que veías por adelantado cómo él iluminaría a las naciones…, cómo estallaría hoy el resplandor de nuestra fe. Alégrate ahora, santo anciano; hoy ves lo que tú habías previsto: las tinieblas del mundo se han disipado; «las naciones caminan a su luz»; «toda la tierra está llena de tu gloria» (Is 60,3; 6,3).

miércoles, 16 de diciembre de 2020

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 17 de Diciembre - «Esperanza de las naciones»


        Beato Guerrico de Igny Sermón: Mi herencia es el Señor Sermón I para el Adviento: SC 166.

«Esperanza de las naciones»

    ¡Tú eres el esperado de las naciones! (Gn 49,10 Vulg) Los que te esperan no quedarán confundidos. Nuestros padres te esperaron; todos los justos, desde la creación del mundo, han esperado en ti; y no los has defraudado (cf Sal. 21,5)…

    La Iglesia que esperaba en los antiguos padres el primer advenimiento de Cristo, espera igualmente el segundo en los justos de la nueva alianza. Estando segura de que el primer advenimiento traería el precio de nuestra redención, espera segura que el segundo advenimiento traerá la recompensa. Pendiente de esta espera, esta esperanza que sobrepasa todo lo terreno, la Iglesia aspira con un gozo ardiente los bienes eternos.

    Mientras otros se apresuran a buscar su felicidad en las cosas terrenas sin esperar que se cumplan los designios del Señor, mientras se precipitan hacia las riquezas que el mundo puede ofrecer, aquel que tiene la dicha de poner su esperanza en el Señor no fija su mirada en las cosas vanas y engañosas de la tierra. Sabe que vale más ser humillado con los mansos que participar en el botín del mundo con los orgullosos. El humilde se consuela diciéndose a sí mismo: “Mi herencia es el Señor. Lo esperaré. El Señor es bueno para los que esperan en él, para los que le buscan. Es bueno esperar en silencio la salvación de Dios. Señor, es verdad, mi alma desfallece esperando tu salvación; pero, el Señor es mi lote, por eso espero en él” (cf Lam 3,24; Sal 118,80). Aunque tarde, lo esperaré, porque vendrá en su momento.

lunes, 14 de diciembre de 2020

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 15 de Diciembre - "Convertirse siguiendo las llamadas de Juan Bautista que prepara el camino del Señor"


        Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157) abad cisterciense 5º sermón para el Adviento

Convertirse siguiendo las llamadas de Juan Bautista que prepara el camino del Señor

    Es un gozo para mí, hermanos, evocar con vosotros el camino del Señor... del cual Isaías hace un elogio tan bello: «Habrá... en la tierra árida y en el desierto, un camino y una vía... Esta vía será llamada Vía Sacra» (Is 35, 7-8) porque ella es la santificación de los pecadores y la salvación de los que están perdidos... «No pasará por ella el impío». Querido Isaías, ¿los que son impuros pasarán por otra vía? ¡Ah no! ¡Que todos vengan por esta vía y que en ella adelanten! Porque es sobre todo para los impuros que Cristo la ha trazado, ya que él «vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido» (Lc 19,10)… ¿Entonces, es que el impuro pasará por la Vía Sacra? ¡Dios no lo quiera! Por muy sucio que esté al pisarla, ya no lo será más cuando pase por ella, porque desde que habrá puesto en ella los pies, desaparecerá su suciedad. En efecto, la Vía Sacra está abierta al hombre impuro pues desde que ella lo acoge, lo purifica borrando todo el mal que ha cometido... No le deja pasar con su suciedad, porque es la «vía estrecha», y por decirlo de otra manera «el ojo de la aguja» (Mt 7,14; 19,24)… Si tú estás ya en el camino, no te alejes de él; de no ser, así el Señor te dejará errar en el «camino de tu propio corazón» (Is 57,17)… Si encuentras la vía demasiado estrecha, considera el término al que te conduce... Pero si tu mirada no alcanza ver el término, fíate de Isaías, el vidente. Él, que a la vez distinguía entre la estrechez y el término de la vía, añadía: «Sobre este camino marcharán los liberados, los rescatados del Señor; llegarán a Sión con cantos de gozo. Una felicidad sin fin transfigurará su rostro. Tendrán alegría y gozo. Huirán dolores y gemidos » (35, 9-10).

jueves, 29 de octubre de 2020

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 30 de Octubre - "Jesús sentado la mesa con los fariseos"


        Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157) abad cisterciense Sermón

Jesús sentado la mesa con los fariseos

    El Creador del mundo, eterno e invisible, dispuesto a salvar a todo el género humano que, desde el inicio de los tiempos, se arrastraba y estaba sometido a las duras leyes de la muerte, «en estos tiempos que son los últimos» (Heb 1,2) se ha dignado hacerse hombre..., y, en su clemencia, rescatar a aquellos que su misma justicia había condenado. Para demostrar cual es la profundidad de su amor hacia nosotros, no sólo se hizo hombre, sino hombre pobre y humilde, y «siendo rico, por vosotros se hizo pobre, para que vosotros, con su pobreza, os hagáis ricos» (2Co 8,9). De tal manera se hizo pobre por nosotros que ni tan sólo tuvo dónde reclinar su cabeza: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza» (Mt 8,20). Es por eso que él aceptaba ir a las comidas a las que se le invitaba, no por el gusto inmoderado de las comidas, sino para mostrar que había llegado la salvación y suscitar en ellos la fe. En ellas y a través de sus milagros, llenaba de luz a los invitados. En ellas, incluso los sirvientes que, ocupados, estaban en el interior, escuchaban su palabra de salvación. En efecto, nunca menospreció a nadie, nadie era indigno de su amor puesto que «te compadeces de todos, Señor, y no odias nada de lo que has hecho» (Sb 11,24). Para llevar a cado su obra de salvación, el Señor entró, pues, un sábado en casa de un fariseo notable. Los escribas y fariseos le observaban para poderle recriminar pues si curaba a un hidrópico, le podían acusar de violar la Ley y, si no le curaba, podían acusarle de falta de compasión y de debilidad... A través de la luz de su purísima palabra de verdad, vieron pronto desvanecerse todas las tinieblas de su mentira.

miércoles, 8 de abril de 2020

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 09 de Abril - "Habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo"


        Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157), abad cisterciense
       Sermón 1 para el Domingo de Ramos; SC 202, pag. 165ss

“Habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo.” 

    “Tened los sentimientos de Cristo”... “El, que era de condición divina”, igual a Dios por naturaleza, porque participa de su poder, de su eternidad y de su mismo ser..., asumió el oficio de servidor, “abajándose a si mismo, siendo obediente al Padre hasta la muerte, y la muerte de cruz” (cf Fl 2,5-8). Se podría pasar por alto que, siendo el Hijo e igual que el Padre, haya servido al Padre como un servidor; mejor aún, ha servido a su propio servidor más que cualquier otro. Porque el hombre había sido creado para servir a su creador; ¿qué hay de más justo que servirle a quien te ha creado, sin el cual no existirías? ¿Y qué hay de más dichoso que servirle, ya que servir es reinar? Pero el hombro dijo a su creador: “No serviré” (Jr 2,20).

    “Ahora bien, soy yo quien te serviré a ti” dice el creador a su criatura. Ponte a la mesa; yo te serviré, te lavaré los pies. Descansa, tomaré sobre mi tus dolores; llevaré todas tus cargas y debilidades... Si estás cansado o cargado, te llevaré sobre mis hombros, a ti y a tu carga, para ser el primero en cumplir mi ley: “Llevad las cargas los unos de los otros” (Gal 6,2) ...Si tienes hambre o sed....aquí estoy a punto para ser inmolado para que tú puedas comer mi carne y beber mi sangre... Si te llevan a la cautividad o si te venden como esclavo, aquí estoy...; rescátate pagando el precio que sacarás por mí; me entrego yo mismo como precio... Si estás enfermo, si temes la muerte, moriré en tu lugar, para que mi sangre sea un remedio para tu vida...”

    ¡Oh, Señor mío, a qué precio has rescatado a tu siervo inútil!... ¡con qué arte de amor, de dulzura y de benignidad has recuperado a tu siervo rebelde, triunfando del mal por el bien, confundiendo mi orgullo por tu humildad, colmando al ingrato con tus beneficios! Así triunfó tu sabiduría.

sábado, 4 de abril de 2020

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 05 de Abril - "Bendito el que viene en nombre del Señor"


       Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157), abad cisterciense  
      Sermones para el domingo de Ramos; SC 202, pag. 188ss

“Bendito el que viene en nombre del Señor”

    La fiesta de hoy presenta a los ojos de los hombres aquel que nuestra alma desea bajo dos aspectos diferentes. (Is 26,9) “el más bello de los hombres” (sal 44,3) Los dos aspectos atraen nuestra mirada; los dos son objeto de nuestro deseo y de nuestro amor, porque en uno y en otro es el Salvador de los hombre...

    Si contemplamos al mismo tiempo la procesión de hoy y la pasión, vemos a Jesús glorioso y sublime y humillado y sufriente. En la procesión recibe los honores de rey y en la pasión es golpeado como un malhechor. Aquí, la gloria y el honor le rodean; allí “sin forma ni hermosura”(Is 53,2). Aquí, él es la alegría de los hombres y el orgullo del pueblo; allí, “oprobio de los hombres, desprecio del pueblo” (Sal 21,7) Aquí es aclamado: “Hosana al Hijo de David. Bendito sea el rey de Israel que viene...”; allí los gritos enfurecidos de la gente que pide su muerte, burlándose del que se hizo rey de Israel. Aquí, la gente sale a su encuentro con palmas en las manos; allí le dan bofetadas y con cañas le golpean en la cabeza. Aquí es colmado de elogios; allí cubierto de injurias. Aquí la gente porfía extendiendo sus mantos ante Jesús; allí es despojado de sus vestiduras. Aquí es recibido en Jerusalén como el Rey justo y el Salvador; allí es expulsado de Jerusalén como un criminal y un impostor. Aquí va montado sobre un asno, envuelto en agasajos; allí es colgado en la madera de la cruz, roto por los golpes, cubierto de llagas y abandonado por los suyos...

    Señor Jesús, en tu rostro resplandece la sabiduría, tanto si aparece glorioso como si se presenta humillado. En él resplandece la gloria de la luz eterna (Sb 7,26) Que brille siempre sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro (Sal 4,7), en la tristeza como en las alegrías... tú eres la alegría y la salvación de todos, tanto si te vemos montado sobre el asno o clavado en la cruz.

domingo, 1 de diciembre de 2019

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 02 de Diciembre - "Un centurión del ejército romano se le acercó suplicándole..."


       Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157), abad cisterciense 
      Tercer sermón para el Adviento, 2; SC 166, pag. 123

“Un centurión del ejército romano se le acercó suplicándole...” 

   ¡O verdadero Israel, estate preparado para salir al encuentro del Señor! No sólo estate a punto para abrirle cuando llame a la puerta sin sal alegremente a su encuentro mientras esté todavía lejos, y con plena confianza ante el día del juicio, pide de todo corazón que venga su reino.... Que tu boca pueda cantar: “Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme” (Sal 56,8)....

    ¡Y tu Señor, ven a mi encuentro, yo que te voy buscando! Porque, a pesar de todos mis esfuerzos no me podré levantar hasta ti si tú no te inclinas, me tiendes tu derecha ya que es obra de tus manos. (cf Job 14,15) Sal a mi encuentro y ve que no hay impiedad en mí. Y si encuentras en mí un camino de maldad que yo desconozco, apártalo de mí y ten misericordia de mí, condúceme por el camino eterno,(cf Sal 138,24) es decir, Cristo, ya que él es el camino por donde llegar a la eternidad, sendero inmaculado y morada de los santos.

jueves, 18 de abril de 2019

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 19 de Marzo - "Dichosos los que se refugian en él"


      Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157), abad cisterciense 4º sermón para los Ramos

“Dichosos los que se refugian en él”

    Bendito aquel que, para que yo pueda “hacer mi nido en los huecos de la peña” (Ct 2,14), se ha dejado perforar las manos, los pies y el costado. Bendito aquel que se ha abierto todo entero a mí para que yo pueda penetrar en el santuario admirable (Sl 41,5) y “me esconda en lo escondido de su morada” (Sl 26,5). Esta peña es un refugio…, dulce lugar donde anidan las palomas, porque los huecos tan abiertos de esta llagas sobre todo el cuerpo ofrecen el perdón a los pecadores y conceden la gracia a los justos. Es una estancia segura, hermanos, “una roca inaccesible y mi bastión contra el enemigo” (sl 60,4), el habitar, por una meditación constante y amorosa, en las llagas de Cristo nuestro Señor, el buscar en la fe y el amor hacia el Crucificado, un refugio seguro para nuestra alma, un refugio contra la vehemencia de la carne, las tempestades de este mundo, los asaltos del demonio. La protección de este santuario predomina sobre el prestigio de este mundo…

    Entra, pues, en esta peña, escóndete…, refúgiate en el Crucificado… ¿Qué es la llaga del costado de Cristo sino la puerta del arca abierta para los que serán preservados del diluvio? Pero el arca de Noé era solamente un símbolo; aquí, es la realidad; no se trata ya de salvar la vida mortal, sino de recibir la inmortalidad…

    Es pues bien justo que la paloma de Cristo, su hermosa (Ct 2,13-14)…, cante hoy con gozo sus alabanzas. Del recuerdo o de la imitación de la pasión, de la meditación de sus santas llagas, como de los escondrijos de la peña, su dulce voz resuena en los oídos del Esposo (Ct 2,14).

martes, 10 de mayo de 2016

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

TIEMPO PASCUAL
MARTES DE SEMANA VII
10 de mayo

   
    Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157), abad cisterciense
    Sermón sobre la Ascensión, 1-2; PL 185, 153-155

“A la hora de dejar este mundo para ir al Padre....Jesús oraba así...” (cf Jn 13,1)

    El Señor pronunció esta oración la víspera de su pasión. Pero no está fuera de contexto aplicarla al día de la Ascensión, en el momento en que se separó por última vez de sus “hijitos”, (Jn 13,33) confiándolos a su Padre. El, que en el cielo gobierna la multitud de los ángeles que él creó, había reunido en torno a si un pequeño grupo de discípulos para instruirlos con su presencia en la carne, hasta el momento en que ellos, con el corazón ensanchado, podían ser conducidos por el Espíritu. El Señor amaba a estos pequeñuelos con un amor digno de su grandeza. Los había liberado del amor de este mundo. Veía cómo ellos renunciaban a toda esperanza terrena y cómo dependían únicamente de él. No obstante, mientras vivía en su cuerpo junto a ellos nos les prodigaba a la ligera las muestras de su afecto; se mostró con ellos más bien firme que tierno, como conviene a un padre y a un maestro.
    Pero en el momento de dejarlos parece que el Señor se dejó vencer por la ternura que sentía por ellos y no puede disimular delante de ellos su dulzura... De ahí que dice: “Y él, que había amado a los suyos, que estaban en el mundo, llevó su amor hasta el fin” (Jn 13,1). Porque entonces, él derramó de alguna manera toda la fuerza de su amor por sus amigos, derramándose él mismo como agua, a manos de sus enemigos (cf Sal 21,15). Les entregó el sacramento de su cuerpo y de su sangre y les mandó celebrarlo en memoria suya. No sé lo que es más admirable: su poder o su amor al inventar esta nueva manera de quedarse con ellos para consolarlos de su partida.

Fuente: ©Evangelizo.org



    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

jueves, 24 de marzo de 2016

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

TIEMPO DE CUARESMA
JUEVES SANTO
24 de marzo


Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157), abad cisterciense 
Sermón 1 para el Domingo de Ramos; SC 202, pag. 165ss

“Habiendo amado a los suyos,
 los amó hasta el extremo.” (Jn 13,1)

    “Tened los sentimientos de Cristo”... “El, que era de condición divina”, igual a Dios por naturaleza, porque participa de su poder, de su eternidad y de su mismo ser..., asumió el oficio de servidor, “abajándose a si mismo, siendo obediente al Padre hasta la muerte, y la muerte de cruz” (cf Fl 2,5-8).   Se podría pasar por alto que, siendo el Hijo e igual que el Padre, haya servido al Padre como un servidor; mejor aún, ha servido a su propio servidor más que cualquier otro. Porque el hombre había sido creado para servir a su creador; ¿qué hay de más justo que servirle a quien te ha creado, sin el cual no existirías? ¿Y qué hay de más dichoso que servirle, ya que servir es reinar? Pero el hombro dijo a su creador: “No serviré” (Jr 2,20).

    “Ahora bien, soy yo quien te serviré a ti” dice el creador a su criatura. Ponte a la mesa; yo te serviré, te lavaré los pies. Descansa, tomaré sobre mi tus dolores; llevaré todas tus cargas y debilidades... Si estás cansado o cargado, te llevaré sobre mis hombros, a ti y a tu carga, para ser el primero en cumplir mi ley: “Llevad las cargas los unos de los otros” (Gal 6,2) ...Si tienes hambre o sed....aquí estoy a punto para ser inmolado para que tú puedas comer mi carne y beber mi sangre... Si te llevan a la cautividad o si te venden como esclavo, aquí estoy...; rescátate pagando el precio que sacarás por mí; me entrego yo mismo como precio... Si estás enfermo, si temes la muerte, moriré en tu lugar, para que mi sangre sea un remedio para tu vida...”

    ¡Oh, Señor mío, a qué precio has rescatado a tu siervo inútil!... ¡con qué arte de amor, de dulzura y de benignidad has recuperado a tu siervo rebelde, triunfando del mal por el bien, confundiendo mi orgullo por tu humildad, colmando al ingrato con tus beneficios! Así triunfó tu sabiduría.


Fuente: ©Evangelizo.org









    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.