TIEMPO DE CUARESMA
JUEVES SANTO
24 de marzo
Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157), abad cisterciense
Sermón 1 para el Domingo de Ramos; SC 202, pag. 165ss
“Habiendo amado a los suyos,
los amó hasta el extremo.” (Jn 13,1)
“Tened los sentimientos de Cristo”... “El, que era de condición divina”, igual a Dios por naturaleza, porque participa de su poder, de su eternidad y de su mismo ser..., asumió el oficio de servidor, “abajándose a si mismo, siendo obediente al Padre hasta la muerte, y la muerte de cruz” (cf Fl 2,5-8). Se podría pasar por alto que, siendo el Hijo e igual que el Padre, haya servido al Padre como un servidor; mejor aún, ha servido a su propio servidor más que cualquier otro. Porque el hombre había sido creado para servir a su creador; ¿qué hay de más justo que servirle a quien te ha creado, sin el cual no existirías? ¿Y qué hay de más dichoso que servirle, ya que servir es reinar? Pero el hombro dijo a su creador: “No serviré” (Jr 2,20).
“Ahora bien, soy yo quien te serviré a ti” dice el creador a su criatura. Ponte a la mesa; yo te serviré, te lavaré los pies. Descansa, tomaré sobre mi tus dolores; llevaré todas tus cargas y debilidades... Si estás cansado o cargado, te llevaré sobre mis hombros, a ti y a tu carga, para ser el primero en cumplir mi ley: “Llevad las cargas los unos de los otros” (Gal 6,2) ...Si tienes hambre o sed....aquí estoy a punto para ser inmolado para que tú puedas comer mi carne y beber mi sangre... Si te llevan a la cautividad o si te venden como esclavo, aquí estoy...; rescátate pagando el precio que sacarás por mí; me entrego yo mismo como precio... Si estás enfermo, si temes la muerte, moriré en tu lugar, para que mi sangre sea un remedio para tu vida...”
¡Oh, Señor mío, a qué precio has rescatado a tu siervo inútil!... ¡con qué arte de amor, de dulzura y de benignidad has recuperado a tu siervo rebelde, triunfando del mal por el bien, confundiendo mi orgullo por tu humildad, colmando al ingrato con tus beneficios! Así triunfó tu sabiduría.
Fuente: ©Evangelizo.org
Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene.
San Crisóstomo.
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