jueves, 26 de diciembre de 2019

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL CHRISTUS VIVIT



Capítulo tercero
Ustedes son el ahora de Dios




Algunas cosas que les pasan a los jóvenes
Deseos, heridas y búsquedas

81. Los jóvenes reconocen que el cuerpo y la sexualidad tienen una importancia esencial para su vida y en el camino de crecimiento de su identidad. Sin embargo, en un mundo que enfatiza excesivamente la sexualidad, es difícil mantener una buena relación con el propio cuerpo y vivir serenamente las relaciones afectivas. Por esta y por otras razones, la moral sexual suele ser muchas veces «causa de incomprensión y de alejamiento de la Iglesia, ya que se percibe como un espacio de juicio y de condena». Al mismo tiempo, los jóvenes expresan «un explícito deseo de confrontarse sobre las cuestiones relativas a la diferencia entre identidad masculina y femenina, a la reciprocidad entre hombres y mujeres, y a la homosexualidad».

82. En nuestro tiempo «los avances de las ciencias y de las tecnologías biomédicas inciden sobre la percepción del cuerpo, induciendo a la idea de que se puede modificar sin límite. La capacidad de intervenir sobre el ADN, la posibilidad de insertar elementos artificiales en el organismo (cyborg) y el desarrollo de las neurociencias constituyen un gran recurso, pero al mismo tiempo plantean interrogantes antropológicos y éticos». Pueden llevarnos a olvidar que la vida es un don, y que somos seres creados y limitados, que fácilmente podemos ser instrumentalizados por quienes tienen el poder tecnológico. «Además en algunos contextos juveniles se difunde un cierto atractivo por comportamientos de riesgo como instrumento para explorarse a sí mismos, buscando emociones fuertes y obtener un reconocimiento. […] Estos fenómenos, a los que están expuestas las nuevas generaciones, constituyen un obstáculo para una maduración serena».

83. En los jóvenes también están los golpes, los fracasos, los recuerdos tristes clavados en el alma. Muchas veces «son las heridas de las derrotas de la propia historia, de los deseos frustrados, de las discriminaciones e injusticias sufridas, del no haberse sentido amados o reconocidos». Además «están las heridas morales, el peso de los propios errores, los sentimientos de culpa por haberse equivocado». Jesús se hace presente en esas cruces de los jóvenes, para ofrecerles su amistad, su alivio, su compañía sanadora, y la Iglesia quiere ser su instrumento en este camino hacia la restauración interior y la paz del corazón.

84. En algunos jóvenes reconocemos un deseo de Dios, aunque no tenga todos los contornos del Dios revelado. En otros podremos vislumbrar un sueño de fraternidad, que no es poco. En muchos habrá un deseo real de desarrollar las capacidades que hay en ellos para aportarle algo al mundo. En algunos vemos una sensibilidad artística especial, o una búsqueda de armonía con la naturaleza. En otros habrá quizás una gran necesidad de comunicación. En muchos de ellos encontraremos un profundo deseo de una vida diferente. Se trata de verdaderos puntos de partida, fibras interiores que esperan con apertura una palabra de estímulo, de luz y de aliento.

85. El Sínodo ha tratado especialmente tres temas de suma importancia, cuyas conclusiones quiero acoger textualmente, aunque todavía nos requerirán avanzar en un mayor análisis y desarrollar una más adecuada y eficaz capacidad de respuesta.

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