«Sabemos que su testimonio es verdadero»
Nadie ha contemplado tan profundamente los abismos escondidos de la vida divina como él. Por eso él proclama solemnemente y secretamente… el misterio del eterno nacimiento del Verbo divino. El experimentó las luchas del Señor tan de cerca como sólo lo puede hacer un alma que ama esponsalmente… Cuidadosamente ha guardado y nos ha transmitido testimonios en los cuales el Redentor confesó su divinidad, frente a amigos y enemigos… Por él sabemos qué parte nos corresponde en la vida de Cristo y en la vida del Dios Trinitario…
Juan junto al pesebre nos dice: mirad lo que se concede a quien se entrega a Dios con corazón puro. Estos participarán de la total e inagotable plenitud de la vida humano-divina de Cristo como recompensa real. Venid y bebed de las fuentes de agua viva que el Salvador abre a los sedientos y que continúan manando en la vida eterna (Jn 7,37; 3,14). La Palabra se hizo carne y está ante nosotros bajo la forma de un niño recién nacido.
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