domingo, 17 de noviembre de 2019

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XXXIII
De la Feria. Salterio I

18 de noviembre

OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO

Si ésta es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Entremos a la presencia del Señor dándole gracias.

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: DIOS DE LA TIERRA Y DEL CIELO

Dios de la tierra y del cielo,
que, por dejarlas más claras,
las grandes aguas separas,
pones un límite al cielo.

Tú que das cauce al riachuelo
y alzas la nube a la altura,
tú que, en cristal de frescura,
sueltas las aguas del río
sobre las tierras de estío,
sanando su quemadura,

danos tu gracia, piadoso,
para que el viejo pecado
no lleve al hombre engañado
a sucumbir a su acoso.

Hazlo en la fe luminoso,
alegre en la austeridad,
y hágalo tu claridad
salir de sus vanidades;
dale, Verdad de verdades,
el amor a tu verdad. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Salmo 6 - ORACIÓN DEL AFLIGIDO QUE ACUDE A DIOS

Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera.
Misericordia, Señor, que desfallezco;
cura, Señor, mis huesos dislocados.
Tengo el alma en delirio,
y tú, Señor, ¿hasta cuándo?

Vuélvete, Señor, liberta mi alma,
sálvame por tu misericordia.
Porque en el reino de la muerte nadie te invoca,
y en el abismo, ¿quién te alabará?

Estoy agotado de gemir:
de noche lloro sobre el lecho,
riego mi cama con lágrimas.
Mis ojos se consumen irritados,
envejecen por tantas contradicciones.

Apartaos de mí los malvados,
porque el Señor ha escuchado mis sollozos;
el Señor ha escuchado mi súplica,
el Señor ha aceptado mi oración.

Que la vergüenza abrume a mis enemigos,
que avergonzados huyan al momento.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Ant 2. El Señor es el refugio del oprimido en los momentos de peligro.

Salmo 9 A I - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
proclamando todas tus maravillas;
me alegro y exulto contigo
y toco en honor de tu nombre, ¡oh Altísimo!

Porque mis enemigos retrocedieron,
cayeron y perecieron ante tu rostro.
Defendiste mi causa y mi derecho
sentado en tu trono como juez justo.

Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío
y borraste para siempre su apellido.
El enemigo acabó en ruina perpetua,
arrasaste sus ciudades y se perdió su nombre.

Dios está sentado por siempre
en el trono que ha colocado para juzgar.
Él juzgará el orbe con justicia
y regirá las naciones con rectitud.

El será refugio del oprimido,
su refugio en los momentos de peligro.
Confiarán en ti los que conocen tu nombre,
porque no abandonas a los que te buscan.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor es el refugio del oprimido en los momentos de peligro.

Ant 3. Narraré tus hazañas en las puertas de Sión.

Salmo 9 A II

Tañed en honor del Señor, que reside en Sión;
narrad sus hazañas a los pueblos;
él venga la sangre, él recuerda,
y no olvida los gritos de los humildes.

Piedad, Señor; mira como me afligen mis enemigos;
levántame del umbral de la muerte,
para que pueda proclamar tus alabanzas
y gozar de tu salvación en las puertas de Sión.

Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
su pie quedó prendido en la red que escondieron.
El Señor apareció para hacer justicia,
y se enredó el malvado en sus propias acciones.

Vuelvan al abismo los malvados,
los pueblos que olvidan a Dios.
El no olvida jamás al pobre,
ni la esperanza del humilde perecerá.

Levántate, Señor, que el hombre no triunfe:
sean juzgados los gentiles en tu presencia.
Señor, infúndeles terror,
y aprendan los pueblos que no son más que hombres.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Narraré tus hazañas en las puertas de Sión.

V. Enséñame a cumplir tu voluntad.
R. Y a guardarla de todo corazón.

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Ezequiel 17, 3-15. 19-24

ORÁCULO SOBRE LA RUINA Y LA RESTAURACIÓN

Esto dice el Señor:

«El águila gigante, de gigantescas alas, de gran envergadura, de plumaje tupido, de color abigarrado, voló al Líbano; cogió el cogollo del cedro, arrancó su pimpollo cimero y se lo llevó a un país de mercaderes, plantándolo en una ciudad de traficantes. Después cogió simiente de la tierra y la echó en terreno sembradío. La sembró ribereña, junto a aguas abundantes, para que germinara y se hiciera vid aparrada, achaparrada, para que orientara hacia ella los sarmientos, y le sometiera las raíces. Y se hizo vid, echó pámpanos y se puso frondosa.

Vino después otra águila gigante, de gigantescas alas y de espeso plumaje, y entonces nuestra vid, aunque estaba plantada en buen terreno, junto a aguas abundantes, sesgó sus raíces hacia ella y orientó hacia ella sus sarmientos, para recibir más riego que en el bancal donde estaba plantada, y así echar ramas y dar fruto y hacerse vid espléndida.

Di: Esto dice el Señor: "¿Le saldrá bien? ¿O la desceparán y se malogrará su fruto y se marchitarán sus renuevos? No hará falta un brazo robusto ni mucha gente para desceparla. Mirad, ya está plantada: ¿prosperará tal vez? ¿O se agostará cuando la azote el viento solano, en el bancal donde germinó se agostará?"»

Me vino esta palabra del Señor:

«Dile a la Casa Rebelde: "¿No entendéis lo que esto significa?" Di: Mirad, el rey de Babilonia fue a Jerusalén y, cogiendo a su rey y a sus príncipes, se los llevó a Babilonia. Tomando a uno de linaje real, hizo con él un pacto y le comprometió con juramento, llevándose a los nobles del país, para que fuera un reino humilde que no se ensoberbeciera y observara fielmente el pacto. Pero se rebeló contra él y envió mensajeros a Egipto pidiendo caballos y tropas numerosas. ¿Tendrá éxito? ¿Escapará con vida el que hizo esto? El que violó el pacto, ¿escapará con vida?

Por tanto, así dice el Señor: "Juro por mi vida que lo castigaré por haber menospreciado mi juramento y por haber violado mi pacto. Tenderé mi red sobre él, y lo cazaré en mi trampa; lo llevaré a Babilonia para juzgarlo allí, por haberme traicionado. Todas sus huestes caerán a espada y los supervivientes se dispersarán a todos los vientos, y sabréis que yo, el Señor, he hablado."»

Esto dice el Señor: «Cogeré una guía del cogollo del cedro alto y encumbrado; del vástago cimero arrancaré un esqueje y yo lo plantaré en un monte elevado y señero, lo plantaré en el monte encumbrado de Israel. Echará ramas, se pondrá frondoso y llegará a ser un cedro magnífico; anidarán en él todos los pájaros, a la sombra de su ramaje anidarán todas las aves. Y sabrán todos los árboles del campo que yo, el Señor, humillo al árbol elevado y elevo al árbol humilde, seco el árbol verde y reverdezco el árbol seco.»

RESPONSORIO    Ez 17, 22. 23. 24; Lc 14, 11

R. Lo plantaré en el monte encumbrado de Israel. Echará ramas, se pondrá frondoso y llegará a ser un cedro magnífico. * Yo, el Señor, humillo al árbol elevado y elevo al árbol humilde.
V. Porque todo aquel que se exalta será humillado, y el que se humilla será exaltado.
R. Yo, el Señor, humillo al árbol elevado y elevo al árbol humilde.

SEGUNDA LECTURA

Del Tratado de san Fulgencio de Ruspe, obispo, Sobre el perdón de los pecados
(Libro 2, 11, 2—12, 1. 3-4: CCL 91 A, 693-695)

EL VENCEDOR NO SUFRIRÁ DAÑO DE LA MUERTE SEGUNDA

En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque de la última trompeta, porque resonará y los muertos despertarán incorruptibles y nosotros nos veremos transformados. Al decir «nosotros» enseña Pablo que han de gozar junto con él del don de la transformación futura todos aquellos que, en el tiempo presente, se asemejan a él y a sus compañeros por la comunión con la Iglesia y por una conducta recta. Nos insinúa también el modo de esta transformación cuando dice: Esto corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y esto mortal tiene que vestirse de inmortalidad. Pero a esta transformación, objeto de una justa retribución, debe preceder antes otra transformación, que es puro don gratuito.

La retribución de la transformación futura se promete a los que en la vida presente realicen la transformación del mal al bien.

La primera transformación gratuita consiste en la justificación, que es una resurrección espiritual, don divino que es una incoación de la transformación perfecta que tendrá lugar en la resurrección de los cuerpos de los justificados, cuya gloria será entonces perfecta, inmutable y para siempre. Esta gloria inmutable y eterna es, en efecto, el objetivo al que tienden, primero, la gracia de la justificación y, después, la transformación gloriosa.

En esta vida somos transformados por la primera resurrección, que es la iluminación destinada a la conversión; por ella pasamos de la muerte a la vida, del pecado a la justicia, de la incredulidad a la fe, de las malas acciones a una conducta santa. Sobre los que así obran no tiene poder alguno la segunda muerte. De ellos dice el Apocalipsis: Bienaventurado el que toma parte en esta resurrección primera. Sobre ellos no tendrá poder alguno la segunda muerte. Y leemos en el mismo libro: El vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda. Así como hay una primera resurrección, que consiste en la conversión del corazón, así hay también una segunda muerte, que consiste en el castigo eterno. Que se apresure, pues, a tomar parte ahora en la primera resurrección el que no quiera ser condenado con el castigo eterno de la segunda muerte. Los que en la vida presente, transformados por el temor de Dios, pasan de mala a buena conducta, pasan de la muerte a la vida y más tarde serán transformados de su humilde condición a una condición gloriosa.

RESPONSORIO    Col 3, 3-4; Rm 6, 11

R. Habéis muerto y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios; * cuando se manifieste Cristo, que es vuestra vida, os manifestaréis también vosotros con él, revestidos de gloria.
V. Considerad que estáis muertos al pecado, pero que vivís para Dios en unión con Cristo Jesús.
R. Cuando se manifieste Cristo, que es vuestra vida, os manifestaréis también vosotros con él, revestidos de gloria.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor, Dios nuestro, concédenos alegrarnos siempre en tu servicio, porque la profunda y verdadera alegría está en ser fiel a ti, autor de todo bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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