martes, 24 de septiembre de 2019

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO ORDINARIO
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXV
De la Feria. Salterio I

25 de septiembre

OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO

Si ésta es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: CON ENTREGA, SEÑOR, A TI VENIMOS

Con entrega, Señor, a ti venimos,
escuchar tu palabra deseamos;
que el Espíritu ponga en nuestros labios
la alabanza al Padre de los cielos.

Se convierta en nosotros la palabra
en la luz que a los hombres ilumina,
en la fuente que salta hasta la vida,
en el pan que repara nuestras fuerzas;

en el himno de amor y de alabanza
que se canta en el cielo eternamente,
y en la carne de Cristo se hizo canto
de la tierra y del cielo juntamente.

Gloria a ti, Padre nuestro, y a tu Hijo,
el Señor Jesucristo, nuestro hermano,
y al Espíritu Santo, que, en nosotros,
glorifica tu nombre por los siglos. Amén

SALMODIA

Ant 1. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Salmo 17, 2-30 I- ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.

Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.

En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz
y mi grito llegó a sus oídos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Ant 2. El Señor me libró porque me amaba.

Salmo 17 II

Entonces tembló y retembló la tierra,
vacilaron los cimientos de los montes,
sacudidos por su cólera;
de su rostro se alzaba una humareda,
de su boca un fuego voraz,
y lanzaba carbones ardiendo.

Inclinó el cielo y bajó
con nubarrones debajo de sus pies;
volaba sobre un querubín
cerniéndose sobre las alas del viento,
envuelto en un manto de oscuridad:

como un toldo, lo rodeaban
oscuro aguacero y nubes espesas;
al fulgor de su presencia, las nubes
se deshicieron en granizo y centellas;

y el Señor tronaba desde el cielo,
el Altísimo hacía oír su voz:
disparando sus saetas, los dispersaba,
y sus continuos relámpagos los enloquecían.

El fondo del mar apareció,
y se vieron los cimientos del orbe,
cuando tú, Señor, lanzaste el fragor de tu voz,
al soplo de tu ira.

Desde el cielo alargó la mano y me sostuvo,
me sacó de las aguas caudalosas,
me libró de un enemigo poderoso,
de adversarios más fuertes que yo.

Me acosaban el día funesto,
pero el Señor fue mi apoyo:
me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor me libró porque me amaba.

Ant 3. Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.

Salmo 17 III

El Señor retribuyó mi justicia,
retribuyó la pureza de mis manos,
porque seguí los caminos del Señor
y no me rebelé contra mi Dios;
porque tuve presentes sus mandamientos
y no me aparté de sus preceptos;

Le fui enteramente fiel,
guardándome de toda culpa;
el Señor retribuyó mi justicia,
la pureza de mis manos en su presencia.

Con el fiel, tú eres fiel;
con el íntegro, tú eres íntegro;
con el sincero, tú eres sincero;
con el astuto, tú eres sagaz.
Tú salvas al pueblo afligido
y humillas los ojos soberbios.

Señor, tú eres mi lámpara;
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.
Fiado en ti, me meto en la refriega;
fiado en mi Dios, asalto la muralla.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.

V. Todos quedaban maravillados.
R. De las palabras que salían de la boca de Dios.

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Isaías 7, 1-17

LA SEÑAL DEL EMMANUEL. SEGURIDAD ANTE EL TEMOR DE GUERRA

Cuando Ajaz, hijo de Yotán, hijo de Ozías, reinaba en Judá, Rasín, rey de Damasco, y Pecaj, hijo de Romelía y rey de Israel, subieron a Jerusalén para atacarla; pero no lograron conquistarla. Llegó la noticia al heredero de David:

«Los sirios acampan en Efraím.»

Y se agitó su corazón y el del pueblo como se agitan los árboles del bosque con el viento. Entonces el Señor dijo a Isaías:

«Sal al encuentro de Ajaz, con tu hijo Sear Yasub, hacia el extremo del canal de la Alberca de Arriba, junto a la Calzada del Batanero, y le dirás:

"¡Vigilancia y calma! No temas, no te acobardes ante esos dos cabos de tizones humeantes (la ira ardiente de Rasín y los sirios, y del hijo de Romelía). Aunque tramen tu ruina diciendo: 'Subamos contra Judá, sitiémosla, apoderémonos de ella, y nombraremos en ella rey al hijo de Tabeel', así dice el Señor: No se cumplirá ni sucederá así; Damasco es capital de Siria, y Rasín es jefe de Damasco; Samaria es capital de Efraím, y el hijo de Romelía es jefe de Samaria. Pues bien, dentro de cinco o seis años, Efraím será destruido y dejará de ser pueblo. Si no creéis en mí, no subsistiréis."»

El Señor volvió a hablar a Ajaz:

«Pide una señal al Señor tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.»

Respondió Ajaz:

«No la pido, no quiero tentar al Señor.»

Entonces dijo Isaías:

«Escucha, heredero de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará él mismo una señal. Mirad: la joven ha concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel: "Dios-con-nosotros." Éste comerá requesón y miel, hasta que aprenda a rechazar el mal y a escoger el bien. Pues, antes que aprenda el niño a rechazar el mal y a escoger el bien, será devastado el país de los dos reyes que ahora te causan temor. El Señor hará venir sobre ti, sobre tu pueblo, sobre tu dinastía, días como no se han conocido desde que Efraím se apartó de Judá.»

RESPONSORIO    Is 7, 14; 8, 10; Lc 1, 30. 31

R. Mirad: la joven ha concebido y dará a luz un hijo, * y su nombre será: «Dios-con-nosotros».
V. No temas, María, concebirás y darás a luz un hijo.
R. Y su nombre será: «Dios-con-nosotros».

SEGUNDA LECTURA

Del Sermón de san Agustín, obispo, Sobre los pastores
(Sermón 46, 20-21: CCL 41, 546-548)

CUMPLID Y GUARDAD LO QUE OS DIGAN, PERO NO LOS IMITÉIS EN SUS OBRAS

Por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor. Y ¿qué es lo que escucháis, pastores? Esto dice el Señor: Me voy a enfrentar con los pastores: les reclamaré mis ovejas.

Escuchad y atended, ovejas de Dios: El Señor reclama sus ovejas a los malos pastores y les pide cuenta de haberlas llevado a la muerte. Dice, en efecto, en otro lugar, por medio del mismo profeta: Hijo de hombre, te he puesto como atalaya en la casa de Israel: Cuando escuches una palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. Si yo digo al malvado que es reo de muerte, y tú no le das la alarma -es decir, no hablas poniendo en guardia al malvado, para que cambie su mala conducta, y conserve la vida-, entonces el malvado morirá por su culpa, y a ti te pediré cuenta de su sangre. Pero si tú pones en guardia al malvado, y no se convierte de su maldad y de su mala conducta, entonces él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado la vida.

¿Qué significa esto, hermanos? ¿Habéis visto cuán peligroso sea callar? El malvado muere, y muere justamente; muere por su culpa y por su mala conducta; pero la negligencia del mal pastor lo llevó a la muerte. El malvado hubiera podido encontrar en su pastor al pastor de vida que dice: ¡Lo juro por mi vida! -Oráculo del Señor-; pero, como su pastor era negligente, el malvado no pudo oír la voz de aquel que precisamente fue constituido prelado y vigilante para amonestar al pueblo; así el malvado murió con toda justicia, pero el prelado también recibirá el castigo merecido. En cambio, si éste hubiera dicho al malvado: «Eres reo de muerte, pues te amenaza la espada del Señor», y él hubiera hecho caso omiso de esta espada inminente, y la espada hubiera caído sobre él, el malvado habría muerto ciertamente por su culpa, pero el prelado habría salvado su vida. Por eso es obligación nuestra amonestar, y es deber vuestro escuchar la voz del verdadero Pastor en las santas Escrituras, aun en el caso de que nosotros guardáramos silencio.

Veamos, pues, ya que así me lo había propuesto, si el Señor reclama las ovejas a los malos pastores para entregarlas a otros pastores que sean buenos. Contemplo al Señor cómo arrebata las ovejas de la mano de los malos pastores. Es esto lo que dice el texto: Me voy a enfrentar con los pastores: les reclamaré mis ovejas, los quitaré de pastores de mis ovejas para que dejen de apacentarse a sí mismos los pastores. «Cuando digo: los quitaré de pastores de mis ovejas, ya se entiende que es porque se apacientan a sí mismos, no a mi rebaño.»

¿De qué modo los quita de pastores para que dejen de apacentar a sus ovejas? Los quita de pastores cuando afirma: Cumplid y guardad lo que os digan, pero no los imitéis en sus obras, que es como si dijera: «Proclaman mis palabras, pero obran según sus deseos. Cuando vosotros no obráis según el ejemplo de los malos pastores, ellos ya no os apacientan; cuando, en cambio, realizáis lo que ellos os dicen, yo os apaciento.»

RESPONSORIO    Lc 12, 42. 43; 1Co 4, 2

R. ¿Quién es el administrador fiel y prudente, a quien su señor pondrá al frente de su servidumbre? * Feliz este siervo, si el amo, a su llegada, lo encuentra cumpliendo con su deber.
V. En un administrador lo que se busca es que sea fiel.
R. Feliz este siervo, si el amo, a su llegada, lo encuentra cumpliendo con su deber.

ORACIÓN.

OREMOS,
Oh Dios, has hecho del amor a ti y a los hermanos la plenitud de la ley; concédenos cumplir tus mandamientos y llegar así a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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