25 de Septiembre
Los mensajes son el fruto de lo que se llama una revelación privada y no existe en ellos nada en contra de las Verdades dadas en la Revelación Pública. Sin embargo, aunque no agreguen nuevas verdades, ayudan a recordar las ya conocidas por la Revelación Pública y son un incentivo para vivirlas.
Progresión de los mensajes
La progresión de los 1.887 mensajes que fueron dados en 6 años y 4 meses, casi cotidianos, es la siguiente: Nuestra Señora prepara a Gladys (la vidente) para su misión, le transmite toda una pedagogía de oración y de vida cristiana, y pide el Santuario que será el lugar de reunión eclesial. Promueve una catequesis profética para los hombres de hoy, con sus angustias y sufrimientos, con el fin de volver a darles una esperanza bien afianzada en su Hijo Jesucristo, Dios Salvador. La Palabra de Jesús (78 mensajes) se asocia con la Palabra de María (1.816 mensajes), cerca de una vez por mes, desde el 15 de Noviembre de 1983 hasta el 30 de Diciembre de 1989, para crear una dinámica de conversión y de impulso espiritual.
Ella invita a restaurar la vida con Dios, dentro de la Iglesia, con sus medios esenciales que son la fe y los sacramentos, el amor que ellos promueven, el sacrificio y el desarrollo de las virtudes cristianas fundamentales. Ella invita a recurrir a todos los medios de gracias, remitidos por Dios a Su Iglesia. Nos invita a realizar la Consagración, es decir la divinización, cuya semilla nos ha sido dada por Dios en el Bautismo y cuya realización se ve trabada por nuestro materialismo y nuestra secularización: ya que esa divinización tiene que abarcar todo nuestro ser y toda nuestra vida. Esta invitación toma todo su alcance en uno de los últimos mensajes, el del 2 de Febrero de 1990, en el cual Jesús, presentado en el Templo por María, manifestó discretamente su consagración divina, al llegar a consagrar con su presencia, la ciudad santa y el templo de Jerusalén.
Ella invita a restaurar la vida con Dios, dentro de la Iglesia, con sus medios esenciales que son la fe y los sacramentos, el amor que ellos promueven, el sacrificio y el desarrollo de las virtudes cristianas fundamentales. Ella invita a recurrir a todos los medios de gracias, remitidos por Dios a Su Iglesia. Nos invita a realizar la Consagración, es decir la divinización, cuya semilla nos ha sido dada por Dios en el Bautismo y cuya realización se ve trabada por nuestro materialismo y nuestra secularización: ya que esa divinización tiene que abarcar todo nuestro ser y toda nuestra vida. Esta invitación toma todo su alcance en uno de los últimos mensajes, el del 2 de Febrero de 1990, en el cual Jesús, presentado en el Templo por María, manifestó discretamente su consagración divina, al llegar a consagrar con su presencia, la ciudad santa y el templo de Jerusalén.
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