lunes, 31 de marzo de 2025

REFLEXIÓN


 
La Unción del Espíritu Santo

    Bautizados en Cristo y habiéndoos revestido de Cristo, habéis adquirido una condición semejante a la del Hijo de Dios. Pues Dios, que nos predestinó a la adopción de hijos suyos, nos hizo conformes al cuerpo glorioso de Cristo. Por esto, hechos partícipes de Cristo (que significa Ungido), no sin razón sois llamados ungidos; y es refiriéndose a vosotros que dijo el Señor: No toquéis a mis ungidos.

    Fuisteis hechos cristos (o ungidos) cuando recibisteis el signo del Espíritu Santo; todo se realizó en vosotros en imagen, ya que sois imagen de Cristo.     Él, en efecto, al ser bautizado en el río Jordán, salió del agua, después de haberle comunicado a ella el efluvio fragante de su divinidad, y entonces bajó sobre él el Espíritu Santo en persona, y se posó sobre él como sobre su semejante.

    De manera similar vosotros, después que subisteis de la piscina bautismal, recibisteis el crisma, símbolo del Espíritu Santo con que fue ungido Cristo.   Respecto a lo cual, Isaías, en una profecía relativa a sí mismo, pero en cuanto que representaba al Señor, dice: El Espíritu del Señor está sobre mi, porque el Señor me ha ungido; me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres.

    Cristo no fue ungido por los hombres con aceite o ungüento material, sino que el Padre, al señalarlo como salvador de todo el mundo, lo ungió con el Espíritu Santo. Como dice Pedro: Dios ungió a Jesús de Nazaret con poder del Espíritu Santo; y en los salmos de David hallamos estas palabras: Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre; cetro de rectitud es tu cetro real; has amado la justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.

    El Señor fue ungido con un aceite de júbilo espiritual, esto es, con el Espíritu Santo, el cual es llamado aceite de júbilo porque es el autor del júbilo espiritual; pero vosotros, al ser ungidos materialmente, habéis sido hechos partícipes de la naturaleza de Cristo.

    Por lo demás, no pienses que es éste un ungüento común y corriente. Pues, del mismo modo que el pan eucarístico, después de la invocación del Espíritu Santo, no es pan corriente, sino el cuerpo de Cristo, así también este santo ungüento, después de la invocación, ya no es un ungüento simple o común, sino el don de Cristo y del Espíritu Santo, ya que realiza, por la presencia de la divinidad, aquello que significa. Tu frente y los sentidos de tu cuerpo son ungidos simbólicamente y, por esta unción visible de tu cuerpo, el alma es santificada por el Espíritu Santo, dador de vida.

    De las Catequesis de Jerusalén  (Catequesis 21 [Mistagógica 3], 1-3: PG 33. 1087-1091)

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 01 de Abril - San Juan 5,1-16


    Libro de Ezequiel 47,1-9.12.

    Un ángel me llevó a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del Altar.
    Luego me sacó por el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado derecho.
    Cuando el hombre salió hacia el este, tenía una cuerda en la mano. Midió quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a los tobillos.
    Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a las rodillas. Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a la cintura.
    Luego midió otros quinientos metros, y ya era un torrente que no pude atravesar, porque el agua había crecido: era un agua donde había que nadar, un torrente intransitable.
    El hombre me dijo: "¿Has visto, hijo de hombre?", y me hizo volver a la orilla del torrente.
    Al volver, vi que a la orilla del torrente, de uno y otro lado, había una inmensa arboleda.
    Entonces me dijo: "Estas aguas fluyen hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas.
    Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas parte adonde llegue el torrente.
    Al borde del torrente, sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de remedio".


Salmo 46(45),2-3.5-6.8-9.

¡El Señor está con nosotros!

El Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos,
aunque la tierra se conmueva

y las montañas se desplomen
hasta el fondo del mar.
Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa Morada del Altísimo.

El Señor está en medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.

Vengan a contemplar las obras del Señor,
Él hace cosas admirables en la tierra.


    Evangelio según San Juan 5,1-16.

    Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
    Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos.
    Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
    Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años.
    Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: "¿Quieres curarte?".
    El respondió: "Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes".
    Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y camina".
    En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado, y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: "Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla".
    El les respondió: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y camina'".
    Ellos le preguntaron: "¿Quién es ese hombre que te dijo: 'Toma tu camilla y camina?'".
    Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
    Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía".
    El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.
    Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 01 de Abril - "¿Quieres curarte? La Cuaresma conduce al bautismo"


     San Máximo de Turín (¿-c. 420) obispo Sermón de Cuaresma, CC Sermón 50, p. 202; PL 57, 585


"¿Quieres curarte? La Cuaresma conduce al bautismo"
    
    En el Antiguo Testamento leemos que en tiempo de Noé todo el género humano estaba perdido en el pecado, las cataratas del cielo se abrieron y durante cuarenta días las aguas de la lluvia se precipitaron sobre la tierra. Simbólicamente, durante cuarenta días la tierra fue empapada de agua. No se trata aquí tanto de un diluvio como de un bautismo. Fue un bautismo que quitó la iniquidad de los pecadores y liberó la justicia de Noé. Así, pues, el Señor, hoy como entonces, nos ha dado también a nosotros en la Cuaresma un tiempo para que durante el mismo número de días se abrieran los cielos para inundarnos de la misericordia divina. Una vez lavados en las aguas salvíficas del bautismo, nos ilumina el sacramento. Como entonces, las aguas se llevan la iniquidad de nuestras faltas y reafirman la justicia de nuestras virtudes. 

    La situación de hoy es la misma que en los días de Noé. El bautismo es un diluvio para el pecador y una consagración para los fieles. En el bautismo, el Señor salva la justicia y destruye la injusticia. Lo vemos en un hombre concreto: Pablo. Antes de ser purificado por los preceptos espirituales era un perseguidor de la Iglesia y un blasfemo. Una vez bañado por la lluvia celestial del bautismo, el blasfemo murió, murió el perseguidor, murió Saulo y llegó a la vida el apóstol, el justo, Pablo... Cualquiera que vive religiosamente la Cuaresma y observa las prescripciones del Señor experimenta dentro de sí la muerte al pecado y la vida a la gracia. Sucediendo a sí mismo, de alguna manera, muere como pecador y vive como justo.

SANTORAL - SAN HUGO DE GRENOBLE

  01 de Abril

 
    San Hugo, (significa "el inteligente"), obispo, nació en Francia en el año 1052. Gregorio VII ordenó de obispo a Hugo cuándo sólo tenía 28 años, lo envió a dirigir la diócesis de Grenoble, en Francia. Allá estará de obispo por 50 años, aunque intentará renunciar al cargo ante 5 Pontífices, pero ninguno se la aceptará.

    El dedicaba largas horas a la oración y a la meditación y recorría su diócesis de parroquia en parroquia corrigiendo abusos y enseñando cómo obrar el bien. Creyéndose un inepto y un inútil para este cargo, se fue a un convento a rezar y a hacer penitencia. Pero el Sumo Pontífice Gregorio VII, que lo necesitaba muchísimo para que le ayudara a volver más fervorosa a la gente, lo llamó paternalmente y lo hizo retornar otra vez a su diócesis a seguir siendo obispo.

    Un día llegó San Bruno con 6 amigos a pedirle a San Hugo que les concediera un sitio donde fundar un convento de gran rigidez, para los que quisieran hacerse santos basado en oración, silencio, ayunos, estudio y meditación. El santo obispo les dio un sitio llamado Cartuja, fue fundada la Orden de los Cartujos, donde el silencio es perpetuo (hablan el domingo de Pascua) y donde el ayuno, la mortificación y la oración llevan a sus religiosos a una gran santidad. Para San Hugo sus días en la Cartuja eran como un oasis en medio del desierto de este mundo corrompido y corruptor, pero cuando ya llevaba varios días allí, su director San Bruno le avisaba que Dios lo quería al frente de su diócesis, y tenía que volverse otra vez a su ciudad.

    Los sacerdotes más fervorosos y el pueblo humilde aceptaban con muy buena voluntad las órdenes y consejos del Santo obispo. Varias veces fue a Roma a visitar al Papa y a rogarle que le quitara aquel oficio de obispo porque no se creía digno. Pero ni Gregorio VII, ni Urbano II, ni Pascual II, ni Inocencio II, quisieron aceptarle su renuncia porque sabían que era un gran apóstol. Cuando ya muy anciano le pidió al Papa Honorio II que lo librara de aquel cargo porque estaba muy viejo, débil y enfermo, el Sumo Pontífice le respondió: "Prefiero de obispo a Hugo, viejo, débil y enfermo, antes que a otro que esté lleno de juventud y de salud". Era un gran orador, y como rezaba mucho antes de predicar, sus sermones conmovían profundamente a sus oyentes.

    Era muy frecuente que en medio de sus sermones, grandes pecadores empezaran a llorar a grito entero y a suplicar a grandes voces que el Señor Dios les perdonara sus pecados. Sus sermones obtenían numerosas conversiones.

    Al final de su vida la artritis le producía dolores inmensos y continuos pero nadie se daba cuenta de que estaba sufriendo, porque sabía colocar una muralla de sonrisas para que nadie supiera los dolores que estaba padeciendo por amor a Dios y salvación de las almas. Un día al verlo llorar por sus pecados le dijo un hombre: "- Padre, ¿por qué llora, si jamás ha cometido un pecado deliberado y plenamente aceptado?- ". Y él le respondió: "El Señor Dios encuentra manchas hasta en sus propios ángeles. Y yo quiero decirle con el salmista: "Señor, perdóname aun de aquellos pecados de los cuales yo no me he dado cuenta y no recuerdo". Murió a los 80 años, el 1 de abril de 1132. El Papa Inocencio II lo declaró santo, dos años después de su muerte.

Oremos

    Señor, Tú que colocaste a San Hugo en el número de los santos pastores y lo hiciste brillar por el ardor de la caridad y de aquella fe que vence al mundo, haz que también nosotros, por su intercesión, perseveremos firmes en la fe y en el amor y merezcamos así, participar de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén

-FRASE DEL DÍA-

 


domingo, 30 de marzo de 2025

MES DE SAN JOSÉ

TRIGÉSIMO PRIMER DÍA: CARIDAD DE SAN JOSÉ 


 Caridad de San José

    La reina de las virtudes, aquella que según San Pablo basta para ganar el cielo, la caridad, ¿podía no dominar todos los pensamientos de san José? ¿Qué es la caridad? Es amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y asl prójimo como a uno mismo. José contempló con sus ojos y tocó con sus manos  al Dios encarnado, el Verbo divino; su ternura por Él era inefable, y este amor se elevaba sin cesar hacia la adorable Trinidad como incienso puro; admirablemente instruido de los secretos divinos, adoraba con amor esos misterios de misericordia, cuya altura, longitud y extensión penetraba, y volviendo sobre la tierra, discípulo dócil de Jesús Niño, sacaba de su corazón la caridad hacia los hombres. Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón, y José derramaba sobre todos aquellos que se aproximaban, la suavidad de esta lección celeste. Incluso, en nuestros días la caridad, la compasión por las miserias de los hombres ocupa a san José; goza, con su santa Esposa, de las delicias del cielo; peor ambos se acuerdan de los sufrimientos de la tierra y se les ve sin cesar ocupados en aliviar a los afligidos, en visitar a los pobres en sus aflicciones. Todos aquellos que asisten, aquí abajo, a los desventurados tienen por modelos en el cielo a María y a José; la visión de Dios no los distrae de los males que aquellos que los invocan: Felices seríamos si, como nuestros santos patronos, pudiésemos rezar con el alma y asistir corporalmente y espiritualmente a quienes recurren a nosotros. Roguemos para obtener la verdadera caridad.


Devoción de la madre Teresa a San José

    En otra oportunidad, la confianza de la madre Teresa en San José le mereció este nuevo favor: un predicador había predicado delante de ellas sobre la fe que debemos tener en la bondad del santo patriarca; apenas terminado el sermón, la madre Teresa se acercó a la sacristía y dijo con un acento penetrado de fe: “¡Oh padre mío, qué bien ha hablado!”. Me ha llenado de confianza respecto de san José. Tengo necesidad de una suma de seis mil francos para una cosa que apunta a la mayor gloria de Dios: voy a emprenderla audazmente, apoyándome en la bondad de este gran santo. El sacerdote quedó pasmado a la vista de esta afirmación; se sorprendía él mismo del alcance de sus propias palabras. Poco tiempo después, puedo ver que san José había escuchado la fe de esa servidora.

    Nada más conmovedor que el afecto de la madre Teresa por su pequeño peregrinaje; ella quería que toda la tierra de los alrededores fuese mirada como propiedad de san José. Los productos que venían eran recibidos por ella como si hubiesen venido de la misma mano del bien amado padre nutricio de Jesús. Las legumbres y los frutos provenían de san José y tenían, para ella, un sabor particular. Cuando se quería que aceptara algunos de estos frutos bastaba con decirle: “Mi buena madre, vienen de san José”.

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 31 de Marzo - San Juan 4,43-54


    Libro de Isaías 65,17-21.

    Así habla el Señor: Sí, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No quedará el recuerdo del pasado ni se lo traerá a la memoria, sino que se regocijarán y se alegrarán para siempre por lo que yo voy a crear: porque voy a crear a Jerusalén para la alegría y a su pueblo para el gozo.
    Jerusalén será mi alegría, yo estaré gozoso a causa de mi pueblo, y nunca más se escucharán en ella ni llantos ni alaridos.
    Ya no habrá allí niños que vivan pocos días ni ancianos que no completen sus años, porque el más joven morirá a los cien años y al que no llegue a esa edad se lo tendrá por maldito.
    Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos.


Salmo 30(29),2.4.5-6.11-12a.13b.

Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
Tú, Señor, me levantaste del Abismo
y me hiciste revivir,
cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.

Canten al Señor, sus fieles;
den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante,
y su bondad, toda la vida:
si por la noche se derraman lágrimas,
por la mañana renace la alegría.

«Escucha, Señor, ten piedad de mí;
ven a ayudarme, Señor.»
Tú convertiste mi lamento en júbilo,
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!


    Evangelio según San Juan 4,43-54.

    Jesús partió hacia Galilea.
    El mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo.
    Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta.
    Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún.
    Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo.
    Jesús le dijo: "Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen".
    El funcionario le respondió: "Señor, baja antes que mi hijo se muera".
    "Vuelve a tu casa, tu hijo vive", le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino.
    Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía.
    El les preguntó a qué hora se había sentido mejor. "Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre", le respondieron.
    El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: "Tu hijo vive". Y entonces creyó él y toda su familia.
    Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.

        Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 31 de Marzo - “Tu hijo está vivo”


San Anastasio de Antioquía (¿-599) monje después patriarca de Antioquía Homilía 5, sobre la Resurrección de Cristo, 6-9; PG 89, 1358-1362 


“Tu hijo está vivo”
    
    “Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muerto” (Rm 14,9).  Pero, no obstante, Dios “no es Dios de muertos, sino de vivos” (Lc 20,38). Los muertos, por tanto, que tienen como Señor al que volvió a la vida, ya no están muertos, sino que viven, y la vida los penetra hasta tal punto que viven sin temer ya a la muerte. Como Cristo que, “una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más”, (Rm 6,9), así ellos también, liberados de la corrupción, no conocerán ya la muerte y participarán de la resurrección de Cristo, como Cristo participo de nuestra muerte. Cristo, en efecto, no descendió a la tierra sino “para destrozar las puertas de bronce y quebrar los cerrojos de hierro” (Sal. 106,16), que, desde antiguo, aprisionaban al hombre, y para librar nuestras vidas de la corrupción y atraernos hacia él, trasladándonos de la esclavitud a la libertad.

    Si este plan de salvación no lo contemplamos aún totalmente realizado —pues los hombres continúan muriendo, y sus cuerpos continúan corrompiéndose en los sepulcros—, que nadie vea en ello un obstáculo para la fe. Que piense más bien cómo hemos recibido ya las primicias de los bienes que hemos mencionado y cómo poseemos ya la prenda de nuestra ascensión a lo más alto de los cielos, pues estamos ya sentados en el trono de Dios, junto con aquel que, como afirma san Pablo, nos ha llevado consigo a las alturas; escuchad, si no, lo que dice el Apóstol: “Nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él”. (Ef. 2,6) 

SANTORAL - SAN BENJAMÍN MÁRTIR

31 de Marzo


    En el lugar de Argol, en Persia, san Benjamín, diácono, que, por predicar insistentemente la palabra de Dios, consumó su martirio con cañas puntiagudas clavadas bajo las uñas, en tiempo del rey Vararane V.

    El rey Yezdigerd, hijo de Sapor II, puso fin a la cruel persecución de los cristianos que había sido llevada al cabo en Persia durante el reinado de su padre, de modo que la Iglesia había gozado de la paz por doce años, cuando un obispo llamado Abdas, con un celo mal entendido, incendió el Píreo, o templo del fuego, principal objeto del culto de los persas. El rey amenazó con destruir todas las iglesias de los cristianos, a menos que Abdas reconstruyera el templo. Este se rehusó a hacerlo; el rey lo mandó matar e inició una persecución general que se intensificó bajo el reinado de su hijo Varanes y que duró cuarenta años. Teodoreto, que en ese tiempo vivía en las cercanías, hace un espantoso relato de las crueldades practicadas.

    Uno de los primeros mártires fue un diácono llamado Benjamín. Después de que éste fue golpeado, estuvo encarcelado durante un año, pero un embajador del emperador en Constantinopla obtuvo su libertad, prometiendo bajo su responsabilidad que el santo se abstendría de hablar acerca de su religión. Benjamín, sin embargo, declaró que él no podía cumplir tal condición y, de hecho, no perdió oportunidad de predicar el Evangelio. Fue de nuevo aprehendido y llevado ante el rey. En el juicio, su única respuesta a la acusación fue preguntar al monarca qué pensaría de un súbdito que faltase a su fidelidad y se levantara en armas contra él. El tirano ordenó que se le encajaran cañas entre uña y carne y en las partes sensibles de su cuerpo y que posteriormente se las sacaran. Después de haber repetido esta tortura varias veces, le atravesaron las entrañas con una estaca nudosa, con el fin de rasgarlo y despedazarlo. El mártir expiró en medio de la más terrible agonía.

Oremos

    Dios de poder y misericordia, que diste tu fuerza al mártir San Benjamin Ergol para que pudiera resistir el dolor de su martirio, concédenos que quienes celebramos hoy el día de su victoria, con tu protección, vivamos libres de las asechanzas del enemigo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén

-FRASE DEL DÍA-



 

sábado, 29 de marzo de 2025

MES DE SAN JOSÉ

TRIGÉSIMO DÍA: ESPERANZA DE SAN JOSÉ 


 Esperanza de San José

    En medio de las pruebas y de las vicisitudes que Dios le había destinado, san José fue un admirable modelo de esperanza; podía decir con su padre David: ¡me estableciste de una manera singular en la esperanza! Había recogido la herencia de sus padres, que eran hombres de deseos y esperanza; veía realizar bajo sus ojos, todas las promesas de las profecías: Dios Salvador había nacido, y esperaba, con la fe más firme, el cumplimiento de esta obra admirable de la redención. Aunque no estuvo obligado a ver manar la sangre de la víctima reparadora, aunque no escuchó escuchar, sobre el Gólgota:  todo esta consumado; su esperanza permanece inquebrantable, la realización de esos divinos oráculos que prometían al mundo un liberador no fue nunca dudosa para su espíritu, y de la misma manera que creía en el Dios Niño, que reposaba bajo su techo, esperaba al Dios redentor, cuya muerte debía poner el sello a la liberación de las almas.

    En las cosas temporales, la esperanza se san José estalla: va a Belén, va a Egipto, regresa a Nazaret, siempre sin apoyo y sin auxilio, pero nunca se quebró su confianza en Dios. Era suficiente para José saber que Dios quería que hiciese esas cosas tan difíciles, para que las realizara. Experimentó, a lo largo de su vida, cuán bueno y dulce es reposar entre los brazos de la Providencia celeste. Démonos a la tarea de imitarlo; el deber cristiano es trabajar, según su estado y sus fuerzas, y de abandonar a Dios a Dios al éxito de sus labores: esta confianza en el Padre celeste no es nunca vana; el Rey Profeta dijo: Que nunca vio el justo faltarle el pan, palabras que se verificaron en san José y que se verifican cada día para los cristianos verdaderos.


Oración

    O divina bondad, me encomiendo a ti para todas las necesidades de la vida presente por medio de san José; concédeme el pan de cada día; ilumíname en mis trabajos y mis empresas; que la avaricia, que es una idolatría, no se apodere nunca de mi corazón; que tu providencia sea mi tesoro, y que amase sobre todo para la vida eterna. 

    San José, lleno del Espíritu Santo, ruega por nosotros.

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 30 de Marzo - San Lucas 15,1-3.11-32

 

    Libro de Josue 5,9a.10-12.

    Entonces el Señor dijo a Josué: "Hoy he quitado de encima de ustedes el oprobio de Egipto". Y aquel lugar se llamó Guilgal hasta el día de hoy.
    Los israelitas acamparon en Guilgal, y el catorce del mes, por la tarde, celebraron la Pascua en la llanura de Jericó.
    Al día siguiente de la Pascua, comieron de los productos del país - pan sin levadura y granos tostados - ese mismo día.
    El maná dejó de caer al día siguiente, cuando comieron los productos del país. Ya no hubo más maná para los israelitas, y aquel año comieron los frutos de la tierra de Canaán.


Salmo 34(33),2-3.4-5.6-7.

¡Gusten y vean que bueno es el Señor!

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.

Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: El me respondió
y me libró de todos mis temores.

Miren hacia El y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
El lo escuchó y lo salvó de sus angustias.


    Carta II de San Pablo a los Corintios 5,17-21.

    El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente.
    Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.
    Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación.
    Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios.
    A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él.


    Evangelio según San Lucas 15,1-3.11-32.

    Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.
    Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".
    Jesús les dijo entonces esta parábola: Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos.
    El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes.
    Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
    Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones.
    Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos.
    El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
    Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!
    Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'.
    Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
    El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'.
    Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
    Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta.
    El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza.
    Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.
    El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'.
    El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.
    ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'.
    Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.
    Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".

   Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 30 de Marzo - «Un hombre tenía dos hijos»


Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) Retiro: La envidia de los devotos Predicado en el Vaticano, 1983. 


«Un hombre tenía dos hijos» 

    Al meditar esta parábola, no se debe olvidar la figura del hijo mayor. En cierto sentido no es menos importante que la figura del menor, hasta el punto que se podría, y en cierta manera con razón, llamarla la parábola de los dos hermanos. Con las figuras de los dos hermanos el texto se sitúa en el mismo corazón de una larga historia bíblica, comenzada con la historia de Caín y Abel, de nuevo con los hermanos Isaac e Ismael, Jacob y Esaú, e interpretada en diferentes parábolas de Jesús. En la predicación de Jesús, las figuras de los dos hermanos reflejan, sobre todo, el problema Israel-paganos... Al descubrir que los paganos son llamados sin someterlos a las obligaciones de la Ley, Israel expresa su disgusto: «En tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya». Con las palabras: «Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo» la misericordia de Dios invita a Israel a entrar.

    Pero el significado de este hermano mayor es aún más amplio. En un cierto sentido, representa al hombre devoto, es decir, a todos los que se han quedado con el Padre sin desobedecer nunca sus mandamientos. En el momento en que el pecador regresa, se despierta la envidia, este veneno escondido hasta entonces en el fondo de su alma. ¿Por qué esta envidia? Demuestra que muchos de los «devotos» tienen también ellos escondido en su corazón el deseo de un país lejano y sus alicientes. La envida revela que estas personas no han comprendido realmente la belleza de la patria, la felicidad del «todo lo mío es tuyo», la libertad de ser hijos y propietarios. Y así aparece que también ellos desean secretamente la felicidad del país lejano... Y, al fin, no entran a la fiesta; al final se quedan fuera...

SANTORAL - SANTA IRENE DE MACEDONIA

 30 de Marzo

  
    Santa Irene de origen eslavo, vivió en la segunda mitad del primer siglo, era hija de Licinio gobernante de la ciudad de Magedon en Macedonia. Ya en su juventud Irene creyó en Jesucristo, al comprender la futilidad de la vida pagana.

    De acuerdo a la tradición fue bautizada por el Apóstol Timoteo, discípulo del Apóstol San Pablo. Deseando dedicar su vida al Señor, Santa Irene, renunció al casamiento. Al conocer mas profundamente la fe cristiana, Santa Irene empezó a convencer a sus padres para que se conviertan al cristianismo. El padre de Irene en principio comenzó a escuchar sus palabras con benevolencia. Luego se enojó con ella, y cuando ella renunció venerar a los ídolos, la arrojó bajo las patas de los caballos salvajes. Sin tocar a la mártir, los caballos se tiraron sobre el padre y lo aplastaron hasta matarlo. Cuando por sus oraciones él fue devuelto a la vida, él, toda su familia, y 3000 personas mas se hicieron creyentes.

    Después de ello, Santa Irene comenzó con decisión a profetizar sobre Jesucristo entre los habitantes de Macedonia, por lo cual muchas veces fue sometida a sufrimientos y humillaciones. Por orden del gobernante de Sedeka, a Santa Irene la tiraron en un pozo con víboras, luego trataron de serrucharla, finalmente la ataron a la rueda del molino. Los sufrimientos de Irene eran acompañados por señales milagrosas, atrayendo a muchos a creer en Cristo. Así las víboras no tocaban a la mártir, los serruchos no lastimaban su piel, la rueda del molino no giraba. El mismo atormentador Vavodón creyó en Jesucristo y se bautizó. En total, gracias a Irene se convirtieron alrededor de 10.000 paganos.

    Cuando el Señor comunicó a Irene el día de su deceso, ella se fue a una gruta dentro de una montaña en las cercanías de la ciudad de Efeso, y a pedido de ella la entrada fue cerrada con piedras. Al 4° día, sus conocidos volvieron a la gruta, y, al abrirla, no encontraron en ella el cuerpo de Santa Irene. Todos comprendieron que ella fue llevada por el Señor al Cielo.

    En el antiguo Bizancio era muy venerada la conmemoración de Santa Irene. En Constantinopla se construyeron varios templos magníficos en su memoria.

Oremos

    Santa Irene, dulce alma entregada a los demás, 
ruégale al Señor que sea magnánimo con nosotros que nos ayude y conceda, por tu milagrosa intercesión, lo que tanta falta nos hace, que en su gran clemencia nos ayude a ver, y nos libre de la oscuridad de este mundo; suplícale urgente alivio a nuestras necesidades, tanto espirituales como corporales y materiales, si conviene a nuestra salvación eterna.  Por Jesucristo Nuestro Señor! Amén.

-FRASE DEL DÍA-

 


viernes, 28 de marzo de 2025

MES DE SAN JOSÉ

VIGÉSIMO NOVENO DÍA: CASTIDAD DE SAN JOSÉ 


 Castidad de San José

    Si el José de la antigua ley dio el ejemplo de una severa castidad, la de San José fue más noble y más perfecta todavía: qué pureza debía reinar en el corazón y en los sentidos de aquel quien el Altísimo confió la Virgen inmaculada, el lirio de Israel, y cuánto la presencia de Jesús, que tantas veces reposó en sus brazos, debió ornar el corazón de José, ese santuario interior donde reinaba solo el santo amor. Salomón dijo: Aquel que ama la pureza tendrá al Rey por amigo. La pureza de José atrajo bajo su techo a la reina de las Vírgenes, y en sus brazos, sobre su pecho, al Rey de reyes, aquel que las vírgenes siguen en el cielo. San José es el patrón especial de las almas que aman la celeste pureza; es el modelo de los fieles que desean llevar a la santa comunión un alma pura y bella, ornada, como era la suya, con los lirios de la inocencia, con las rosas de la caridad y las violetas de la humildad. Tómenlo por modelo, niños cristianos que se preparan para el gran acto de vida, la primera comunión: récenle; van a recibir en su corazón a ese mismo Jesús que llevaba en los brazos. De alguna amanera van a darle el beso de alianza ese niño que acariciaba tan respetuosamente; recen bien a San José, para que les obtenga la pureza de consciencia, la guarda de los sentidos exteriores, el espíritu de oración y el ardiente amor que hacen de la primera comunión a la vida eterna.


Oración

    ¡Salve, esposo inmaculado de Maria! Te saludo, fiel guardián de Jesús. Te saludo padre y jefe de la sagrada familia. Te suplico, por las gracias con que se coronaron tus virtudes, nos obtengas una castidad inviolable y una gran pureza d consciencia en nuestras comuniones. 

    San José, hombre según el Corazón de Dios, ruega por nosotros.

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 29 de Marzo - San Lucas 18,9-14.


    Libro de Oseas 6,1-6.

    «Vengan, volvamos al Señor: él nos ha desgarrado, pero nos sanará; ha golpeado, pero vendará nuestras heridas.
    Después de dos días nos hará revivir, al tercer día nos levantará, y viviremos en su presencia.
    Esforcémonos por conocer al Señor: su aparición es cierta como la aurora. Vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia de primavera que riega la tierra».
    ¿Qué haré contigo, Efraím? ¿Qué haré contigo, Judá? Porque el amor de ustedes es como nube matinal, como el rocío que pronto se disipa.
    Por eso los hice pedazos por medio de los profetas, los hice morir con las palabras de mi boca, y mi juicio surgirá como la luz.
    Porque yo quiero amor y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.


Salmo 51(50),3-4.18-19.20-21ab.

El Señor quiere amor y no sacrificios.

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!

Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.

Trata bien a Sión, Señor, por tu bondad;
reconstruye los muros de Jerusalén.
Entonces aceptarás los sacrificios rituales
-las oblaciones y los holocaustos-.


    Evangelio según San Lucas 18,9-14.

    Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola: "Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano.
    El fariseo, de pie, oraba así: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano.
    Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas'.
    En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!'.
    Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado".


    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 29 de Marzo - «No se atrevía ni a levantar los ojos al cielo»


San Cipriano de Cartago Sobre la Oración del Señor (Padre Nuestro): Fue justificado aquél que oraba con humildad 4,6


«No se atrevía ni a levantar los ojos al cielo» 

    Las súplicas y las palabras de los hombres que oran deben hacerse con un método que implique paz y discreción. Debemos pensar que estamos en la presencia de Dios. Hay que ser agradables a los ojos de Dios tanto por la postura como por el tono de la voz. Pues así como es propio de los desvergonzados estar siempre gritando, también lo es de una persona discreta el rezar con preces comedidas.

    El mismo Señor en su enseñanza nos ordenó orar en secreto, en sitios escondidos y apartados, e incluso, nuestros propios aposentos (Mt 14, 23; 6,6). Es lo más conveniente para nuestra fe. Sabemos que Dios está presente en todas partes, que ve y escucha a todos y que la plenitud de su majestad abarca también los lugares escondidos y apartados, como está escrito: «¿Soy yo Dios sólo de cerca –oráculo del Señor- y no soy Dios de lejos? Si uno se esconde en su escondrijo ¿acaso no lo veo yo? ¿Acaso no lleno yo el cielo y la tierra? (Jr 23,24).

    El que ora, hermanos queridos, no debe ignorar como oró el publicano junto al fariseo en el templo. No oró con los ojos erguidos jactanciosamente hacia el cielo ni las manos desvergonzadamente levantadas, sino golpeándose humildemente el pecho y confesando los pecados ocultos, y de esta forma solicitaba la misericordia de Dios. El fariseo se complacía en sí mismo; por esto fue justificado aquél que oraba con humildad, y que, no habiendo puesto su esperanza de salvación en la seguridad de su inocencia, ya que nadie es inocente, oró confesando sus pecados, y su oración fue escuchada por Aquel que perdona a los humildes.

SANTORAL - SAN JOSÉ DE ARIMATEA

29 de Marzo


    José de Arimatea aparece mencionado en los cuatro evangelios en el contexto de la pasión y muerte de Jesús. Era oriundo de Arimatea (Armathajim en hebreo), una población en Judá, la actual Rentis, a 10 km al nordeste de Lydda, probablemente el lugar de nacimiento de Samuel (1 S 1,1). Hombre rico (Mt 27,57) y miembro ilustre del sanedrín (Mc 15,43; Lc 23,50), tenía un sepulcro nuevo cavado en la roca, cerca del Gólgota, en Jerusalén. Era discípulo Jesús, pero, como Nicodemo, lo mantenía en oculto por temor a las autoridades judías (Jn 19,38). De él dice Lucas que esperaba el Reino de Dios y no había consentido en la condena de Jesús por parte del sanedrín (Lc 23,51). En los momentos crueles de la crucifixión no teme dar la cara y pide a Pilatos el cuerpo de Jesús (en el Evangelio de Pedro 2,1; 6,23-24, un apócrifo del siglo II, José lo solicita antes de la crucifixión). Concedido el permiso por el prefecto, descuelga al crucificado, lo envuelve en una sábana limpia y, con ayuda de Nicodemo, deposita a Jesús en el sepulcro de su propiedad, que todavía nadie había utilizado. Tras cerrarlo con una gran roca se marchan (Mt 27,57-60, Mc 15,42-46, Lc 23,50-53 y Jn 19,38-42). Hasta aquí los datos históricos.

    A partir del siglo IV surgieron tradiciones legendarias de carácter fantástico en las que se ensalzaba la figura de José. En un apócrifo del siglo V, las Actas de Pilato, también llamado Evangelio de Nicodemo, se narra que los judíos reprueban el comportamiento de José y Nicodemo a favor de Jesús y que, por este motivo, José es enviado a prisión. Liberado milagrosamente aparece en Arimatea. De allí regresa a Jerusalén y cuenta cómo fue liberado por Jesús. Más fabulosa todavía es la obra Vindicta Salvatoris (siglo IV?), que tuvo una gran difusión en Inglaterra y Aquitania. En este libro se narra la marcha de Tito al frente de sus legiones para vengar la muerte de Jesús. Al conquistar Jerusalén, encuentra en una torre a José, donde había sido encerrado para que muriera de hambre. Sin embargo, fue alimentado por un manjar celestial.

    En los siglos XI-XIII, la leyenda sobre José de Arimatea fue coloreándose de nuevos detalles en las islas británicas y en Francia, insertándose en el ciclo del santo Grial y del rey Arturo. Según una de estas leyendas, José lavó el cuerpo de Jesús y recogió el agua y la sangre en un recipiente. Después, José y Nicodemo dividieron su contenido (ver la pregunta ¿Qué es el santo Grial?). Otras leyendas dicen que José, llevando este relicario, evangelizó Francia (algunos relatos dicen que habría desembarcado en Marsella con Marta, María y Lázaro), España (donde Santiago lo habría consagrado obispo), Portugal e Inglaterra. En esta última región, la figura de José se hizo muy popular. La leyenda le hace el primer fundador de la primera iglesia en suelo británico, en Glastonbury Tor, donde mientras estaba dormido su báculo echó raíces y floreció. Glastonbury Abbey se convirtió en un importante lugar de peregrinación hasta que ésta fue disuelta con la Reforma en 1539. En Francia, una leyenda del siglo IX refiere que el patriarca Fortunato de Jerusalén, en tiempos de Carlomagno, huyo a occidente llevándose los huesos de José de Arimatea, hasta llegar al monasterio de Moyenmoutier, donde llegó a ser abad.

    Todas estas leyendas, sin ningún fundamento histórico, muestran la importancia que se daba a los primeros discípulos de Jesús. El desarrollo de estos relatos puede estar vinculado a polémicas circunstanciales de algunas regiones (como Inglaterra o Francia) con Roma. Se trataría de querer mostrar que determinadas regiones habían sido evangelizadas por discípulos de Jesús y no por misioneros enviados desde Roma. En cualquier caso, nada tienen que ver con la verdad histórica.

    Cristo ha constituido a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los fieles, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. Ef 4, 11-13

Oremos

    Confesamos, Señor, que sólo Tú eres santo y que sin Ti nadie es bueno, humildemente te pedimos que la intercesión de San José de Arimatea venga en nuestra ayuda para que, de tal forma vivamos en el mundo, que merezcamos llegar a la contemplación de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén

-FRASE DEL DÍA-



 

jueves, 27 de marzo de 2025

MES DE SAN JOSÉ

VIGÉSIMO OCTAVO DÍA: FE DE SAN JOSÉ 


 Fe de San José

    San José es el modelo de esta gran virtud, la virtud, la, base de todas las virtudes del cristianismo Sigámosle en su vida entera y admitiremos la simplicidad y la fuerza de su fe. Dios le ordena recibir a la divina Virgen como su Esposa fiel y mirar cómo su Dios, ese niño al que está obligado a servir de guardián y de protector. Cree, acepta y obedece. Su fe sobrepasa la de Abrahán, que está descrita en las Escrituras como el modelo de una fe perfecta. Recibe como suyo el fruto de la inefable pureza de María, el divino Infante; comparte con ella las vigilias e inquietudes de la paternidad; se convierte en el verdadero y tierno padre de este niño que no lo tiene en la tierra; cree, una vez más, en la palabra del ángel y para salvar el precioso depósito, huye en Egipto; el Ángel le manda regresar a su país, obedece una vez más. Toda su vida fue un acto d efe, ya que creyó, ya que creyó en la divinidad de Jesús antes de que esta divinidad fuese afirmada por los milagros. Lo adoró como su Dios a ese pequeño infante, ese pequeño obrero, ese adolescente débil y pobre; reverenció el poder divino en medio de este abandono y de esta impotencia. Esta fe de san José venía porque seguía con simplicidad las luces que le venía de lo alto; no discutía, creía; no objetaba, obedecía. Esa debe ser la fe respecto de Dios y de la Iglesia, creer y actuar según la fe: las luces y las gracias se conceden a esta fe humilde y simple que siempre caracterizó a los grandes santos.


Oraciones

    Oh José, modelo de hombres de fe, te suplico que me presentes alas tres adorables personas de la santísima Trinidad, a las que está estrechamente unido. Que el padre celestial, cuyo lugar ocupaste aquí en la tierra me haga vivir con una fe viva; que el Hijo, que fue tu Hijo, me conceda las gracias que necesito para crecer en su amor que el Espíritu Santo, que te hizo digno de ser el Esposo de María, enriquezca mi alma con sus dones, y que, bajo tu guarda termine mi peregrinaje aquí debajo de manera que legue a la vida eterna.

    San José, protector de las almas, ruega por nosotros.

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 28 de Marzo - San Marcos 12,28b-34.


    Libro de Oseas 14,2-10.
   
    Así habla el Señor: Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tu falta te ha hecho caer.
    Preparen lo que van decir y vuelvan al Señor. Díganle: "Borra todas las faltas, acepta lo que hay de bueno, y te ofreceremos el fruto de nuestros labios.
    Asiria no nos salvará, ya no montaremos a caballo, ni diremos más "¡Dios nuestro!" a la obra de nuestras manos, porque sólo en ti el huérfano encuentra compasión".
    Yo los curaré de su apostasía, los amaré generosamente, porque mi ira se ha apartado de ellos.
    Seré como rocío para Israel: él florecerá como el lirio, hundirá sus raíces como el bosque del Líbano; sus retoños se extenderán, su esplendor será como el del olivo y su fragancia como la del Líbano.
    Volverán a sentarse a mi sombra, harán revivir el trigo, florecerán como la viña, y su renombre será como el del vino del Líbano.
    Efraím, ¿qué tengo aún que ver con los ídolos? Yo le respondo y velo por él. Soy como un ciprés siempre verde, y de mí procede tu fruto.
    ¡Que el sabio comprenda estas cosas! ¡Que el hombre inteligente las entienda! Los caminos del Señor son rectos: por ellos caminarán los justos, pero los rebeldes tropezarán en ellos.


Salmo 81(80),6c-8a.8bc-9.10-11ab.14.17.

¡Ojalá escuchemos la voz del Señor!

Oigo una voz desconocida que dice:
Yo quité el peso de tus espaldas
y tus manos quedaron libres de la carga.
Clamaste en la aflicción, y te salvé.

Te respondí oculto entre los truenos,
aunque me provocaste junto a las aguas de Meribá.
Oye, pueblo mío, yo atestiguo contra ti,
¡ojalá me escucharas, Israel!

No tendrás ningún Dios extraño,
no adorarás a ningún dios extranjero:
yo, el Señor, soy tu Dios,
que te hice subir de la tierra de Egipto.

¡Ojalá mi pueblo me escuchara,
e Israel siguiera mis caminos!
Yo alimentaría a mi pueblo con lo mejor del trigo
y lo saciaría con miel silvestre.


    Evangelio según San Marcos 12,28b-34.

    Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?».
    Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas.
    El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos".
    El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios".
    Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

     Palabra del Señor