jueves, 9 de enero de 2025

EVANGELIO - 10 de Enero - San Lucas 4,14-22a


    Epístola I de San Juan 4,19-21.5,1-4.

    Hijos míos: Nosotros amamos porque Dios nos amó primero.
    El que dice: "Amo a Dios", y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve?
    Este es el mandamiento que hemos recibido de él: el que ama a Dios debe amar también a su hermano.
    El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de él.
    La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
    El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga, porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe.


Salmo 72(71),2.14.15bc.17.

¡Pueblos de la tierra alaben al Señor!

Para que gobierne a tu pueblo con justicia
y a tus pobres con rectitud.
Los rescatará de la opresión y la violencia,
y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos.

y le regalen oro de Arabia;
que oren por él sin cesar
Que perdure su nombre para siempre
y su linaje permanezca como el sol;

que él sea la bendición de todos los pueblos
y todas las naciones lo proclamen feliz.


    Evangelio según San Lucas 4,14-22a.

    Jesús volvió a Galilea con el poder el Espíritu y su fama se extendió en toda la región.
    Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.
    Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura.
    Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.
    Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él.
    Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".
    Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca.

    Palabra del Señor

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