jueves, 26 de septiembre de 2024

EVANGELIO - 27 de Septiembre - San Lucas 9,18-22


    Libro de Eclesiastés 3,1-11.

    Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol: un tiempo para nacer y un tiempo para morir, un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado; un tiempo para matar y un tiempo para curar, un tiempo para demoler y un tiempo para edificar; un tiempo para llorar y un tiempo para reír, un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar; un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas, un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse; un tiempo para buscar y un tiempo para perder, un tiempo para guardar y un tiempo para tirar; un tiempo para rasgar y un tiempo para coser, un tiempo para callar y un tiempo para hablar; un tiempo para amar y un tiempo para odiar, un tiempo de guerra y un tiempo de paz.
    ¿Qué provecho obtiene el trabajador con su esfuerzo?
    Yo vi la tarea que Dios impuso a los hombres para que se ocupen de ella.
    El hizo todas las cosas apropiadas a su tiempo, pero también puso en el corazón del hombre el sentido del tiempo pasado y futuro, sin que el hombre pueda descubrir la obra que hace Dios desde el principio hasta el fin.


Salmo 144(143),1a.2abc.3-4.

Bendito sea el Señor, mi Roca,
él es mi bienhechor y mi fortaleza,
mi baluarte y mi libertador;
él es el escudo con que me resguardo.

Señor, ¿qué es el hombre para que tú lo cuides,
y el ser humano, para que pienses en él?
El hombre es semejante a un soplo,
y sus días son como una sombre fugaz.


    Evangelio según San Lucas 9,18-22.

    Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
    Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado".
    "Pero ustedes, les preguntó, ¿Quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios".
    Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.
    "El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".

    Palabra del Señor

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