"Os he dicho todo esto para que encontréis en mí la paz"
“Señor Dios, a lo que yo veo, la paciencia me es muy necesaria; porque en esta vida acaecen muchas adversidades. Pues de cualquiera suerte que ordenare mi paz, no puede estar mi vida sin batalla y sin dolor. Así es, hijo; pero no quiero que busques tal paz, que carezca de tentaciones, y no sienta contrariedades. Antes cuando fueres ejercitado en diversas tribulaciones, y probado en muchas contrariedades”… (Imitación de Cristo, Libro Tercero, cap. 12, 1,2)
Qué equivocados andamos a veces los que buscamos la verdadera paz de Dios… Pero es que, la que buscamos, muchas veces no es la de Dios..., sino la del mundo. Cuando el mundo habla de paz..., así se la figura. Cuando el mundo busca la paz..., así la concibe..., silencio, quietud, amor sin lágrimas,... mucho egoísmo oculto. El hombre busca esa paz, para descansar, para no sufrir. Busca la paz humana, la paz sensible... Esa paz que el mundo pinta en un claustro con sol, con cipreses y con pájaros. Esa paz sin tentaciones y sin cruz…
Hoy bendigo desde el fondo de mi alma, a ese Dios que tanto… Me quiere con mis miserias, mis pecados, mis lágrimas y mis alegrías. Me quiere en esa paz de la que hablas Tomás de Kempis en el libro de la Imitación… ¡Qué grande es Dios!... La paz de mi alma, es la paz del que nada, de nadie espera... Solamente Dios, solamente la Cruz de Cristo, solamente el deseo de vivir unido a su voluntad, es lo que el alma en el mundo espera, y la espera es tranquila; es con paz, a pesar de que el no ver aún a Dios, es un triste penar; el acompañarle en la Cruz, cuesta a veces copiosas lágrimas, y el verse que aún tenemos voluntad propia y, por tanto, miserias, defectos y pecados, no deja de causar pesar…
Todo es combate, dolor, pero Jesús está en el centro, clavado sobre una cruz, y anima al alma a perseverar. En medio de la batalla que libramos en este mundo, Jesús está allí, con el rostro sereno, que nos dice que "el que le sigue no camina en tinieblas" (Jn 8,12).
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