jueves, 11 de enero de 2024

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 12 de Enero - «Vinieron trayéndole un paralítico... Viendo Jesús su fe, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.»


San Francisco de Sales Sermón (10-10-1593): La parálisis de la apatía espiritual Sermón VII, 86-92


«Vinieron trayéndole un paralítico... Viendo Jesús su fe, dijo al paralítico: Hijo, 
tus pecados te son perdonados.» 

    El pecado que causa esta parálisis es una cierta frialdad y apatía espiritual. Para decirlo brevemente, llamamos «paralíticos»a los que se quedan estancados en sus pecados. Porque si siguen en ese estado, llegarán a quedarse tullidos e impotentes, como transidos de frío, embotados todos sus miembros espirituales, como dice el Proverbio: «El perezoso se hallaba embotado por el frío del pecado, sin ropa de virtudes y sin el calor del fuego de la caridad; no ha querido trabajar.» Y es el típico efecto de esta parálisis: el impedir trabajar a aquellos a quienes agarra... Ya veis los males que comporta esta parálisis, pues nos impide caminar hacia Dios.

    Y ahora, pongámonos la mano en el corazón y preguntémonos si estamos también nosotros parados, detenidos. Si no queremos hacernos esta pregunta, si no queremos enmendarnos, si caminamos fríamente por la vida espiritual, estamos en peligro.

    Si alguno sospecha que puede caer, y todos tenemos por qué temerlo, os voy a dar un remedio que pueden usarlo también los que ya se han quedado paralíticos, para curarse. ¿No sabéis que el frío se cura y se echa fuera mediante el calor? Pero no toda clase de calor cura este mal. El fuego que se alimenta por la meditación de la pasión y muerte de nuestro Señor, cura a los que tienen una naturaleza más dócil. El fuego de las tribulaciones también cura, pero no es apropiado para todo el mundo. El fuego de la Eucaristía sirve para consolidar y confortar. Es decir, que el fuego de la caridad es el que cura todas nuestras parálisis.

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