CAPÍTULO PRIMERO
EL LLAMADO A LA SANTIDAD
Los santos de la puerta de al lado
9. La santidad es el rostro más bello de la Iglesia. Pero aun fuera de la Iglesia Católica y en ámbitos muy diferentes, el Espíritu suscita «signos de su presencia, que ayudan a los mismos discípulos de Cristo»[7]. Por otra parte, san Juan Pablo II nos recordó que «el testimonio ofrecido a Cristo hasta el derramamiento de la sangre se ha hecho patrimonio común de católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes»[8]. En la hermosa conmemoración ecuménica que él quiso celebrar en el Coliseo, durante el Jubileo del año 2000, sostuvo que los mártires son «una herencia que habla con una voz más fuerte que la de los factores de división»[9].
[7] S. Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte (6 enero 2001), 56: AAS 93 (2001), 307.
[8] Carta ap. Tertio millennio adveniente (10 noviembre 1994), 37: AAS 87 (1995), 29.
[9] Homilía en la Conmemoración ecuménica de los testigos de la fe del siglo XX (7 mayo 2000), 5: AAS 92 (2000), 680-681.
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