miércoles, 22 de noviembre de 2023

EVANGELIO - 23 de Noviembre - San Lucas 19,41-44


    Primer Libro de Macabeos 2,15-29.

    Entre tanto, los delegados del rey, encargados de imponer la apostasía, llegaron a la ciudad de Modín, para exigir que se ofrecieran los sacrificios.
    Se presentaron muchos israelitas, pero Matatías y sus hijos se agruparon aparte.
    Entonces los enviados del rey fueron a decirle: "Tú eres un jefe ilustre y gozas de autoridad en esta ciudad, respaldado por hijos y hermanos.
    Sé el primero en acercarte a ejecutar la orden del rey, como lo han hecho todas las naciones, y también los hombres de Judá y los que han quedado en Jerusalén. Así tu y tus hijos, serán contados entre los Amigos del rey y gratificados con plata, oro y numerosos regalos".
    Matatías respondió en alta voz: "Aunque todas las naciones que están bajo el dominio del rey obedezcan y abandonen el culto de sus antepasados para someterse a sus órdenes, yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos fieles a la Alianza de nuestros padres.
    El Cielo nos libre de abandonar la Ley y los preceptos.
    Nosotros no acataremos las órdenes del rey desviándonos de nuestro culto, ni a la derecha ni a la izquierda".
    Cuando acabó de pronunciar estas palabras un judío se adelantó a la vista de todos para ofrecer un sacrificio sobre el altar de Modín, conforme al decreto del rey.
    Al ver esto, Matatías se enardeció de celo y se estremecieron sus entrañas; y dejándose llevar por una justa indignación, se abalanzó y lo degolló sobre el altar.
    Ahí mismo mató al delegado real que obligaba a ofrecer los sacrificios y destruyó el altar.
    Así manifestó su celo por la Ley, como lo había hecho Pinjás con Zimrí, hijo de Salú.
    Luego comenzó a gritar por la ciudad con todas sus fuerzas: "Todo el que sienta celo por la Ley y quiera mantenerse fiel a la Alianza, que me siga".
    Y abandonando todo lo que poseían en la ciudad, él y sus hijos huyeron a las montañas.
    Entonces muchos judíos, amantes de la justicia y el derecho, se retiraron al desierto para establecerse allí.

    Palabra de Dios.


Salmo 50(49),1-2.5-6.14-15.

El Dios de los dioses, el Señor,
habla para convocar a la tierra
desde la salida del sol hasta el ocaso.
El Señor resplandece desde Sión,

que es el dechado de toda hermosura:
“Reúnanme a mis amigos,
a los que sellaron mi alianza con un sacrificio”.
¡Que el cielo proclame su justicia,

porque el Señor es el único Juez!
Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza
y cumple tus votos al Altísimo;
invócame en los momentos de peligro:
yo te libraré, y tú me glorificarás”.


    Evangelio según San Lucas 19,41-44.

    Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.
    Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes.
    Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios".

    Palabra del Señor.

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