"Dios llama a nuestra libertad"
Dios incita al hombre a que se levante del pecado… Cuanto más pronto el hombre reconoce su miseria, más pronto también se humilla y se abandona a Dios conociendo que es a Dios a quien pertenece hacer en él esta obra de conversión. Poco a poco, por las inspiraciones que Dios le manda, toma conciencia de ello, y viendo la obra y la ganancia que saca de ello, se dice a sí mismo: Verdaderamente, parece que Dios no tiene otra cosa que hacer que ocuparse de mí. ¡Cuán suaves y llenas de amor son las obras de Dios en nosotros!…
Servir a Dios en esta vida es, verdaderamente, reinar. Cuando Dios libera al hombre del pecado que le esclaviza, le saca de toda esclavitud y lo establece en la verdadera libertad. De no ser así, el hombre va siempre de deseo en deseo sin jamás pacificarse; cuanto más tiene más quisiera tener; buscando satisfacerse, nunca está contento. En efecto, cualquiera que tiene un deseo está poseído por él; se vende a la cosa que ama; buscando su libertad, siguiendo a sus apetitos ofendiendo a Dios, se hace esclavo de ellos para siempre.
Considera, pues, la fuerza y el poder de nuestro libre arbitrio que encierra en sí dos cosas opuestas y tan contrarias la una de la otra: la vida o la muerte eternas. Si no quieres, no puedes ser violentado por ninguna criatura; por esto, mientras esté en tu poder, reflexiona bien y vigila lo que haces.
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