San Camilo de Lelis, presbítero, que nació cerca de Teano, en la región italiana de los Abruzos, y desde la adolescencia siguió la carrera militar y se dejó arrastrar por los vicios propios de una juventud alegre y despreocupada, pero, convertido de su mala vida, se entregó al cuidado de los enfermos en los hospitales de los incurables, a los que servía como al mismo Cristo. Ordenado sacerdote, puso en Roma los fundamentos de la Orden de Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos.Patrono de trabajadores de la salud y hospitales, protector de enfermos y moribundos refieren a este santo: San José de Calasanz
Después de una profunda conversión cambió su vida militar por el cuidado de los enfermos. Ordenado sacerdote, fundó la Orden los Ministros de los Enfermos, llamados también Hermanos de la Buena Muerte por su atención a los moribundos. Murió en Roma el año 1614
San Camilo nació en el 1550 (Italia). en Bucchianico, en la costa del Adriático, donde su padre acampaba como militar. Fue el día de Pentecostés, del Año Santo 1550. Era hijo único, y ya tardío, que vino a llenar de alegría el hogar. Camilo tenía un carácter duro y resuelto, muy batallador, como su padre.
Este muchacho, cuya estatura se aproximaba a los dos metros, de una vitalidad excepcional, se creyó llamado a la carrera de las armas, sucumbiendo pronto al desenfreno. De los veinte a los veinticinco años llevó una vida disoluta, que le condujo al hospital de Santiago de los Incurables, de Roma.
La llaga se cura y reaparece. Un mal vicio se apodera de él: el juego. Alguna vez se jugó hasta la camisa. Se ofrece como soldado. Participa en Túnez y en otras batallas. Arriesga la vida y las ganancias las pierde en el juego. A veces tiene que pedir limosna. Después trabaja en un convento capuchino como albañil.
Un día, mientras caminaba de un convento a otro, una luz le iluminó. Sintió la llamada de Dios y cayó en el suelo llorando. Pidió el hábito capuchino. Tres veces empieza el noviciado y otras tantas se le abre la llaga y marcha a Roma. Allí, la tercera vez, descubre su vocación. Desde octubre de 1589 se entrega a los enfermos para toda la vida. Intenta fundar una cofradía para los enfermos. Le ponen trabas. Ni siquiera San Felipe Neri, que le apreciaba mucho, le entendió. Aprovecha ratos libres y estudia teología en el Colegio Romano. En 1584 es ordenado sacerdote.
Sale del hospital y con un pequeño grupo se establece junto a la iglesia de la Magdalena. Sixto V les aprueba como sociedad sin votos para dedicarse a los enfermos. "Los Camilos", encima de la sotana, llevaban una cruz roja. La situación en los hospitales era calamitosa en higiene y atenciones. No era una excepción el hospital del Espíritu Santo, donde Camilo y los suyos derrochaban entrega y dedicación total a enfermos y moribundos. Camilo se reservaba siempre lo más difícil. Cuando había pestes, que era frecuente, llegaban al heroísmo. Muchos morían atendiendo a los apestados.
Camilo tuvo muchos conflictos, externos e internos, en su tarea. Hasta dejó el generalato de su Orden. Pero mantuvo siempre el carisma. Servir a Cristo en los enfermos. Por este servicio se nos juzgará. La vida de Camilo "ponía espanto". Con su herida, con una hernia, con dos forúnculos, con un débil estómago, pasaba horas largas con los enfermos, cuidándoles como una madre, ayudándoles a bien morir, olvidándose de sí mismo, sin apenas comer ni dormir. Así vivía su sacerdocio.
Recogía a los apestados y andrajosos por las calles de Roma. Se dolía de ver así aquellos sagrados miembros de Cristo. Les trataba como si fueran príncipes. Les cubría con su manto. A veces quince sastres trabajaban para sus pobres. No cosían ropas, según él, sino ornamentos sagrados. Un día caminaba con un novicio. El sol ardía. - Hermano, le dijo, camina detrás de mí. Yo soy muy alto. Así te haré sombra y te librarás del sol. Y caminaba ajustándose a la esfera del sol para que los rayos no atacaran al novicio. Camilo era feliz porque podía regalar incluso su sombra.
Consideraba el servicio a los enfermos como una acción litúrgica. Tomaba en sus brazos al enfermo como si manejara el cuerpo de Cristo. Acariciaba el rostro del enfermo, como si fuera el sagrado rostro del Señor. Totalmente agotado, cayó enfermo de gravedad. El 16 de julio de 1614 volaba al cielo "su patria", como él decía. Benedicto XIV lo canonizó el 1746. Junto con San Juan de Dios, es patrono de los enfermos y enfermeros.
En 1886, León XIII declaró a San Camilo, juntamente con San Juan de Dios, protectores de todos los enfermos y hospitales del mundo católico; patrono universal de los enfermos, de los hospitales y del personal hospitalario.
Señor Jesús, que haciéndote hombre, quisiste compartir el sufrimiento de nuestra naturaleza humana, te suplico por la intercesión de San Camilo, el santo protector de los enfermos, que amó y se entregó a los demás, que con caridad y compasión sirvió intensamente a los pobres y a los enfermos como si fueran sus hijos, que ayudes a los que están pasando dolor, a los que necesitan alivio y sanación y viven el difícil momento del sufrimiento. Sana al que está llagado en el cuerpo y en el espíritu, sostén la fe de los que bajo la cruz vacilan por la fuerza del mal, abre horizontes de esperanza a los que están en la oscuridad. Haznos, como San Camilo, conscientes de que en el rostro del enfermo, del que sufre y está agobiado o del que padece grandes necesidades, está tu mano acariciando a nuestro corazón. ¡San Camilo de Lellis, ruega por nosotros! San Camilo glorioso, a ti clamamos en nuestra aflicción, tú que siempre viste a Jesús en los enfermos, que con ardiente caridad y ternura los serviste y cuidaste, y que tantas veces dijiste: "los enfermos son la pupila y el corazón de Dios", lleva nuestras suplicas al Señor y ruégale por la salud de... pide que le conceda alivio y remedio en sus padecimientos, que sane su cuerpo y le llene de optimismo y vitalidad, que fortalezca su alma y le de valor y energía, y le colme de esperanza en medio de tanto dolor y angustia, porque solo Él puede guardarnos de todo mal y darnos salud en la enfermedad. Así sea. Amén
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