"No amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras"
Y guárdense todos los hermanos de calumniar y de contender de palabra (cf. 2Tim 2,14); más bien, empéñense en callar, siempre que Dios les dé la gracia. Ni litiguen entre sí ni con otros, sino procuren responder humildemente, diciendo: Soy un siervo inútil (cf. Lc 17,10). Y no sean coléricos, porque todo el que se deja llevar de la ira contra su hermano será condenado en juicio; el que dijere a su hermano: Raca, será condenado por la asamblea; el que le dijere: Fatuo, será condenado a la gehena de fuego (Mt 5,22).
Y ámense mutuamente, como dice el Señor: Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado (Jn 15,12). Y muestren con obras (cf. Sant 2,18) el amor que se tienen mutuamente, como dice el apóstol: No amemos de palabra y de boca, sino de obra y de verdad (1Jn 3,18).
Y a nadie insulten (cf. Tit 3,2); no murmuren ni difamen a otros, porque está escrito: Los murmuradores y difamadores son odiosos para Dios (cf. Rom 1,29). Y sean mesurados, mostrando una total mansedumbre para con todos los hombres (cf. Tit 10 - 11 3,2); no juzguen, no condenen. Y, como dice el Señor, no reparen en los pecados más pequeños de los otros (cf. Mt 7,3; Lc 6,41), sino, más bien, recapaciten en los propios en la amargura de su alma (Is 38,15). Y esfuércense en entrar por la puerta angosta (Lc 13,24), porque dice el Señor: Angosta es la puerta, y estrecha la senda que lleva a la vida y son pocos los que la encuentran (Mt 7,14).
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