martes, 31 de enero de 2023

EVANGELIO - 01 de Febrero - San Marcos 6,1-6.


    Carta a los Hebreos 12,4-7.11-15.

    Hermanos: En la lucha contra el pecado, ustedes no han resistido todavía hasta derramar su sangre.
    Ustedes se han olvidado de la exhortación que Dios les dirige como a hijos suyos: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, y cuando te reprenda, no te desalientes.
    Porque el Señor corrige al que ama y castiga a todo aquel que recibe por hijo.
    Si ustedes tienen que sufrir es para su corrección; porque Dios los trata como a hijos, y ¿hay algún hijo que no sea corregido por su padre?
    Es verdad que toda corrección, en el momento de recibirla, es motivo de tristeza y no de alegría; pero más tarde, produce frutos de paz y de justicia en los que han sido adiestrados por ella.
    Por eso, que recobren su vigor las manos que desfallecen y las rodillas que flaquean.
    Y ustedes, avancen por un camino llano, para que el rengo no caiga, sino que se cure.
    Busquen la paz con todos y la santificación, porque sin ella nadie verá al Señor.
    Estén atentos para que nadie sea privado de la gracia de Dios, y para que no brote ninguna raíz venenosa capaz de perturbar y contaminar a la comunidad.


Salmo 103(102),1-2.13-14.17-18a.

Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.

Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles;
él conoce de qué estamos hechos,
sabe muy bien que no somos más que polvo.

Pero el amor del Señor permanece para siempre,
y su justicia llega hasta los hijos y los nietos
de los que lo temen y observan su alianza.

 
    Evangelio según San Marcos 6,1-6.

    Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos.
    Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?
    ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo.
    Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa".
    Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.
    Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.

    Palabra del Señor

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