San Gregorio Magno
Homilías sobre el evangelio, n° 2; PL 76, 1081
“Recupera la vista, tu fe te ha salvado” (Lc 18, 35-43)
Observemos lo que el Señor dijo al ciego que se le acercó: «¿qué quieres que haga por ti? " El que tiene el poder de devolver la vista, ¿ignoraba lo que quería el ciego? Evidentemente, no. Pero Él desea que le pidamos las cosas, aunque Él lo sepa de antemano y nos lo vaya a conceder. Nos exhorta a pedir, incluso hasta ser molestos, el que afirma: "vuestro Padre celestial sabe lo que os hace falta, antes de que lo pidáis» (Mt 6,8). Si pregunta, es para que se le pida; si pregunta, es para impulsar nuestro corazón a la oración...
Lo que pide el ciego al Señor, no es oro, sino luz. No le preocupa solicitar otra cosa más que luz... Imitemos a este hombre, hermanos muy queridos. No pidamos al Señor ni riquezas engañosas, ni obsequios de la tierra, ni honores pasajeros, sino luz: No la luz circunscrita por el espacio, limitada por el tiempo, interrumpida por la noche, con la que compartimos la vista con los animales, pidamos esta luz que sólo los ángeles ven como nosotros, que no tiene principio y ni fin. Sin embargo, el camino para llegar a esta luz, es la fe. Por tanto, con razón el Señor responde inmediatamente al ciego que va a recobrar la luz: «¡Levántate! Tu fe te ha salvado».
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