jueves, 30 de septiembre de 2021
EVANGELIO DEL DÍA - 1 DE OCTUBRE - San Lucas 10,13-16.
Libro de Baruc 1,15-22.
Ustedes dirán: Al Señor, nuestro Dios, pertenece la justicia; a nosotros, en cambio, la vergüenza reflejada en el rostro, como sucede en el día de hoy; vergüenza para los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, para nuestros reyes y nuestros jefes, para nuestros sacerdotes, nuestros profetas y nuestros padres.
Porque hemos pecado contra el Señor, le hemos sido infieles y no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, que nos mandaba seguir los preceptos que él puso delante de nosotros.
Desde el día en que el Señor hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, hasta el día de hoy, hemos sido infieles al Señor, nuestro Dios, y no nos hemos preocupado por escuchar su voz.
Por eso han caído sobre nosotros tantas calamidades, así como también la maldición que el Señor profirió por medio de Moisés, tu servidor, el día en que hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, para darnos una tierra que mana leche y miel. Esto es lo que nos sucede en el día de hoy.
Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a todas las palabras de los profetas que él nos envió.
Cada uno se dejó llevar por los caprichos de su corazón perverso, sirviendo a otros dioses y haciendo el mal a los ojos del Señor, nuestro Dios.
Salmo 79(78),1-2.3-5.8.9.
Oh Dios, los paganos invadieron tu herencia,
profanaron tu santo Templo,
hicieron de Jerusalén un montón de ruinas;
dieron los cadáveres de tus servidores
como pasto a las aves del cielo,
y la carne de tus amigos, a las fieras de la tierra.
Derramaron su sangre como agua
alrededor de Jerusalén,
y nadie les daba sepultura.
Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,
la irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta cuándo, Señor? ¿Estarás enojado para siempre?
¿Arderán tus celos como un fuego?
No recuerdes para nuestro mal
las culpas de otros tiempos;
compadécete pronto de nosotros,
porque estamos totalmente abatidos.
Ayúdanos, Dios salvador nuestro,
por el honor de tu Nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados,
a causa de tu Nombre.
Evangelio según San Lucas 10,13-16.
¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza.
Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.
Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno.
El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió".
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 1 DE OCTUBRE - “Hace tiempo que se habrían convertido” (Lc 10, 13-16)
Papa Francisco
Homilía, 8 de julio 2018
“Hace tiempo que se habrían convertido” (Lc 10, 13-16)
En nuestra experiencia de vida como cristianos estamos más acostumbrados a hacer oración de petición. Ponemos en las manos de Dios todos nuestros problemas, los de la gente que nos rodea, nuestros deseos. Sin embargo, ¿Cuántas veces le agradecemos a Dios por los regalos que nos da?
El Señor hace milagros todos los días en nuestra vida pero ya nos acostumbramos a ellos. El milagro de nuestra familia, del amor de los que nos rodean, el milagro de estar vivos. Pero a pesar de todos estos milagros, ¿ya hemos vuelto nuestro corazón con todo nuestro amor a Jesús? ¿O aún reservamos una parte que no le hemos querido entregar?
Jesús no se lamenta de haber hecho los milagros, sino de que, a pesar de ellos, nos neguemos a cambiar y seguirle. Cuando esto sucede no le dejamos obrar el único milagro que requiere de nuestro grano de arena, la verdadera conversión. Una conversión sincera no significa ser inmaculado y no pecar, sino evitar a toda costa el pecado con la ayuda de la gracia. Al abandonarnos en sus manos reconociendo que solos no podemos, nuestro amor al Señor se vuelve tan grande que no queremos ofenderle más, no queremos cargar más peso en su espalda llagada.
Hemos escuchado tantas veces de la conversión, pero ¿qué esperamos para tener una experiencia verdadera de Dios? Y si ya hemos ido experimentando ese llamado de vuelta hacia Dios, nuestra conversión es un sí cotidiano, un sí sostenido que nos va acercando a la contemplación de la alegría eterna, del rostro de Dios. Y tú, ¿piensas escalar al cielo como te pregunta Jesús?
SANTORAL DEL DÍA - 01 DE OCTUBRE - SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS
Su deseo era abrazar la vida contemplativa, al igual que sus hermanas Paulina y María, en el Carmelo de Lisieux, pero su temprana edad se lo impedía. Durante un viaje a Italia, después de haber visitado la Santa Casa de Loreto y los lugares de la Ciudad Eterna, el 20 de noviembre de 1887, en la audiencia concedida por el Papa León XIII a los peregrinos de la diócesis de Lisieux, pidió al Papa con filial audacia autorización para poder entrar en el Carmelo con 15 años. El 9 de abril de 1888 ingresó en el Carmelo de Lisieux. Tomó el hábito el 10 de enero del año siguiente e hizo su profesión religiosa el 8 de septiembre de 1890, fiesta de la Natividad de la Virgen María.
En el Carmelo comenzó el camino de perfección trazado por la Madre Fundadora, Teresa de Jesús, con auténtico fervor y fidelidad, y cumpliendo los diferentes oficios que le fueron confiados (fue también maestra de novicias). Iluminada por la Palabra de Dios, y probada especialmente por la enfermedad de su queridísimo padre, Luis Martin, que falleció el 29 de julio de 1894, emprendió el camino hacia la santidad, inspirada en la lectura del Evangelio y poniendo el amor al centro de todo. Teresa nos ha dejado en sus manuscritos autobiográficos no sólo los recuerdos de la infancia y de la adolescencia, sino también el retrato de su alma y la descripción de sus experiencias más íntimas. Descubre y comunica a las novicias confiadas a sus cuidados; el camino de la infancia espiritual; recibe como don especial el encargo do acompañar con la oración y el sacrificio a dos hermanos misioneros (el Padre Roulland, misionero en China y el Padre Belliére). Penetra cada vez más en el misterio de la Iglesia y siente crecer su vocación apostólica y misionera para arrastrar consigo a los demás, movida por el amor de Cristo, su Único Esposo.
El 9 de junio de 1895, en la fiesta de la Santísima Trinidad, se ofreció como victima inmolada al Amor misericordioso de Dios. Por entonces escribe el primer manuscrito autobiográfico, que entregó a la Madre Inés el día de su onomástica, el 21 de enero de 1896. Algunos meses más tarde, el 3 de abril, durante la noche del jueves al viernes santo, sufrió una hemotisis, primera manifestación de la enfermedad que la llevaría a la muerte, y que ella acogió como una misteriosa visita del Esposo divino. Entró entonces en una prueba de fe que duraría hasta el final de su vida, y de la que ofrece un emotivo testimonio en sus escritos. Durante el mes de septiembre concluye el manuscrito B, que ilustra de manera impresionante el grado de santidad al que había llegado, especialmente por el descubrimiento de su vocación en el corazón de la Iglesia.
Mientras empeora su salud y continúa el tiempo de prueba, en el mes de junio comienza el manuscrito C, dedicado a la Madre María de Gonzaga; entretanto, nuevas gracias la llevan a madurar plenamente en la perfección y descubre nuevas luces para la difusión de su mensaje en la Iglesia, en bien de las almas que seguirán su camino. El 8 de julio es llevada a la enfermería, donde otras religiosas recogen sus palabras, a la vez que se le tornan más intensos los dolores y las pruebas, que soporta con paciencia hasta su muerte, acaecida en la tarde del 30 de septiembre de 1897, a las 19:20 h. "Yo no muero, entro en la vida" había escrito a su hermano espiritual misionero, P. Mauricio Belliére. Sus últimas palabras, "Dios mío, te amo", sellan una vida que se extinguió en la tierra a los 24 años, para entrar, según su deseo, en una nueva fase de presencia apostólica en favor de las almas, en la comunión de los Santos, para derramar una "lluvia de rosas" sobre el mundo (lluvia de favores y beneficios, especialmente para amar más a Dios).
Fue canonizada por Pío XI el 17 de mayo de 1925, y el mismo Papa, el 14 de diciembre de 1927, la proclamó Patrona Universal de las Misiones, junto con San Francisco Javier. Su doctrina y su ejemplo de santidad han sido recibidos con gran entusiasmo por todas las categorías de fieles de este siglo, y también más allá de la Iglesia Católica y del Cristianismo.
Con ocasión del Centenario de su muerte, el Papa Juan Pablo II la declaró Doctora de la Iglesia por la solidez de su sabiduría espiritual, inspirada en el Evangelio, por la originalidad de sus intuiciones teológicas, en las cuales resplandece su eminente doctrina, y por la acogida en todo el mundo de su mensaje espiritual, difundido a través de la traducción de sus obras en una cincuentena de lenguas diversas. La ceremonia del nombramiento tuvo lugar el 19 de octubre de 1.997, precisamente en el domingo en el que se celebra la Jornada Mundial de las Misiones.
Oremos
Dios y Padre nuestro, que abres las puertas de tu reino a los pequeños y a los humildes, haz que sigamos confiadamente el camino de sencillez que siguió santa Teresa del Niño Jesús, para que, por su intercesión, también nosotros lleguemos a descubrir aquella gloria que permanece escondida a los sabios y a los prudentes según el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
SETIEMBRE, MES DE LA BIBLIA - "La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús"
BENEDICTO XVI
San Jerónimo. 2
Miércoles 14 de noviembre de 2007
"Para san Jerónimo, un criterio metodológico fundamental en la interpretación de las Escrituras era la sintonía con el magisterio de la Iglesia. Nunca podemos leer nosotros solos la Escritura. Encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos fácilmente en el error. La Biblia fue escrita por el pueblo de Dios y para el pueblo de Dios, bajo la inspiración del Espíritu Santo. Sólo en esta comunión con el pueblo de Dios podemos entrar realmente con el "nosotros" en el núcleo de la verdad que Dios mismo nos quiere comunicar. Para él una auténtica interpretación de la Biblia tenía que estar siempre en armonía con la fe de la Iglesia católica.
No se trata de una exigencia impuesta a este Libro desde el exterior; el Libro es precisamente la voz del pueblo de Dios que peregrina y sólo en la fe de este pueblo podemos estar, por así decir, en el tono adecuado para comprender la sagrada Escritura. Por eso, san Jerónimo exhortaba: "Permanece firmemente adherido a la doctrina de la tradición que te ha sido enseñada, para que puedas exhortar según la sana doctrina y refutar a quienes la contradicen" (Ep. 52, 7). En particular, dado que Jesucristo fundó su Iglesia sobre Pedro, todo cristiano —concluía— debe estar en comunión "con la Cátedra de san Pedro. Yo sé que sobre esta piedra está edificada la Iglesia" (Ep. 15, 2). Por tanto, abiertamente declaraba: "Yo estoy con quien esté unido a la Cátedra de san Pedro" (Ep. 16)."
miércoles, 29 de septiembre de 2021
EVANGELIO DEL DÍA - 30 de Septiembre - San Lucas 10,1-12.
Libro de Nehemías 8,1-4a.5-6.7b-12.
Todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que está ante la puerta del Agua. Entonces dijeron a Esdras, el escriba, que trajera el libro de la Ley de Moisés, que el Señor había dado a Israel.
El sacerdote Esdras trajo la Ley ante la Asamblea, compuesta por los hombres, las mujeres y por todos los que podían entender lo que se leía. Era el primer día del séptimo mes.
Luego, desde el alba hasta promediar el día, leyó el libro en la plaza que está ante la puerta del Agua, en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los que podían entender. Y todo el pueblo seguía con atención la lectura del libro de la Ley.
Esdras, el escriba, estaba de pie sobre una tarima de madera que habían hecho para esa ocasión. Junto a él, a su derecha, estaban Matitías, Semá, Anaías, Urías, Jilquías y Maaseías, y a su izquierda Pedaías, Misael, Malquías, Jasúm, Jasbadaná, Zacarías y Mesulám.
Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo - porque estaba más alto que todos - y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso de pie.
Esdras bendijo al Señor, el Dios grande y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: "¡Amén! ¡Amén!". Luego se inclinaron y se postraron delante del Señor con el rostro en tierra.
Josué, Baní, Serebías, Iamín, Acub, Sabtai, Hodías, Maaseías, Quelitá, Azarías, Jozabad, Janán y Pelaías - los levitas - exponían la Ley al pueblo, que se mantenía en sus puestos.
Ellos leían el libro de la Ley de Dios, con claridad, e interpretando el sentido, de manera que se comprendió la lectura.
Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote escriba, y los levitas que instruían al pueblo, dijeron a todo el pueblo: "Este es un día consagrado al Señor, su Dios: no estén tristes ni lloren". Porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley.
Después añadió: "Ya pueden retirarse; coman bien, beban un buen vino y manden una porción al que no tiene nada preparado, porque este es un día consagrado a nuestro Señor. No estén tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes".
Y los levitas serenaban al pueblo, diciendo: "¡Tranquilícense! Este día es santo: no estén tristes".
Todo el pueblo se fue a comer y a beber, a repartir porciones y a hacer grandes festejos, porque habían comprendido las palabras que les habían enseñado.
Salmo 19(18),8.9.10.11.
La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple.
Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son claros,
iluminan los ojos.
La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos.
que el oro más fino;
más dulces que la miel,
más que el jugo del panal.
Evangelio según San Lucas 10,1-12.
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.
Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
¡Vayan! Y alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.
Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'."
Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan:
'¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'.
Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad. o los envío como a ovejas en medio de lobos.
No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.
Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'."
Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan:
¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'.
Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 30 de Septiembre - “Yo los envío como a ovejas en medio de lobos” (Lc 10, 1-12)
San Ambrosio
Comentario al evangelio de Lucas, 7, 45.49
Cuando Jesús mandó a los discípulos ir a su mies, que había sido bien sembrada por el Verbo del Padre, pero que necesitaba ser trabajada, cultivada, cuidada con solicitud para que los pájaros no saquearan la simiente, les dijo: «Mirad que os mando como corderos en medio de lobos»... El Buen Pastor no podía temer a los lobos para su rebaño; sus discípulos no fueron enviados para ser una presa, sino para difundir la gracia. La solicitud del Buen Pastor hace que los lobos no puedan emprender nada contra los corderos que envía; les envía para que se cumpla la profecía de Isaías: «Llegará el día en que lobos y corderos pacerán juntos» (Is 65,25)... Por otra parte ¿no han sido enviados los discípulos con la orden de no llevar ni tan siquiera un bastón en la mano?...
Lo que el humilde Señor les ha mandado, sus discípulo los cumplen por la práctica de la humildad. Porque les envía a sembrar la fe no por obligación sino por la enseñanza; no haciendo servir la fuerza de su poder, sino exaltando la doctrina de la humildad. Y juzgó necesario unir la paciencia a la humildad, y de ahí el testimonio de Pedro en favor de Cristo: «Cuando lo insultaban no devolvía el insulto; cuando lo golpeaban, no devolvía los golpes» (1P 2,23).
Todo eso quiere decir: «Sed mis imitadores: abandonad el gusto por la venganza, a los golpes arrogantes responded devolviendo el mal a través de una paciencia que perdona. Que nadie imite por su propia cuenta lo que reprende de otro; la suavidad es la mejor respuesta a los insolentes».
SANTORAL DEL DÍA - 30 SETIEMBRE - SAN JERÓNIMO
En Roma estudió latín bajo la dirección del más famoso profesor de su tiempo, Donato, el cual hablaba el latín a la perfección, pero era pagano. Esta instrucción recibida de un hombre muy instruido pero no creyente, llevó a Jerónimo a llegar a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros idiomas, pero muy poco conocedor de los libros espirituales y religiosos. Pasaba horas y días leyendo y aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos, Cicerón, Virgilio, Horacio y Tácito, y a los autores griegos: Homero, y Platón, pero no dedicaba tiempo a leer libros religiosos que lo pudieran volver más espiritual.
En una carta que escribió a Santa Eustoquia, San Jerónimo le cuenta el diálogo aterrador que sostuvo en un sueño o visión. Sintió que se presentaba ante el trono de Jesucristo para ser juzgado, Nuestro Señor le preguntaba: "¿A qué religión pertenece? Él le respondió: "Soy cristiano – católico", y Jesús le dijo: "No es verdad". Que borren su nombre de la lista de los cristianos católicos. No es cristiano sino pagano, porque sus lecturas son todas paganas. Tiene tiempo para leer a Virgilio, Cicerón y Homero, pero no encuentra tiempo para leer las Sagradas Escrituras". Se despertó llorando, y en adelante su tiempo será siempre para leer y meditar libros sagrados, y exclamará emocionado: "Nunca más me volveré a trasnochar por leer libros paganos". A veces dan ganas de que a ciertos católicos les sucediera una aparición como la que tuvo Jerónimo, para ver si dejan de dedicar tanto tiempo a lecturas paganas e inútiles (revistas, novelas) y dedican unos minutos más a leer el libro que los va a salvar, la Sagrada Biblia.
Jerónimo dispuso irse al desierto a hacer penitencia por sus pecados (especialmente por su sensualidad que era muy fuerte, y por su terrible mal genio y su gran orgullo). Pero allá aunque rezaba mucho y ayunaba, y pasaba noches sin dormir, no consiguió la paz. Se dio cuenta de que su temperamento no era para vivir en la soledad de un desierto deshabitado, sin tratar con nadie. El mismo en una carta cuenta cómo fueron las tentaciones que sufrió en el desierto (y esta experiencia puede servirnos de consuelo a nosotros cuando nos vengan horas de violentos ataques de los enemigos del alma). San Francisco de Sales recomendaba leer esta página de nuestro santo porque es bellísima y provechosa: Dice así: "En el desierto salvaje y árido, quemado por un sol tan despiadado y abrasador que asusta hasta a los que han vivido allá toda la vida, mi imaginación hacía que me pareciera estar en medio de las fiestas mundanas de Roma. En aquel destierro al que por temor al infierno yo me condené voluntariamente, sin más compañía que los escorpiones y las bestias salvajes, muchas veces me imaginaba estar en los bailes de Roma contemplando a las bailarinas. Mi rostro estaba pálido por tanto ayunar, y sin embargo los malos deseos me atormentaban noche y día. Mi alimentación era miserable y desabrida, y cualquier alimento cocinado me habría parecido un manjar exquisito, y no obstante las tentaciones de la carne me seguían atormentando. Tenía el cuerpo frío por tanto aguantar hambre y sed, mi carne estaba seca y la piel casi se me pegaba a los huesos, pasaba las noches orando y haciendo penitencia y muchas veces estuve orando desde el anochecer hasta el amanecer, y aunque todo esto hacía, las pasiones seguían atacándome sin cesar. Hasta que al fin, sintiéndome impotente ante tan grandes enemigos, me arrodillé llorando ante Jesús crucificado, bañé con mis lágrimas sus pies clavados, y le supliqué que tuviera compasión de mí, y ayudándome el Señor con su poder y misericordia, pude resultar vencedor de tan espantosos ataques de los enemigos del alma. Y yo me pregunto: si esto sucedió a uno que estaba totalmente dedicado a la oración y a la penitencia, ¿qué no les sucederá a quienes viven dedicados a comer, beber, bailar y darle a su carne todos los gustos sensuales que pide?".
Vuelto a la ciudad, sucedió que los obispos de Italia tenían una gran reunión o Concilio con el Papa, y habían nombrado como secretario a San Ambrosio. Pero este se enfermó, y entonces se les ocurrió nombrar a Jerónimo. Y allí se dieron cuenta de que era un gran sabio que hablaba perfectamente el latín, el griego y varios idiomas más. El Papa San Dámaso, que era poeta y literato, lo nombró entonces como su secretario, encargado de redactar las cartas que el Pontífice enviaba, y algo más tarde le encomendó un oficio importantísimo: hacer la traducción de la Santa Biblia.
Las traducciones de la Biblia que existían en ese tiempo tenían muchas imperfecciones de lenguaje y varias imprecisiones o traducciones no muy exactas.
Jerónimo, que escribía con gran elegancia el latín, tradujo a este idioma toda la Santa Biblia, y esa traducción llamada "Vulgata" (o traducción hecha para el pueblo o vulgo) fue la Biblia oficial para la Iglesia Católica durante 15 siglos. Únicamente en los últimos años ha sido reemplazada por traducciones más modernas y más exactas, como por ej. La Biblia de Jerusalén y otras.
Casi de 40 años Jerónimo fue ordenado de sacerdote. Pero sus altos cargos en Roma y la dureza con la cual corregía ciertos defectos de la alta clase social le trajeron envidias y rencores (Él decía que las señoras ricas tenían tres manos: la derecha, la izquierda y una mano de pintura... y que a las familias adineradas sólo les interesaba que sus hijas fueran hermosas como terneras, y sus hijos fuertes como potros salvajes y los papás brillantes y mantecosos, como marranos gordos...). Toda la vida tuvo un modo duro de corregir, lo cual le consiguió muchos enemigos. Con razón el Papa Sixto V cuando vio un cuadro donde pintan a San Jerónimo dándose golpes de pecho con una piedra, exclamó: "¡Menos mal que te golpeaste duramente y bien arrepentido, porque si no hubiera sido por esos golpes y por ese arrepentimiento, la Iglesia nunca te habría declarado santo, porque eras muy duro en tu modo de corregir!".
Sintiéndose incomprendido y hasta calumniado en Roma, donde no aceptaban el modo fuerte que él tenía de conducir hacia la santidad a muchas mujeres que antes habían sido fiesteras y vanidosas y que ahora por sus consejos se volvían penitentes y dedicadas a la oración, dispuso alejarse de allí para siempre y se fue a la Tierra Santa donde nació Jesús.
Sus últimos 35 años los pasó San Jerónimo en una gruta, junto a la Cueva de Belén. Varias de las ricas matronas romanas que él había convertido con sus predicaciones y consejos, vendieron sus bienes y se fueron también a Belén a seguir bajo su dirección espiritual. Con el dinero de esas señoras construyó en aquella ciudad un convento para hombres y tres para mujeres, y una casa para atender a los peregrinos que llegaban de todas partes del mundo a visitar el sitio donde nació Jesús.
Allí, haciendo penitencia, dedicando muchas horas a la oración y días y semanas y años al estudio de la S. Biblia, Jerónimo fue redactando escritos llenos de sabiduría, que le dieron fama en todo el mundo.
Con tremenda energía escribía contra los herejes que se atrevían a negar las verdades de nuestra santa religión. Muchas veces se extralimitaba en sus ataques a los enemigos de la verdadera fe, pero después se arrepentía humildemente.
La Santa Iglesia Católica ha reconocido siempre a San Jerónimo como un hombre elegido por Dios para explicar y hacer entender mejor la Santa Biblia. Por eso ha sido nombrado Patrono de todos los que en el mundo se dedican a hacer entender y amar más las Sagradas Escrituras. El Papa Clemente VIII decía que el Espíritu Santo le dio a este gran sabio unas luces muy especiales para poder comprender mejor el Libro Santo. Y el vivir durante 35 años en el país donde Jesús y los grandes personajes de la S. Biblia vivieron, enseñaron y murieron, le dio mayores luces para poder explicar mejor las palabras del Libro Santo.
Se cuenta que una noche de Navidad, después de que los fieles se fueron de la gruta de Belén, el santo se quedó allí solo rezando y le pareció que el Niño Jesús le decía: "Jerónimo ¿qué me vas a regalar en mi cumpleaños?". Él respondió: "Señor te regalo mi salud, mi fama, mi honor, para que dispongas de todo como mejor te parezca". El Niño Jesús añadió: "¿Y ya no me regalas nada más?". Oh mi amado Salvador, exclamó el anciano, por Ti repartí ya mis bienes entre los pobres. Por Ti he dedicado mi tiempo a estudiar las Sagradas Escrituras... ¿Qué más te puedo regalar? Si quisieras, te daría mi cuerpo para que lo quemaras en una hoguera y así poder desgastarme todo por Ti". El Divino Niño le dijo: "Jerónimo: regálame tus pecados para perdonártelos". El santo al oír esto se echó a llorar de emoción y exclamaba: "¡Loco tienes que estar de amor, cuando me pides esto!". Y se dio cuenta de que lo que más deseaba Dios que le ofrezcamos los pecadores es un corazón humillado y arrepentido, que le pide perdón por las faltas cometidas.
El 30 de septiembre del año 420, cuando ya su cuerpo estaba debilitado por tantos trabajos y penitencias, y la vista y la voz agotadas, y Jerónimo parecía más una sombra que un ser viviente, entregó su alma a Dios para ir a recibir el premio de sus fatigas. Se acercaba ya a los 80 años. Más de la mitad los había dedicado a la santidad.
Oremos
Oh Dios, que concediste a San Jerónimo saber gustar de la sagrada Escritura y vivirla intensamente, haz que tu pueblo se alimente cada vez más en tu Palabra y encuentre en ella la fuente de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén
SETIEMBRE, MES DE LA BIBLIA - "La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús"
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San Jerónimo. 2
Miércoles 14 de noviembre de 2007
martes, 28 de septiembre de 2021
EVANGELIO DEL DÍA - 29 de Septiembre - San Juan 1,47-51.
Libro de Daniel 7,9-10.13-14.
Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente.
Un río de fuego brotaba y corría delante de él. Miles de millares lo servían, y centenares de miles estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros
Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él.
Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido.
Salmo 138(137),1-2a.2bcd-3.4-5.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
te cantaré en presencia de los ángeles.
Me postraré ante tu santo Templo.
y daré gracias a tu Nombre
por tu amor y tu fidelidad.
porque tu promesa ha superado tu renombre.
Me respondiste cada vez que te invoqué
y aumentaste la fuerza de mi alma.
Que los reyes de la tierra te bendigan
al oír las palabras de tu boca,
y canten los designios del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.
Evangelio según San Juan 1,47-51.
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez".
"¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera".
Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel".
Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía".
Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 29 de Septiembre - “Verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar” (Jn1,47-51)
Papa Francisco.
Extracto homilía - 29 setiembre 2017 - Santa Marta
“Verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar” (Jn1,47-51)
Como evento que está sobre este conocimiento íntimo que Dios tiene de nosotros, el Evangelio nos propone la segunda venida de Cristo que será gloriosa y llena de poder. Hoy, que celebramos a los santos arcángeles, nos imaginamos el ejército celestial que sigue a Jesucristo para librar la última batalla. Tenemos a Cristo como rey y todos sus súbditos celestiales en orden de batalla. Como los ángeles no son seres corpóreos su área de influjo es distinta. Ellos nos inspiran cosas buenas y, también, tienen que luchar una batalla contra las fuerzas del maligno para ganar el corazón humano para que sea tierra de Dios donde Él pueda reinar.
«Los tres arcángeles están delante de Dios, son nuestros compañeros porque tienen la misma vocación en el misterio de la salvación: llevar adelante el misterio de la salvación. Adoran a Dios, glorifican a Dios, sirven a Dios. Hoy recemos simplemente a los tres arcángeles, Miguel, Gabriel Rafael: Miguel, ayúdanos en la lucha; cada uno sabe qué lucha tiene en su propia vida hoy, cada uno de nosotros conoce la lucha principal, la que hace arriesgar la salvación. Ayúdanos, Gabriel, tráenos noticias, tráenos la buena nueva de la salvación, que Jesús está con nosotros, que Jesús nos ha salvado y danos esperanza. Rafael, tómanos de la mano y ayúdanos en el camino para no equivocarnos de rumbo, para no quedarnos parados: siempre caminar, pero ayudados por ti».
SANTORAL DEL DÍA - 29 SETIEMBRE - FIESTA DE LOS SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL GABRIEL Y RAFAEL
Hoy celebramos la fiesta de los tres Arcángeles que nombra la Sagrada Escritura La palabra Arcángel proviene de dos palabras.
San Miguel
Este nombre significa: "¿Quién como Dios? O: "Nadie es como Dios". A San Miguel lo nombre tres veces la S. Biblia. Primero en el capítulo 12 del libro de Daniel a donde se dice: "Al final de los tiempos aparecerá Miguel, al gran Príncipe que defiende a los hijos del pueblo de Dios. Y entonces los muertos resucitarán. Los que hicieron el bien, para la Vida Eterna, y los que hicieron el mal, para el horror eterno". En el capítulo 12 del Libro del Apocalipsis se cuenta lo siguiente: "Hubo una gran batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles combatieron contra Satanás y los suyos, que fueron derrotados, y no hubo lugar para ellos en el cielo, y fue arrojada la Serpiente antigua, el diablo, el seductor del mundo. Ay de la tierra y del mar, porque el diablo ha bajado a vosotros con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo". En la Carta de San Judas Tadeo se dice: "El Arcángel San Miguel cuando se le enfrentó al diablo le dijo: ‘Que te castigue el Señor’". Por eso a San Miguel lo pintan atacando a la serpiente infernal. La Iglesia Católica ha tenido siempre una gran devoción al Arcángel San Miguel, especialmente para pedirle que nos libre de los ataques del demonio y de los espíritus infernales. Y él cuando lo invocamos llega a defendernos, con el gran poder que Dios le ha concedido. Muchos creen que él sea el jefe de los ejércitos celestiales.
San Gabriel
Su nombre significa: "Medicina de Dios". Fue el arcángel enviado por Dios para quitarle la ceguera a Tobías y acompañar al hijo de éste en un larguísimo y peligroso viaje y conseguirle una santa esposa. Su interesante historia está narrada en el día 7 de febrero. San Rafael es muy invocado para alejar enfermedades y lograr terminar felizmente los viajes.
Oremos
A San Miguel Arcángel para pedir la protección del cielo
Oh gloriosísimo San Miguel Arcángel, príncipe y caudillo de los ejércitos celestiales, custodio y defensor de las almas, guarda de la Iglesia, vencedor, terror y espanto de los rebeldes espíritus infernales. Humildemente te rogamos, te digne librar de todo mal a los que a ti recurrimos con confianza; que tu favor nos ampare, tu fortaleza nos defienda y que, mediante tu incomparable protección adelantemos cada vez más en el servicio del Señor; que tu virtud nos esfuerce todos los días de nuestra vida, especialmente en el trance de la muerte, para que, defendidos por tu poder del infernal dragón y de todas sus asechanzas, cuando salgamos de este mundo seamos presentados por tí, libres de toda culpa, ante la Divina Majestad. Amén.
Oración a San Gabriel
Dios Señor nuestro, imploramos tu clemencia para que habiendo conocido tu Encarnación por el anuncio del arcángel San Gabriel, con el auxilio suyo consigamos también sus beneficios. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Arcángel San Rafael, que dijiste: «Bendecid a Dios todos los días y proclamad sus beneficios. Practicad el bien y no tropezaréis en el mal. Buena es la oración con ayuno, y hacer limosna mejor que atesorar oro», te suplico me acompañes en todos mis caminos y me alcances gracias para seguir tus consejos. Amén
SETIEMBRE, MES DE LA BIBLIA - "La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús"
BENEDICTO XVI
San Jerónimo. 2
Miércoles 14 de noviembre de 2007
Leer la Escritura es conversar con Dios: "Si oras —escribe a una joven noble de Roma— hablas con el Esposo; si lees, es él quien te habla" (Ep. 22, 25). El estudio y la meditación de la Escritura hacen sabio y sereno al hombre (cf. In Eph., prólogo). Ciertamente, para penetrar de una manera cada vez más profunda en la palabra de Dios hace falta una aplicación constante y progresiva. Por eso, san Jerónimo recomendaba al sacerdote Nepociano: "Lee con mucha frecuencia las divinas Escrituras; más aún, que el Libro santo no se caiga nunca de tus manos. Aprende en él lo que tienes que enseñar" (Ep. 52, 7).
lunes, 27 de septiembre de 2021
EVANGELIO DEL DÍA - 28 de Septiembre - San Lucas 9,51-56.
Libro de Zacarías 8,20-23.
Así habla el Señor de los ejércitos: Vendrán asimismo pueblos y habitantes de muchas ciudades.
Los habitantes de una ciudad irán a otra, diciendo: "Vamos a apaciguar el rostro del Señor y a buscar al Señor de los ejércitos; yo también quiero ir".
Pueblos numerosos y naciones poderosas vendrán a Jerusalén a buscar al Señor de los ejércitos y a apaciguar el rostro del Señor.
Así habla el Señor de los ejércitos: En aquellos días, diez hombres de todas las lenguas que hablan las naciones, tomarán a un judío por el borde de sus vestiduras y le dirán: "Queremos ir con ustedes, porque hemos oído que Dios está con ustedes".
Salmo 87(86),1-3.4-5.6-7.
¡Esta es la ciudad que fundó el Señor
sobre las santas Montañas!
El ama las puertas de Sión
más que a todas las moradas de Jacob.
Cosas admirables se dicen de ti,
Ciudad de Dios.
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre aquellos que me conocen;
filisteos, tirios y etíopes han nacido en ella.»
Así se hablará de Sión:
«Este, y también aquél,
han nacido en ella,
y el Altísimo en persona la ha fundado.»
Al registrar a los pueblos, el Señor escribirá:
«Este ha nacido en ella.»
Y todos cantarán, mientras danzan:
«Todas mis fuentes de vida están en ti.»
Evangelio según San Lucas 9,51-56.
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento.
Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?".
Pero él se dio vuelta y los reprendió.
Y se fueron a otro pueblo.
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 28 de Septiembre - “Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén” (Lc 9,51-56)
San Buenaventura
Itinerario de la mente hacia Dios, cp.7
“Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén” (Lc 9,51-56)
«Cristo es el camino y la puerta «(Jn 14,6; 10,7), la escala y el vehículo como propiciatorio colocado sobre el arca y «misterio escondido en Dios desde tantos siglos»(Mt 13,35).
Quien a este propiciatorio mira, convirtiendo a él por entero el rostro, y lo mira suspendido en la cruz con sentimientos de fe, esperanza, caridad, devoción, admiración alegría, honra, alabanza y júbilo, ése celebra con Él la pascua (cf Mc 14,14) , es decir, el tránsito, de suerte que, en virtud de la vara de la cruz, pasa a través del mar Rojo entrando de Egipto en el desierto, donde le sea dado gustar el maná escondido y (cf Ex 14,16)...
Y si tratas de averiguar cómo sean estas cosas, pregúntalo a la gracia, pero no a la doctrina; al deseo, pero no al entendimiento; al gemido de la oración, pero no al estudio de la lección; al esposo, pero no al maestro; a la tiniebla pero no a la claridad; a Dios, pero no al hombre; no a la luz, sino al fuego, que inflama totalmente y traslada a Dios con excesivas unciones y ardentísimos afectos. Fuego que ciertamente, es Dios, y fuego» cuyo horno está en Jerusalén» (Is 31,9), y que lo encendió Cristo con el fervor de su ardentísima pasión y lo experimenta, en verdad, aquel que viene a decir «Mi alma ha deseado el suplicio y mis huesos la muerte». Aquel que ama esta muerte, puede ver a Dios, porque, sin duda alguna, son verdaderas estas palabras: «No me verá hombre alguno sin morir» (Ex 33,20).
Muramos, pues, y entremos en estas tinieblas, reduzca más a silencio los cuidados, las concupiscencias y los fantasmas de la imaginación; pasemos con Cristo crucificado «de este mundo al Padre»(cf Mc 14,14), a fin de que, manifestándose en nosotros el Padre, digamos con Felipe: «Esto nos basta» (Jn 14,8); oigamos con San Pablo: «Te basta mi gracia»(2Co 12,9); y nos alegremos con David, diciendo: "Mi carne y mi corazón desfallecen, Dios de mi corazón y herencia mía, por toda la eternidad». (Sal.72,26).
SANTORAL DEL DÍA - 28 SETIEMBRE - SAN WENCESLAO DE BOHEMIA
La reina fue expulsada del trono, y Wenceslao fue proclamado rey por la voluntad del pueblo, y como primera medida, anunció que apoyaría decididamente a la Ley de la Iglesia de Dios. Instauró el orden social al imponer severos castigos a los culpables de asesinato o de ejercer esclavitud y además gobernó siempre con justicia y misericordia.
Por oscuros intereses políticos, Boleslao -que ambicionaba el trono de su hermano-, invitó a Wenceslao a su reino para que participara de los festejos del santo patrono y al terminar las festividades, Boleslao asesinó de una puñalada al santo rey. El pueblo lo proclamó como mártir de la fe, y pronto la Iglesia de San Vito -donde se encuentran sus restos- se convirtió en centro de peregrinaciones.
Ha sido proclamado como patrón del pueblo de Bohemia y hoy su devoción es tan grande que se le profesa también como Patrono de Checoslovaquia.
Oremos
Dios nuestro, que impulsaste al Santo mártir Wenceslao a anteponer el reino de los cielos a un reino terrenal, concédenos, por su intercesión que tengamos valor para dejar lo que nos impida unirnos a ti de todo corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén
SETIEMBRE, MES DE LA BIBLIA - "La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús"
BENEDICTO XVI
San Jerónimo. 2
Miércoles 14 de noviembre de 2007
San Jerónimo subrayaba la alegría y la importancia de familiarizarse con los textos bíblicos: "¿No te parece que, ya aquí, en la tierra, estamos en el reino de los cielos cuando vivimos entre estos textos, cuando meditamos en ellos, cuando no conocemos ni buscamos nada más?" (Ep. 53, 10).
En realidad, dialogar con Dios, con su Palabra, es en cierto sentido presencia del cielo, es decir, presencia de Dios. Acercarse a los textos bíblicos, sobre todo al Nuevo Testamento, es esencial para el creyente, pues "ignorar la Escritura es ignorar a Cristo". Es suya esta famosa frase, citada por el concilio Vaticano II en la constitución Dei Verbum (n. 25).
domingo, 26 de septiembre de 2021
EVANGELIO DEL DÍA - 27 de Septiembre - San Lucas 9,46-50.
Libro de Zacarías 8,1-8.
La palabra del Señor llegó en estos términos: Así habla el Señor de los ejércitos: Siento un gran celo por Sión y ardo de pasión por ella.
Así habla el Señor: Yo he vuelto a Sión, y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén será llamada "Ciudad de la Fidelidad", y la montaña del Señor de los ejércitos, "Montaña Santa".
Así habla el Señor de los ejércitos: Los ancianos y las ancianas se sentarán de nuevo en las plazas de Jerusalén, cada uno con su bastón en la mano, a causa de sus muchos años.
Las plazas de la ciudad se llenarán de niños y niñas, que jugarán en ellas.
Si esto parece imposible a los ojos del resto de este pueblo, ¿será también imposible para mí? -oráculo del Señor de los ejércitos-.
Así habla el Señor de los ejércitos: Yo salvo a mi pueblo de los países del oriente, y de los países donde se pone el sol.
Los haré volver y habitarán en medio de Jerusalén. Ellos serán mi Pueblo, y yo seré su Dios, en la fidelidad y en la justicia.
Las naciones temerán tu Nombre, Señor,
y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
cuando el Señor reedifique a Sión
y aparezca glorioso en medio de ella;
cuando acepte la oración del desvalido
y no desprecie su plegaria.
Quede esto escrito para el tiempo futuro
y un pueblo renovado alabe al Señor:
porque él se inclinó desde su alto Santuario
y miró a la tierra desde el cielo,
para escuchar el lamento de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.
Los hijos de tus servidores tendrán una morada
y su descendencia estará segura ante ti,
para proclamar en Sión el nombre del Señor
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan los pueblos y los reinos,
y sirvan todos juntos al Señor.
Evangelio según San Lucas 9,46-50.
Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande.
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: "El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande".
Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros".
Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes".
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 27 de Septiembre - “El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mi” (Lc 9,46-50)
Benedicto XVI
Jesús de Nazaret, primera parte, p. 136
“El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mi” (Lc 9,46-50)
«La clave para descubrir el fundamento interno de esa singular experiencia [...], de ese estar abiertos a la participación en el conocimiento del Hijo: "Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios". La pureza de corazón es lo que nos permite ver. Consiste en esa sencillez última que abre nuestra vida a la voluntad reveladora de Jesús. Se podría decir también: nuestra voluntad tiene que ser la voluntad del Hijo. Entonces conseguiremos ver. Pero ser hijo significa existir en una relación; es un concepto de relación. Comporta abandonar la autonomía que se encierra en sí misma e incluye lo que Jesús quería decir con sus palabras sobre el hacerse niño. De este modo podemos comprender también la paradoja que se desarrolla ulteriormente en el Evangelio de Juan: que Jesús, estando sometido totalmente al Padre como Hijo, está precisamente por ello en total igualdad con el Padre, es verdaderamente igual a El, es uno con El»
SANTORAL DEL DÍA - 27 SETIEMBRE - SAN VICENTE DE PAÚL
Memoria de san Vicente de Paúl, presbítero, que, lleno de espíritu sacerdotal, vivió entregado en París, en Francia, al servicio de los pobres, viendo el rostro del Señor en cada persona doliente. Fundó la Congregación de la Misión (Paúles), al modo de la primitiva Iglesia, para formar santamente al clero y subvenir a los necesitados, y con la cooperación de santa Luisa de Marillac fundó también la Congregación de Hijas de la Caridad. Aun en los períodos de mayor decadencia religiosa, cuando los hombres parecen haber olvidado totalmente el Evangelio, Dios se encarga de que surjan en la cristiandad ministros fieles, capaces de reavivar la caridad en el corazón de los hombres. San Vicente de Paul fue uno de esos instrumentos de la Providencia. Sus padres poseían una pequeña granja en Pouy, aldea vecina a Dax, en la Gascuña. Allí nació Vicente, el tercero de cuatro hermanos. Ante la inteligencia y la inclinación al estudio de que Vicente daba muestras, su padre le confió a los franciscanos recoletos de Dax para que le educasen. Vicente terminó sus estudios en la Universidad de Toulouse y, en 1600, a los veinte años de edad, recibió la ordenación sacerdotal. Lo poco que sabemos sobre la juventud de Vicente no hacía prever la fama de santidad que alcanzaría en el futuro. Se dice que hizo un viaje a Marsella, que estuvo prisionero en Túnez y que logró escapar en forma muy novelesca. Pero estos sucesos han sido tan controvertidos y plantean tantos problemas, que lo mejor que podemos hacer es ignorarlos.
El propio san Vicente cuenta que, en aquella época, lo único que le preocupaba era hacer carrera. Logró obtener el puesto de capellán de la reina Margarita de Valois, al que estaban anexas las rentas de una pequeña abadía, según la reprobable costumbre de aquel tiempo. Vivía en París con un amigo, cuando ocurrió un suceso que iba a cambiar su vida. El amigo con quien compartía sus habitaciones, le acusó de haberle robado cuatrocientas coronas y como todos los indicios estaban en contra de Vicente, empezó a esparcir entre sus conocidos el rumor de que su compañero era un ladrón. Vicente se contentó con negar el hecho diciendo: «Dios sabe la verdad». Seis meses más tarde, cuando Vicente había soportado la difamación con increíble paciencia, el verdadero ladrón confesó su fechoría. San Vicente relató más tarde el suceso en una conferencia espiritual a sus sacerdotes (pero habló en tercera persona), para hacerles comprender que la paciencia, el silencio y la resignación son la mejor defensa de la inocencia y el medio más apto para santificarse gracias a la calumnia y la persecución.
Vicente conoció en París a un virtuoso sacerdote, Pedro de Bérulle, quien sería más tarde cardenal. Bérulle, que Ie profesaba gran estimación, consiguió que aceptase el cargo de tutor de los hijos de Felipe de Gondi, conde de Joigny. La condesa le eligió como confesor y director espiritual. En 1617, cuando la familia se hallaba en la casa de veraneo en Folleville, Vicente acudió a confesar a un campesino gravemente enfermo. Como el mismo penitente relató más tarde a la condesa y a otras personas, todas sus confesiones anteriores habían sido sacrílegas y debía su salvación a la bondad de san Vicente. La condesa quedó horrorizada al oír hablar de tales sacrilegios. La señora de Gondi era una buena mujer que, en vez de encastillarse en la ilusión de orgullo, por la que tantos amos se desentienden del cuidado de sus criados, comprendía que estaba ligada a sus servidores por los lazos de la justicia y de la caridad, que la obligaban a velar por el bien espiritual de su servidumbre. Las buenas inclinaciones de la condesa ayudaron también a san Vicente a caer en la cuenta del abandono religioso en que vivían los campesinos de Francia, de suerte que la condesa le convenció fácilmente para que predicase en la iglesia de Folleville e instruyese al pueblo sobre la confesión. Tras los primeros sermones, fue tan grande la multitud de los que acudieron a hacer su confesión general, que Vicente tuvo que pedir ayuda a los jesuitas de Amiens.
Ese mismo año de 1617, por consejo del P. Bérulle, Vicente renunció al cargo de tutor para encargarse de la parroquia de Chatillon-les-Dombes. En el desempeño de ese puesto consiguió la conversión del conde de Rougemont y otros personajes que llevaban una vida escandalosa. Pero al poco tiempo retornó a París y empezó a trabajar con los galeotes de la Conciérgerie. Fue nombrado oficialmente capellán de los galeotes (de los que estaba encargado el general Felipe de Gondi), y su primer cuidado consistió en predicar una misión en Burdeos, en 1622. Por entonces, comenzó a circular la leyenda -cuya veracidad no ha sido probada- de que Vicente sustituyó una vez a un galeote en una galera. La condesa de Joigny le ofreció una renta para que fundase una misión permanente para el pueblo, en la forma en que lo creyese conveniente, pero Vicente no hizo nada por el momento, ya que su humildad le llevaba a creerse incapaz de semejante empresa. La condesa, que sólo encontraba la paz en la dirección espiritual del santo, le arrancó la promesa de que nunca dejaría de dirigirla y de que la asistiría en la hora de la muerte. Deseosa por otra parte de hacer cuanto estaba en su mano por el bien espiritual de sus súbditos, consiguió que su esposo la ayudase a formar una asociación de misioneros que consagrasen su celo a atender a sus vasallos y, en general, a los campesinos. El conde habló del proyecto a su hermano, el arzobispo de París, quien puso a su disposición el edificio del antiguo colegio «Bons Enfants» para alojar a la comunidad. Los misioneros estaban obligados a renunciar a las dignidades eclesiásticas, a trabajar en las aldeas y pueblecitos de menor importancia y a vivir de un fondo común. San Vicente tomó posesión de la casa en abril de 1625. Como lo había prometido, el santo asistió a la condesa en su última hora, pues Dios la llamó a Sí dos meses después. En 1633, el superior de los Canónigos Regulares de San Víctor, regaló a los misioneros el convento de San Lázaro, que se convirtió en la sede principal de la congregación. Por ello se llama a los padres de la misión, unas veces lazaristas y otras vicentinos. Se trata de una congregación de sacerdotes diocesanos que hacen cuatro votos simples de pobreza, castidad, obediencia y perseverancia. Se ocupan principalmente de las misiones entre los campesinos y de la dirección de seminarios diocesanos; actualmente tienen colegios y misiones en todo el mundo. Cuando murió san Vicente, la congregación tenía ya veinticinco casas, en Francia, el Piamonte, Polonia y aun en Madagascar.
Pero el celo de «Monsieur Vincent», como empezó a llamársele cariñosamente, no se satisfizo con esa fundación, sino que trató de remediar las necesidades corporales y espirituales del pueblo por todos los medios posibles. Con ese fin, estableció las cofradías de la caridad (la primera de ellas en Chatillon), cuyos miembros se dedicaban a asistir a los enfermos de las parroquias. Tal fue el origen de las Hermanas de la Caridad, que san Vicente Fundó con santa Luisa de Marillac. De las Hermanas de la Caridad se ha dicho que «tienen por convento el cuarto de los enfermos, por capilla la iglesia parroquial y por claustro las calles de la ciudad». El santo organizó también la asociación de las Damas de la Caridad entre las señoras ricas de París, para conseguir fondos y ayuda para las obras de beneficencia. No contento con eso, fundó varios hospitales y asilos para huérfanos y ancianos y empezó a construir, en Marsella, el hospital para galeotes, que no llegó a terminar. Para financiar todos esos establecimientos encontró generosos bienhechores y dejó fijadas reglas muy sabias para su administración. Igualmente redactó un plan de retiro espiritual para los candidatos al sacerdocio, un método de examen de conciencia para la confesión general y otro para deliberar sobre la vocación, e instituyó una serie de conferencias sobre las obligaciones clericales, para remediar los abusos e ignorancia que descubría a su alrededor. Parece casi increíble que un hombre de humilde origen, sin fortuna y sin las cualidades que el mundo más aprecia, haya podido realizar solo una tarea tan extraordinaria.
Al saber san Vicente la miseria que reinaba en Lorena durante la guerra en esa región, consiguió en París una suma fabulosa de dinero para socorrer a los habitantes. Además, envió a sus misioneros a predicar entre los pobres y enfermos de Polonia, Irlanda, Escocia y aun de las Hébridas. Su congregación rescató en el norte de África a 1200 esclavos cristianos y socorrió a muchísimos otros. El rey Luis XIII mandó llamar al santo para que le asistiese en su lecho de muerte, y la regente, Ana de Austria, le consultaba acerca de los asuntos eclesiásticos y la concesión de beneficios. Sin embargo, san Vicente no consiguió persuadir a la reina, en el asunto de la Fronda, a que hiciese renunciar a su ministro Mazarino por el bien del pueblo. Gracias a la ayuda del santo, las Benedictinas inglesas de Gante pudieron fundar un convento en Boulogne en 1652. Pero esta colosal actividad no distraía un instante a Vicente de su unión con Dios. En los fracasos, decepciones y ataques, conservaba una serenidad extraordinaria y su único deseo era que Dios fuese glorificado en todas las cosas.
Por increíble que pueda parecer, san Vicente «era un hombre de carácter belicoso y colérico», según lo confiesa él mismo; podría creerse que se trata de una exageración debida a la humildad, pero otros testigos confirman esas palabras. «Sin la gracia -dice el mismo Vicente-, me habría dejado llevar de mi temperamento duro, áspero e intratable». Pero la gracia de Dios no le faltó y supo aprovecharla hasta convertirse en un hombre dulce, afectuoso y extraordinariamente fiel a los impulsos de la caridad y el amor de Dios. El santo quería que la humildad fuese la base de su congregación y no se cansaba de repetirlo. En cierta ocasión, se negó a admitir en su congregación a dos hombres de gran saber, diciendo: "Vuestras habilidades están por encima de nuestro nivel y pueden encontrar mejor empleo en otra parte. Nuestra gran ambición es instruir a los ignorantes, mover a penitencia a los pecadores y sembrar en el corazón de los cristianos el evangelio de la caridad, la humildad, la mansedumbre y la sencillez». Según las reglas de san Vicente, los misioneros no debían hablar nunca acerca de sí mismos, porque tales conversaciones proceden generalmente de soberbia y fomentan el amor propio. Era muy grande la preocupación de san Vicente por la rapidez con que se divulgaba el jansenismo en Francia. «Durante tres meses -confesó el santo- el único objeto de mis plegarias ha sido la doctrina de la gracia y, cada día, Dios ha confirmado mi convicción de que Nuestro Señor Jesucristo murió por todos nosotros y que desea salvar al mundo entero». Él mismo se opuso activamente a los predicadores de la falsa doctrina y no toleró que permaneciera en su congregación ningún sacerdote que profesara sus errores.
Hacia el fin de su vida, la salud del santo estaba totalmente quebrantada. Murió apaciblemente, sentado en su silla, el 27 de septiembre de 1660, a los ochenta años de edad. Clemente XI le canonizó en 1737, y León XIII proclamó a ese humilde campesino patrono de todas las asociaciones de caridad. Entre éstas se destaca la Sociedad de San Vicente de Paul, que Federico Ozartam fundó en París en 1883, siguiendo el espíritu del santo. Su cuerpo permanece incorrupto y descansa en la Iglesia de San Lázaro, en París.
Oremos
Dios todopoderoso y eterno, que llenaste de caridad el corazón de San Vicente de Paúl, escucha nuestra oración y danos tu amor. A ejemplo suyo, haznos descubrir y servir a Jesucristo, tu Hijo, en nuestros hermanos pobres y desdichados. Que en su escuela aprendamos a amarte a Ti con el sudor de nuestro rostro y la fuerza de nuestros brazos. Por sus oraciones, libra nuestras almas del odio y del egoísmo; haz que todos recordemos que un día seremos juzgados sobre el amor. Oh Dios, que quieres la salvación de todos, danos los sacerdotes, las religiosas y los apóstoles seglares que tanto necesitamos. Que sean entre nosotros los primeros testigos de tu amor. Virgen de los pobres y Reina de la Paz, obtén para nuestro mundo dividido y angustiado, el amor y la paz. Así sea. Amén
SETIEMBRE, MES DE LA BIBLIA - "La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús"
BENEDICTO XVI
San Jerónimo. 1
Miércoles 7 de noviembre de 2007
Así pues, debemos leerla en comunión con la Iglesia viva. El lugar privilegiado de la lectura y de la escucha de la palabra de Dios es la liturgia, en la que, celebrando la Palabra y haciendo presente en el sacramento el Cuerpo de Cristo, actualizamos la Palabra en nuestra vida y la hacemos presente entre nosotros.
No debemos olvidar nunca que la palabra de Dios trasciende los tiempos. Las opiniones humanas vienen y van. Lo que hoy es modernísimo, mañana será viejísimo. La palabra de Dios, por el contrario, es palabra de vida eterna, lleva en sí la eternidad, lo que vale para siempre. Por tanto, al llevar en nosotros la palabra de Dios, llevamos la vida eterna.
sábado, 25 de septiembre de 2021
EVANGELIO DEL DÍA - 26 de Septiembre - San Marcos 9,38-43.45.47-48.
Libro de los Números 11,16-17a.24-29.
El Señor respondió a Moisés: "Reúneme a setenta de los ancianos de Israel - deberás estar seguro de que son realmente ancianos y escribas del pueblo - llévalos a la Carpa del Encuentro, y que permanezcan allí junto contigo.
Yo bajaré hasta allí, te hablaré, y tomaré algo del espíritu que tú posees, para comunicárselo a ellos. Así podrán compartir contigo el peso de este pueblo, y no tendrás que soportarlo tú solo.
Moisés salió a comunicar al pueblo las palabras del Señor. Luego reunió a setenta hombres entre los ancianos del pueblo, y los hizo poner de pie alrededor de la Carpa.
Entonces el Señor descendió en la nube y le habló a Moisés. Después tomó algo del espíritu que estaba sobre él y lo infundió a los setenta ancianos. Y apenas el espíritu se posó sobre ellos, comenzaron a hablar en éxtasis; pero después no volvieron a hacerlo.
Dos hombres - uno llamado Eldad y el otro Medad - se habían quedado en el campamento; y como figuraban entre los inscritos, el espíritu se posó sobre ellos, a pesar de que no habían ido a la Carpa. Y también ellos se pusieron a hablar en éxtasis.
Un muchacho vino corriendo y comunicó la noticia a Moisés, con estas palabras: "Eldad y Medad están profetizando en el campamento".
Josué, hijo de Nun, que desde su juventud era ayudante de Moisés, intervino diciendo: "Moisés, señor mío, no se lo permitas".
Pero Moisés le respondió: "¿Acaso estás celoso a causa de mí? ¡Ojalá todos fueran profetas en el pueblo del Señor, porque él les infunde su espíritu!".
Salmo 19(18),8.10.12-13.14.
La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple.
La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos.
También a mí me instruyen:
observarlos es muy provechoso.
Pero ¿quién advierte sus propios errores?
Purifícame de las faltas ocultas.
Presérvame, además, del orgullo,
para que no me domine:
entonces seré irreprochable
y me veré libre de ese gran pecado.
Epístola de Santiago 5,1-6.
Ustedes, los ricos, lloren y giman por las desgracias que les van a sobrevenir.
Porque sus riquezas se han echado a perder y sus vestidos están roídos por la polilla.
Su oro y su plata se han herrumbrado, y esa herrumbre dará testimonio contra ustedes y devorará sus cuerpos como un fuego. ¡Ustedes han amontonado riquezas, ahora que es el tiempo final!
Sepan que el salario que han retenido a los que trabajaron en sus campos está clamando, y el clamor de los cosechadores ha llegado a los oídos del Señor del universo.
Ustedes llevaron en este mundo una vida de lujo y de placer, y se han cebado a sí mismos para el día de la matanza.
Han condenado y han matado al justo, sin que él les opusiera resistencia.
Evangelio según San Marcos 9,38-43.45.47-48.
Juan le dijo a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros".
Pero Jesús les dijo: "No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.
Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.
Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.
Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible.
Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena.
Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 26 de Septiembre - “No quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua” (Mc 9,38-43.45.47-48.)
Papa Francisco
Homilía, 27 de febrero de 2014, en Santa Marta
“No quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua” (Mc 9,38-43.45.47-48.)
Muchas veces hemos escuchado: 'Pero padre, yo creo en Dios, pero no en la Iglesia, porque ustedes cristianos dicen una cosa y hacen otra. Y también: 'yo creo en Dios, pero en ustedes no. Y esto sucede por la incoherencia.
Si tú te encuentras delante --imaginemos-- de un ateo y te dice que no cree en Dios, tú puedes leerle toda la biblioteca, donde se dice que Dios existe y también probar que Dios existe, y él no tendrá fe. Pero si delante de este ateo tú das testimonio de coherencia de vida cristiana algo comenzará a trabajar en su corazón. Será precisamente tu testimonio lo que le traerá esta inquietud sobre la cual trabaja el Espíritu Santo. Es una gracia que todos nosotros, toda la Iglesia debe pedir: 'Señor, que seamos coherentes'.
SANTORAL DEL DÍA - 26 SETIEMBRE - SAN COSME Y SAN DAMIÁN
San Cosme y San Damián, mártires, que, según la tradición, ejercieron la medicina en Ciro, ciudad de Augusta Eufratense, sin pedir nunca recompensa y sanando a muchos con sus servicios gratuitos. San Gregorio de Tours, en su libro De gloria martyrium, escribe: "Los dos hermanos gemelos Cosme y Damián, médicos de profesión, después que se hicieron cristianos, espantaban las enfermedades por el solo mérito de sus virtudes y la intervención de sus oraciones... Coronados tras diversos martirios, se juntaron en el cielo y hacen a favor de sus compatriotas numerosos milagros. Porque, si algún enfermo acude lleno de fe a orar sobre su tumba, al momento obtiene curación. Muchos refieren también que estos Santos se aparecen en sueños a los enfermos indicándoles lo que deben hacer, y luego que lo ejecutan, se encuentran curados. Sobre esto yo he oído referir muchas cosas que sería demasiado largo de contar, estimando que con lo dicho es suficiente".
A pesar de las referencias del martirologio y el breviario, parece más seguro que ambos hermanos fueron martirizados y están enterrados en Cyro, ciudad de Siria no lejos de Alepo. Teodoreto, que fue obispo de Cyro en el siglo V, hace alusión a la suntuosa basílica que ambos Santos poseían allí.
Desde la primera mitad del siglo V existían dos iglesias en honor suyo en Constantinopla, habiéndoles sido dedicadas otras dos en tiempos de Justiniano. También este emperador les edificó otra en Panfilia. En Capadocia, en Matalasca, San Sabas († 531) transformó en basílica de San Cosme y San Damián la casa de sus padres. En Jerusalén y en Mesopotamia tuvieron igualmente templos. En Edesa eran patronos de un hospital levantado en 457, y se decía que los dos Santos estaban enterrados en dos iglesias diferentes de esta ciudad monacal.
En Egipto, el calendario de Oxyrhyrico del 535 anota que San Cosme posee templo propio. La devoción copta a ambos Santos siempre fue muy ferviente. En San Jorge de Tesalónica aparecen en un mosaico con el calificativo de mártires y médicos. En Bizona, en Escitia, se halla también una iglesia que les levantara el diácono Estéfano. Pero tal vez el más célebre de los santuarios orientales era el de Egea, en Cilicia, donde nació la leyenda llamada "árabe", relatada en dos pasiones, y es la que recogen nuestros actuales libros litúrgicos.
Estos Santos, que a lo largo del siglo V y VI habían conquistado el Oriente, penetraron también triunfalmente en Occidente. Ya hemos referido el testimonio de San Gregorio de Tours. Tenemos testimonios de su culto en Cagliari (Cerdeña), promovido por San Fulgencio, fugitivo de los bárbaros. En Ravena hay mosaicos suyos del siglo VI y VII. El oracional visigótico de Verona los incluye en el calendario de santos que festejaba la Iglesia de España.
Mas donde gozaron de una popularidad excepcional fue en la propia Roma, llegando a tener dedicadas más de diez iglesias. El papa Símaco (498-514) les consagró un oratorio en el Esquilino, que posteriormente se convirtió en abadía. San Félix IV, hacía el año 527, transformó para uso eclesiástico dos célebres edificios antiguos, la basílica de Rómulo y el templum sacrum Urbis, con el archivo civil a ellos anejo, situados en la vía Sacra, en el Foro, dedicándoselo a los dos médicos anárgiros.
Tan magnífico desarrollo alcanzó su culto, por influjo sobre todo de los bizantinos, que, además de esta fecha del 27 de septiembre, se les asignó por obra del papa Gregorio II la estación coincidente con el jueves de la tercera semana de Cuaresma, cuando ocurre la fecha exacta de la mitad de este tiempo de penitencia, lo que daba lugar a numerosa asistencia de fieles, que acudían a los celestiales médicos para implorar la salud de alma y cuerpo.
Caso realmente insólito, el texto de la misa cuaresmal se refiere preferentemente a los dichos Santos, que son mencionados en la colecta, secreta y poscomunión, jugándose en los textos litúrgicos con la palabra salus en el introito y ofertorio y estando destinada la lectura evangélica a narrar la curación de la suegra de San Pedro y otras muchas curaciones milagrosas que obró el Señor en Cafarnaúm aquel mismo día, así como la liberación de muchos posesos. Esta escena de compasión era como un reflejo de la que se repetía en Roma, en el santuario de los anárgiros, con los prodigios que realizaban entre los enfermos que se encomendaban a ellos.
Cabría preguntarse: ¿Por qué hoy estos Santos gloriosos no obran las maravillas de las antiguas edades? Tal vez la contestación podría formularse a través de otra pregunta: ¿Por qué hoy no nos encomendamos a ellos con la misma fe, con esa fe que arranca los milagros?. Pero lo que conviene es que no se apague la fe, que la mano del Señor "no se ha contraído". Y si San Cosme y San Damián continúan siendo patronos de médicos y farmacéuticos, bien podemos seguirles invocando con una oración como ésta, de la antigua liturgia hispana:
"¡Oh Dios, nuestro médico y remediador eterno, que hiciste a Cosme y Damián inquebrantables en su fe, invencibles en su heroísmo, para llevar salud por sus heridas a las dolencias humanas haz que por ellos sea curada nuestra enfermedad, y que por ellos también la curación sea sin recaída".
Oremos
Gloriosísimos Mártires de Cristo, y abogados míos, San Cosme y San Damián, que unidos en caridad verdadera, y como hermanos, más por la fe cristiana que testimoniaron con el derramamiento de su sangre, me valgo de su poderosa intercesión: y les suplico, fiado en su misma santidad, me alcancen de Dios nuestro Señor, primeramente todo aquello que conduce a la gloria suya, coma para bien de mi alma: y después, el remedio de mis aflicciones, la paciencia que necesito en los trabajos, y por el favor que solicito en esta novena de mi devoción, como y en cuanto conviniere para mi salud eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.