domingo, 26 de septiembre de 2021

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 27 de Septiembre - “El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mi” (Lc 9,46-50)





Benedicto XVI
Jesús de Nazaret, primera parte, p. 136

“El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mi” (Lc 9,46-50)


«La clave para descubrir el fundamento interno de esa singular experiencia [...], de ese estar abiertos a la participación en el conocimiento del Hijo: "Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios". La pureza de corazón es lo que nos permite ver. Consiste en esa sencillez última que abre nuestra vida a la voluntad reveladora de Jesús. Se podría decir también: nuestra voluntad tiene que ser la voluntad del Hijo. Entonces conseguiremos ver. Pero ser hijo significa existir en una relación; es un concepto de relación. Comporta abandonar la autonomía que se encierra en sí misma e incluye lo que Jesús quería decir con sus palabras sobre el hacerse niño. De este modo podemos comprender también la paradoja que se desarrolla ulteriormente en el Evangelio de Juan: que Jesús, estando sometido totalmente al Padre como Hijo, está precisamente por ello en total igualdad con el Padre, es verdaderamente igual a El, es uno con El»


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