jueves, 10 de junio de 2021

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 11 de Junio - «Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador»

 

San Bernardo (1091-1153) monje cisterciense y doctor de la Iglesia Homilías sobre el Cántico de los cánticos, nº 61, 3-5

«Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador»

    Nuestra fragilidad ¿dónde puede encontrar reposo y seguridad, sino en las llagas del Salvador?... Han perforado sus manos, sus pies, y su costado de una lanzada. Por esos agujeros muy abiertos, puedo gustar la miel de esta roca (sl 80,17) y el aceite que fluye de la durísima piedra, es decir «gustad y ved cuán suave es el Señor» (sl 33,9). Tenía pensamientos de paz (Jr 29,11) y yo no lo sabía. «¿Quién ha conocido el pensamiento del Señor?¿Con quién se ha aconsejado jamás?» (Rm 11,34) Pero el clavo que le penetra ha llegado a ser para mí una llave que me abre el misterio de sus designios. ¿Cómo no ver bien a través de estos orificios? Los clavos y las llagas gritan que, en verdad, en la persona de Cristo, Dios se ha reconciliado con el mundo. El hierro ha atravesado su ser y penetrado su corazón para que no ignore nunca más cómo él ha compadecido mis debilidades. El secreto de su corazón se presenta al desnudo en las llagas de su cuerpo; se ve al descubierto el gran misterio de su bondad, esta misericordiosa ternura de nuestro Dios, «el sol que nace de lo alto y nos ha visitado» (Lc 1,78). ¿Cómo no se manifestaría esta ternura en sus llagas? ¿Cómo manifestar con más claridad que, por tus llagas, tú Señor, eres dulce y compasivo y misericordioso, puesto que no hay amor más grande que dar la vida (Jn 15,13) por los condenados a muerte? Todo mi mérito es, pues, la piedad del Señor, y a mí no me faltaran los méritos mientras a él no le falte la piedad. Si se multiplican las misericordias de Dios, serán numerosos mis méritos. Pero ¿qué pasará si yo me reprocho cantidad de faltas? «Allí donde se ha multiplicado el pecado, más desbordante ha sido la gracia» (Rm 5,20). Y si «la bondad del Señor es de siempre y para siempre», por mi parte «cantaré eternamente las misericordias del Señor» (sl 102,17; 88,2). ¿Es esta mi justicia? Señor, me acordaré sólo de tu justicia, porque ella es mi justicia ya que para mí tú eres la justicia salvadora de Dios (Rm 1,17).

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