Santa Catalina de Siena (1347-1380) terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa El don del Verbo Encarnado, XIII, 29 (Le dialogue, Téqui, 1976), trad. sc©evangelizo.org
Ese puente que conduce a las alturas del Cielo
[Santa Catalina escuchó a Dios decirle:] Cuando mi Hijo único volvió a mí cuarenta días después de la resurrección, ese puente se elevó de tierra, es decir de la sociedad de los hombres. Subió al cielo por virtud de mi naturaleza divina para sentarse a mi derecha, de mí, su Padre eterno. El día de la Ascensión, el Ángel dijo a los discípulos, que estaban como muertos porque sus corazones habían dejado la tierra para seguir la Sabiduría de mi Hijo, que no siguieran ahí porque él está sentado a la derecha del Padre (cf. Ef 1,20). (…) Les he hecho un puente visible, mi Hijo, cuando lo envié a vivir entre los hombres. Después, cuando ese puente visible se elevó al cielo, permaneció entre ustedes. Puente y camino de la doctrina unidos para siempre, (…) con mi Poder, la Sabiduría de mi Hijo y la Clemencia del Espíritu Santo. Este Poder comunica la virtud de actuar a quien sigue este camino y la Sabiduría le da la luz para hacerle conocer la verdad. El Espíritu Santo le otorga el amor que consume y destruye el amor sensual, dejando en el alma sólo el amor a las virtudes. Que sea por su presencia visible o por su doctrina, él es el Camino, la Verdad y la Vida. Este Camino es el puente que conduce a las alturas del cielo. Eso quiso hacer entender al decir “Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre” y “Me voy y volveré a ustedes” (Jn 16,28; Jn 14,28). Mi Padre me ha enviado a ustedes y me ha hecho su puente para que puedan atravesar el río y alcanzar la vida.
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