San Juan Crisóstomo (c. 345-407) presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia Homilía para el Viernes santo «La Cruz y el ladrón»
Imitemos al Señor y roguemos por los enemigos... Imita al Señor: ¡fue crucificado y rogó al Padre por los que lo crucificaban! Preguntarás ¿Cómo puedo yo imitar al Señor? ¡Si quieres, puedes! Porque si no lo pudieras imitar ¿para qué habría dicho El, «aprended de mí que soy manso y humilde de corazón?" Si no lo pudieras imitar no habría dicho Pablo: ¡Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo! Por lo demás, si no puedes imitar al Señor, imita a tu consiervo; es decir, al apóstol Esteban. Porque él imitó al Señor. Y, a la manera de Cristo, puesto en medio de los que lo crucificaban, rogaba al Padre por los que lo crucificaban; así el siervo, puesto entre los que lo apedreaban, cuando todos lo acometían, mientras recibía las heridas de las piedras, olvidado del dolor que de eso le provenía, exclamaba: ¡Señor! ¡no les tengas en cuenta este pecado! ¿Observas cómo ora el Señor? ¿observas cómo ora el siervo? Aquél dice: ¡Padre! ¡Perdónales este pecado, porque no saben lo que hacen! Este dice: ¡No les imputes este pecado! Y para que conozcas cómo éste suplica empeñosamente, no ora simplemente cuando es lapidado, y de pie, sino puestas las rodillas en tierra y hablando con dolor y con grande conmiseración. Cristo dijo: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». En otro lugar dice: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado». Pablo dijo: «Ofrezco este sacrificio por mis hermanos, más cercanos según la carne» (cf Rm 9,3). Moisés dijo: «Si quieres puedes perdonar sus pecados, sino bórrame del Libro de la vida que has escrito» (Ex 32,32). David dijo: «Que tu mano caiga sobre mi y mi familia» (2S 24,17)... ¿Qué perdón pensamos poder obtener, si hacemos lo contrario de lo que se nos ha pedido hacer contra nuestros enemigos, cuando el mismo Señor y los servidores del Antiguo y Nuevo Testamento nos han exhortado a pedir en su favor?
«Señor, no les tengas en cuenta su pecado»
Imitemos al Señor y roguemos por los enemigos... Imita al Señor: ¡fue crucificado y rogó al Padre por los que lo crucificaban! Preguntarás ¿Cómo puedo yo imitar al Señor? ¡Si quieres, puedes! Porque si no lo pudieras imitar ¿para qué habría dicho El, «aprended de mí que soy manso y humilde de corazón?" Si no lo pudieras imitar no habría dicho Pablo: ¡Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo! Por lo demás, si no puedes imitar al Señor, imita a tu consiervo; es decir, al apóstol Esteban. Porque él imitó al Señor. Y, a la manera de Cristo, puesto en medio de los que lo crucificaban, rogaba al Padre por los que lo crucificaban; así el siervo, puesto entre los que lo apedreaban, cuando todos lo acometían, mientras recibía las heridas de las piedras, olvidado del dolor que de eso le provenía, exclamaba: ¡Señor! ¡no les tengas en cuenta este pecado! ¿Observas cómo ora el Señor? ¿observas cómo ora el siervo? Aquél dice: ¡Padre! ¡Perdónales este pecado, porque no saben lo que hacen! Este dice: ¡No les imputes este pecado! Y para que conozcas cómo éste suplica empeñosamente, no ora simplemente cuando es lapidado, y de pie, sino puestas las rodillas en tierra y hablando con dolor y con grande conmiseración. Cristo dijo: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». En otro lugar dice: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado». Pablo dijo: «Ofrezco este sacrificio por mis hermanos, más cercanos según la carne» (cf Rm 9,3). Moisés dijo: «Si quieres puedes perdonar sus pecados, sino bórrame del Libro de la vida que has escrito» (Ex 32,32). David dijo: «Que tu mano caiga sobre mi y mi familia» (2S 24,17)... ¿Qué perdón pensamos poder obtener, si hacemos lo contrario de lo que se nos ha pedido hacer contra nuestros enemigos, cuando el mismo Señor y los servidores del Antiguo y Nuevo Testamento nos han exhortado a pedir en su favor?
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