«Cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado…»
No os canséis de buscar la causa de los grandes problemas de la humanidad. Contentaos de hacer lo que está en vuestra mano par resolverlos aportando vuestra ayuda a los que tienen necesidad de ella. Algunos me dicen que haciendo caridad a los demás descargamos a los Estados de sus responsabilidades hacia los necesitados y los pobres. No me rompo la cabeza por ello porque, generalmente, los Estados no ofrecen amor. Hago simplemente todo lo que puedo hacer, el resto no es de mi competencia.
¡Dios ha sido tan bueno con nosotros! Trabajar con amor es siempre un medio para acercarnos a él. ¡Mirad lo que Cristo hizo durante su vida terrena! “Pasó haciendo el bien.” (Hch 10,38) Les recuerdo a mis hermanas que Cristo pasó los tres años de su vida pública curando enfermos, leprosos, niños y otros. Es exactamente lo que hacemos nosotras, predicando el evangelio con nuestras obras.
Consideramos que servir a los demás es un privilegio. Intentamos en cada momento hacerlo de todo corazón. Sabemos bien que nuestra acción no es más que una gota en el océano, pero sin nuestra acción esta gota faltaría.
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