jueves, 3 de septiembre de 2020

EVANGELIO - 04 de Septiembre - San Lucas 5,33-39


    Carta I de San Pablo a los Corintios 4,1-5.

    Hermanos: Los hombres deben considerarnos simplemente como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.
    Ahora bien, lo que se pide a un administrador es que sea fiel.
    En cuanto a mí, poco me importa que me juzguen ustedes o un tribunal humano; ni siquiera yo mismo me juzgo.
    Es verdad que mi conciencia nada me reprocha, pero no por eso estoy justificado: mi juez es el Señor.
    Por eso, no hagan juicios prematuros. Dejen que venga el Señor: él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas y manifestará las intenciones secretas de los corazones. Entonces, cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda.


Salmo 37(36),3-4.5-6.27-28.39-40.

Confía en el Señor y practica el bien;
habita en la tierra y vive tranquilo:
que el Señor sea tu único deleite,
y él colmará los deseos de tu corazón.
Encomienda tu suerte al Señor,
confía en él, y él hará su obra;

hará brillar tu justicia como el sol
y tu derecho, como la luz del mediodía.
Aléjate del mal, practica el bien,
y siempre tendrás una morada,
porque el Señor ama la justicia
y nunca abandona a sus fieles.

Los impíos serán aniquilados
y su descendencia quedará extirpada,
La salvación de los justos viene del Señor,
él es su refugio en el momento del peligro;
el Señor los ayuda y los libera,
los salva porque confiaron en él.


    Evangelio según San Lucas 5,33-39.


    En aquel tiempo, los escribas y los fariseos dijeron a Jesús: "Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben".
    Jesús les contestó: "¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos?
    Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar".
    Les hizo además esta comparación: "Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo.
    Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más.
    ¡A vino nuevo, odres nuevos!
    Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor".

    Palabra del Señor

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