«¿Por qué has dudado?»
El que tiene el corazón fundamentado en la esperanza de la fe no le falta nunca nada. No tiene nada, pero la fe hace que lo posea todo, tal como está escrito: «Todo cuanto pidáis con fe en la oración, lo recibiréis» y «El Señor está cerca, que nada os preocupe» (Mt 21,22; Flp 4,5-6). La inteligencia está buscando siempre medios que le permitan conservar lo que ha adquirido; pero la fe dice que «si el Señor no construye la casa en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas» (Sl 126,1). Jamás el que ora viviendo en fe no vive tan sólo del conocimiento intelectual. Esa sabiduría hace elogio del temor; dice un sabio: «Bienaventurado el que teme en su corazón». Pero ¿qué dice la fe? «Al comenzar a temer, se hunde». Y también: « Habéis recibido no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos que nos da la libertad de la fe y de la esperanza en Dios» (Rm 8,15-24).
Siempre al miedo le sigue la duda…; siempre el miedo y la duda se manifiestan en la búsqueda de las causas y en el examen de los hechos porque el intelecto no se apacigua jamás. A menudo el alma se ve expuesta a imprevistos, a dificultades, a numerosos tropiezos que la ponen en peligro, pero no pueden ayudarla en nada ni el intelecto ni las diversas formas de sabiduría. Por el contrario, la fe jamás es vencida por ninguna de estas dificultades… ¿Te das cuenta de la debilidad del conocimiento y del poder de la fe?… La fe dice: «Todo es posible al que cree, porque no hay nada imposible para Dios» (Mc 9,23; 10,27). ¡Oh inefable riqueza! ¡Oh mar que lleva en sus olas tales riquezas y desborda de maravillosos tesoros por el poder de la fe!
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