01 de Octubre
Santa Teresa vivió solo 24 años: nació un 2 de enero de 1873 y murió el 30 de septiembre de 1897. En su entierro no hubo más de 30 personas en el cementerio de Lisieux. Sin embargo, esta joven santa dejaría un gran legado de amor para la Iglesia que se conocería con el paso del tiempo. Un año después de su muerte, a partir de sus escritos, se publica un libro “Historia de un alma” que va a conquistar al mundo porque da a conocer lo mucho que había amado esta religiosa a Jesús.
Fue proclamada Doctora de la Iglesia por San Juan Pablo II, quien el 19 de octubre de 1997 dijo: “Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz es la más joven de los ‘Doctores de la Iglesia’, pero su ardiente itinerario espiritual manifiesta tal madurez, y las intuiciones de fe expresadas en sus escritos son tan vastas y profundas, que le merecen un lugar entre los grandes maestros del espíritu”.
A los 23 años enfermó de tuberculosis; murió un año más tarde en brazos de sus hermanas del Carmelo. En los últimos tiempos, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus oraciones. Por eso, Pío XII quiso asociarla, en 1927, a san Francisco Javier como patrona de las misiones.
“El deseo que Teresa expresó de "pasar su cielo haciendo el bien en la tierra" sigue cumpliéndose de modo admirable. ¡Gracias, Padre, porque hoy nos la haces cercana de una manera nueva, para alabanza y gloria de tu nombre por los siglos!”, concluyó san Juan Pablo II.
Oremos
¡Oh Santa Teresita del Niño Jesús, modelo de humildad, de confianza y de amor! Desde lo alto de los cielos deshoja sobre nosotros esas rosas que llevas en tus brazos: la rosa de humildad, para que rindamos nuestro orgullo y aceptemos el yugo del Evangelio; la rosa de la confianza, para que nos abandonemos a la Voluntad de Dios y descansemos en su Misericordia; la rosa del amor para que abriendo nuestras almas sin medida a la gracia, realicemos el único fin para el que Dios nos ha creado a su Imagen: Amarle y hacerle amar Tú que pasas tu Cielo haciendo bien en la tierra, ayúdame en esta necesidad y concédeme del Señor lo que Te pido si ha de ser para gloria de Dios y bien de mi alma. Así sea.
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