TIEMPO ORDINARIO
DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
22 de mayo
“Un solo Dios... un solo Señor, en la Trinidad de personas y unidad de naturaleza” (Prefacio Trinidad)
El misterio de la Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristianas. Sólo Dios nos puede revelar su conocimiento, revelándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo. La encarnación del Hijo revela que Dios es el Padre eterno y que el Hijo es de la misma naturaleza del Padre, es decir, que está en el él y con él, el mismo y único Dios. La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en nombre del Hijo y por el Hijo “desde el Padre” (Jn 15,26) revela que es, con ellos, el único Dios. “Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria” (Credo)...
Por la gracia del bautismo “en nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo” somos llamados a participar en la vida de la bienaventurada Trinidad, aquí en la tierra en la oscuridad de la fe, más allá de la muerte en la luz eterna.
“La fe católica consiste en esto: venerar un único Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, sin confundir las personas, sin dividir la sustancia: porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo. Pero el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo es una única divinidad, igual en gloria, coeterna en la majestad.” (Credo Quicumque)
Inseparable entre si, las personas divinas son también inseparables en su obrar. Pero en la única actividad divina, cada persona manifiesta lo que le es propio en la Trinidad, sobre todo en las misiones divinas de la encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo.
Fuente: ©Evangelizo.org
"Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.
San Agustín
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