sábado, 19 de marzo de 2016

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

TIEMPO DE CUARESMA
SÁBADO DE LA SEMANA V
De la Solemnidad. 19 de marzo
SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA. SOLEMNIDAD


San Juan Pablo II (1920-2005), papa 
Redemptoris custos, 25-26

La primacía de la vida interior de San José

    El clima de silencio que acompaña todo lo que se refiere a San José se extiende también a su trabajo como carpintero en la casa de Nazaret. Con todo, es un silencio que revela de una manera especial el perfil interior de esta figura. Los evangelios hablan exclusivamente de lo que “hizo” José. Pero dan pie para descubrir en sus acciones, envueltas en silencio, un clima de profunda contemplación. José estaba en contacto diario con el misterio “escondido desde siglos” (cf Col 1,26) y que “plantó su tienda” (Jn 1,14) bajo el techo de José. Esto explica porqué, p. e. Santa Teresa de Jesús, la gran reformadora del Carmelo contemplativo, fue una promotora de la renovación del culto a San José en la cristiandad occidental.

    El sacrificio absoluto de José de toda su existencia a las exigencias de la venida del Mesías en su casa, encuentra su justo motivo “en la insondable vida interior, de donde le vienen las órdenes y las ayudas del todo particulares y de donde emanan para él la lógico y la fuerza, propias de las almas simples y transparentes, de las grandes decisiones, como la de poner a disposición divina su libertad, su vocación humana legítima, su felicidad conyugal, aceptando la condición, la responsabilidad y la carga de la familia, renunciando, en aras de un amor virginal incomparable, al amor conyugal natural que constituye a la familia y la alimenta” (Pablo VI).

    Esta sumisión a Dios que es prontitud de la voluntad para consagrarse del todo al servicio de Dios, no es otra cosa que el ejercicio de la devoción que constituye una de las expresiones de la virtud de la religión, según Santo Tomás.


Fuente: ©Evangelizo.org






    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 


San Crisóstomo.



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