viernes, 29 de enero de 2016

EVANGELIO

Tiempo Ordinario

Viernes 29 de Enero  Semana III


Segundo Libro de Samuel 11,1-4a.5-10a.13-17.

    Al comienzo del año, en la época en que los reyes salen de campaña, David envió a Joab con sus servidores y todo Israel, y ellos arrasaron a los amonitas y sitiaron Rabá. Mientras tanto, David permanecía en Jerusalén.
    Una tarde, después que se levantó de la siesta, David se puso a caminar por la azotea del palacio real, y desde allí vio a una mujer que se estaba bañando. La mujer era muy hermosa.
    David mandó a averiguar quién era esa mujer, y le dijeron: "¡Pero si es Betsabé, hija de Eliám, la mujer de Urías, el hitita!".
    Entonces David mandó unos mensajeros para que se la trajeran.   La mujer vino, y David se acostó con ella, que acababa de purificarse de su menstruación. Después ella volvió a su casa.
    La mujer quedó embarazada y envió a David este mensaje: "Estoy embarazada".
    Entonces David mandó decir a Joab: "Envíame a Urías, el hitita". Joab se lo envió, y cuando Urías se presentó ante el rey, David le preguntó cómo estaban Joab y la tropa y cómo iba la guerra.
    Luego David dijo a Urías: "Baja a tu casa y lávate los pies".     Urías salió de la casa del rey y le mandaron detrás un obsequio de la mesa real.
    Pero Urías se acostó a la puerta de la casa del rey junto a todos los servidores de su señor, y no bajó a su casa.
    Cuando informaron a David que Urías no había bajado a su casa, el rey le dijo: "Tú acabas de llegar de viaje. ¿Por qué no has bajado a tu casa?".
    David lo invitó a comer y a beber en su presencia y lo embriagó.     A la noche, Urías salió y se acostó junto a los servidores de su señor, pero no bajó a su casa.
    A la mañana siguiente, David escribió una carta a Joab y se la mandó por intermedio de Urías.
    En esa carta, había escrito lo siguiente: "Pongan a Urías en primera línea, donde el combate sea más encarnizado, y después déjenlo solo, para que sea herido y muera".
    Joab, que tenía cercada la ciudad, puso a Urías en el sitio donde sabía que estaban los soldados más aguerridos.
    Los hombres de la ciudad hicieron una salida y atacaron a Joab.   Así cayeron unos cuantos servidores de David, y también murió Urías, el hitita.



Salmo 51(50),3-4.5-6a.6bc-7.10-11.


¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!

Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti sólo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos.

Por eso, será justa tu sentencia
y tu juicio será irreprochable;
yo soy culpable desde que nací;
pecador me concibió mi madre.

Anúnciame el gozo y la alegría:
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta tu vista de mis pecados
y borra todas mis culpas.

Fuente: Evangelizo.org





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