"La Sabiduría nos lleva en su designio de amor"
La Sabiduría es Sabiduría de amor. Está al servicio de Dios que es amor. El amor es el bien propagado desde uno mismo. Tiene necesidad de expandirse y encuentra su alegría en darse. La alegría es a la medida del don y de su calidad. La Sabiduría va a utilizar todos sus recursos para difundir el amor, porque está totalmente al servicio de Dios. No es entonces asombroso que la Sabiduría de amor encuentre su alegría junto a los hijos de los hombres, porque en su alma puede expandir al mejor sus dones creados, la gracia, que es participación a la naturaleza y la vida de Dios. (…)
La Sabiduría de amor es esencialmente activa. El movimiento no le es un estado pasajero, es constante. Si el bien expandido en uno mismo, que es el amor, cesara un instante de difundirse, no sería amor. Si el amor se detiene, se transforma en egoísmo. (…) Del Padre y del Hijo procede continuamente el Santo Espíritu, porque Dios es eterno Amor. El amor que nos es dado no puede detenerse en nuestras almas. Tiene necesidad de remontar hacia su manantial y quiere continuar su movimiento de difusión de sí mismo.
Conquistándonos, la Sabiduría de amor nos hace entrar en la intimidad divina, nos porta hacia su fin en la realización de sus designios de amor. Nos transforma inmediatamente en canales de su gracia e instrumentos de sus obras. El amor es esencialmente dinámico y dinamógeno. (…) La Sabiduría de amor conquista las almas no tanto por ellas mismas, sino por su obra. El único fin es la Iglesia. Nos elige como miembros de su Iglesia, para que en ella tengamos un lugar y cumplamos una misión.
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