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sábado, 31 de mayo de 2025

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 01 Junio - "Llevados en el amor de Cristo"


Beato María-Eugenio del Niño Jesús (1894-1967) carmelita, fundador de Nuestra Señora de Vida El misterio de la Iglesia (Je veux voir Dieu, Carmel, 1949)


"Llevados en el amor de Cristo"
          
    La plenitud de Cristo desciende sobre cada uno de nosotros.  Recibimos su gracia que nos hace participar a su filiación divina y a todos sus privilegios. Somos hijos y herederos del Padre; somos sacerdotes y reyes con él. (…) Nuestra participación a Cristo no es solamente receptiva sino activa.

    Cristo subiendo al Padre ha enviado la Iglesia al mundo, como su Padre lo había enviado, para predicar, bautizar y salvar. La vida que irradia es amor. Este amor es un bien propagado de él mismo, está siempre en marcha para nuevas conquistas. Los que son invadidos, son llevados en su movimiento y devienen instrumentos de su acción, canales de la vida que él expande. Tal es la Iglesia de la que Cristo es la cabeza. “Viviendo en la verdad y en el amor, crezcamos plenamente, unidos a Cristo. El es la Cabeza, y de él, todo el Cuerpo recibe unidad y cohesión, gracias a los ligamentos que lo vivifican y a la acción armoniosa de todos los miembros. Así el Cuerpo crece y se edifica en el amor” (Ef 4,15-16).

    El pensamiento de Dios se realiza progresivamente, pero con seguridad a pesar de los obstáculos, a través de los siglos. Es la gran realidad, es el hecho que domina la historia de los pueblos y del mundo. Es el fin y la razón de todas las cosas. Así, cuando “todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo” (Ef 4,13), la figura de este mundo pasará. La realidad aparecerá, con “el mismo poder  que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro”, porque “Él puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas” (Ef 1,20-23).

martes, 8 de octubre de 2024

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 09 de Octubre - "Cuando recen, digan “Padre Nuestro…"


Beato María-Eugenio del Niño Jesús (1894-1967) carmelita, fundador de Nuestra Señora de Vida Quiero ver a Dios, Primeras oraciones (Je veux voir Dieu, éd. du Carmel, 1949)


"Cuando recen, digan “Padre Nuestro…" 
            
    Debutantes con el alma ardiente y generosa, llenos de grandes deseos (…) en el seguimiento de Cristo: he aquí los apóstoles en el comienzo de la vida pública. Vieron a su Maestro sumergido largas horas en oración silenciosa, completamente absorbido por ella. Quisieran poder imitar su actitud, seguir al Maestro hasta esas profundidades apacibles y misteriosas.  

    Releamos la escena evangélica.  “Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a rezar, así como Juan enseñó a sus discípulos”. El les dijo entonces: “Cuando recen, digan: Padre, santificado sea tu Nombre,…” (Lc11,1-2). Preguntaban sobre la ciencia de la oración y Jesús les enseña una oración vocal. Pero ¡qué oración vocal! Sencilla y sublime que en fórmulas concisas precisa la actitud filial del cristiano delante de Dios, enumera los votos y preguntas que debe presentarle. El Padre Nuestro es la oración perfecta que la Iglesia pone sobre los labios en el instante más solemne del sacrificio. Es la oración de los pequeños que no saben nada más, la oración de los santos que recitan las  plegarias más plenas. (…)
            
    Frecuentemente, entonces, en las diversas etapas de la vida espiritual que  podamos estar, en los más diversos estados de fervor o sequedad, para aprender a rezar, humildemente, reposadamente, recitemos el Padre Nuestro. Es la oración que Jesús ha compuesto para nosotros.  Enseñándonos el Padre Nuestro, Jesús ha consagrado la excelencia de esta oración vocal.

sábado, 18 de mayo de 2024

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 19 de Mayo - "El Espíritu Santo realiza la plenitud de Cristo, la Iglesia"


Beato María-Eugenio del Niño Jesús (1894-1967) carmelita, fundador de Nuestra Señora de Vida Quiero ver a Dios, La unión transformante (Je veux voir Dieu, Carmel, 1949)


"El Espíritu Santo realiza la plenitud de Cristo, la Iglesia"

    La obra divina de santificación de la Iglesia y de las almas es atribuida al Espíritu Santo y es por excelencia una obra de amor, ya que el Espíritu Santo es el soplo de amor del Padre y del Hijo. (…)

    El Espíritu desciende sobre los discípulos el día de Pentecostés y toma posesión del alma. El día del bautismo, como en un templo, realiza esta obra de la encarnación de la vida divina. Sabemos el plan que le es fijado, ese designio eterno de Dios que efectúa la unidad de la acción del Espíritu Santo, en la Iglesia y las almas. “Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor. El nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido” (Ef 1,4-6).

    La acción del Espíritu Santo está orientada hacia la realización efectiva de la adopción divina en nosotros y hacia la expansión de Cristo Jesús en nuestras almas por difusión de su gracia. El Espíritu, en cada alma y en la Iglesia, construye la plenitud de Cristo, Cristo total que es la Iglesia. La gracia que expande en las almas es una gracia filial que nos asemeja estrechamente al Verbo, haciéndonos hijos de adopción como él mismo es hijo por naturaleza. “Ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios ¡Abba!, es decir ¡Padre!” (Rom 8,15). Esta gracia que proclama así su nombre, nos da la semejanza al Verbo cuando la hacemos nuestra por la contemplación, en la que actúa también el Espíritu Santo. (…)

    La vida divina en nosotros es la vida de Cristo. Procede de Él y nos une a Él para constituir con Él una realidad nueva, el Cristo total , compuesto por Cristo y sus miembros.

lunes, 13 de mayo de 2024

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 14 de Mayo - "La Sabiduría nos lleva en su designio de amor"


Beato María-Eugenio del Niño Jesús (1894-1967) carmelita, fundador de Nuestra Señora de Vida Quiero ver a Dios. La Sabiduría de amor (Je veux voir Dieu, Carmel, 1949)


"La Sabiduría nos lleva en su designio de amor"
             
    La Sabiduría es Sabiduría de amor. Está al servicio de Dios que es amor. El amor es el bien propagado desde uno mismo. Tiene necesidad de expandirse y encuentra su alegría en darse. La alegría es a la medida del don y de su calidad. La Sabiduría va a utilizar todos sus recursos para difundir el amor, porque está totalmente al servicio de Dios. No es entonces asombroso que la Sabiduría de amor encuentre su alegría junto a los hijos de los hombres, porque en su alma puede expandir al mejor sus dones creados, la gracia, que es participación a la naturaleza y la vida de Dios. (…)

    La Sabiduría de amor es esencialmente activa. El movimiento no le es un estado pasajero, es constante. Si el bien expandido en uno mismo, que es el amor, cesara un instante de difundirse, no sería amor. Si el amor se detiene, se transforma en egoísmo. (…) Del Padre y del Hijo procede continuamente el Santo Espíritu, porque Dios es eterno Amor. El amor  que nos es dado no puede detenerse en nuestras almas. Tiene necesidad de remontar hacia su manantial y quiere continuar su movimiento de difusión de sí mismo.

    Conquistándonos, la Sabiduría de amor nos hace entrar en la intimidad divina, nos porta hacia su fin en la realización de sus designios de amor. Nos transforma inmediatamente en canales de su gracia e instrumentos de sus obras. El amor es esencialmente dinámico y dinamógeno. (…) La Sabiduría de amor conquista las almas no tanto por ellas mismas, sino por su obra. El único fin es la Iglesia. Nos elige como miembros de su Iglesia, para que en ella tengamos un lugar y cumplamos una misión.

miércoles, 19 de julio de 2023

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 20 de Julio - "La humildad, perfume de Cristo"


Beato María-Eugenio del Niño Jesús (1894-1967) carmelita, fundador de Nuestra Señora de Vida La humildad (Je veux voir Dieu, Carmel, 1949), trad. sc©evangelizo.org


"La humildad, perfume de Cristo"

    La humildad es fruto de la luz de Dios en el alma. Sería inútil pretender adquirirla por propios esfuerzos. (…) Es necesario pedir la luz de la humildad. Es esencial también recibirla bien. (…)

    “Aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón” (Mt 11,29), proclama Jesús. La humildad y la paciencia son virtudes características, el perfume personal de su alma, el que deja al pasar e indica los lugares en los que reina. La humildad de Cristo Jesús, humildad ferviente por excelencia, procede de la luz del Verbo que habita corporalmente en él…Entre la naturaleza divina y la naturaleza humana de Cristo Jesús, unidas por la relación de la unión hipostática, subsiste la distancia hasta el Infinito…Este Infinito se junta con su humanidad y la sumerge en abismos de adoración y humildad dónde ningún hombre podría seguirla, ya que nadie ha contemplado tan cerca y profundamente al Infinito… Este Infinito es amor que se entrega, unción que se propaga, en la forma suave, apacible y beatificante de Cristo Jesús, enteramente paciente y humilde.

    Humildad y paciencia, fuerza y suavidad, el perfume de Cristo es también perfume de humildad ferviente, signo auténtico de contactos divinos y llamado discreto pero firme a nuevas visitas de la Misericordia de Dios.

miércoles, 24 de mayo de 2023

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 25 de Mayo - “Que sean uno como nosotros somos uno”

 

    Beato María-Eugenio del Niño Jesús (1894-1967) carmelita, fundador de Nuestra Señora de Vida El buen Jesús (Je veux voir Dieu, Carmel, 1949)


“Que sean uno como nosotros somos uno” 

    En su oración sacerdotal, antes de la Pasión, Cristo Jesús hace un pedido para sus apóstoles y los que creerán en su palabra: que sean uno con Él, como Él y su Padre son uno, para que puedan ver su gloria (cf. 17,21.24). Cristo Jesús lo pide como precio de su sacrificio. Esta unidad es la finalidad de la Encarnación y la Redención. Es vital para nuestras almas y la Iglesia. (…) La Iglesia es Cristo difundido o Cristo propagado en sus miembros. Ella lo prolonga sumándole humanidades en las que vierte las riquezas de su gracia y por las que continúa su misión sacerdotal aquí abajo. La gracia divina que nos viene de Cristo, nos encadena a Cristo y nos hace de Cristo. Así, nosotros somos a Cristo y Cristo es a Dios. (…)

    Tal es el plan de Dios que nos envuelve y los designios que quiere realizar en nosotros y por nosotros. Seremos de Cristo o no tendremos vida sobrenatural. Seremos hijos con el Verbo encarnado en el seno de la Trinidad santa o seremos excluidos del Reino de los cielos. Estas verdades no deben sólo proveer un alimento a nuestra contemplación. Ya que dirigen toda la obra divina de la Redención y de la organización de la Iglesia, deben presidir a la cooperación que nos es pedida para esta obra divina. Esas verdades tan altas están entre las más prácticas para la vida espiritual y el apostolado.

domingo, 16 de abril de 2023

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 17 de Abril - "Tienen que nacer de lo Alto"


     Beato María-Eugenio del Niño Jesús (1894-1967) carmelita, fundador de Nuestra Señora de Vida La conducta del alma (Je veux voir Dieu, Carmel, 1949)


"Tienen que nacer de lo Alto"

    La infancia espiritual hecha de pobreza celosamente conservada estaba al alcance de Nicodemo, hombre de renombre entre los judíos. Podía hacerla suya sin suprimir nada de lo exigido por su rango y el ejercicio de sus funciones, sin tomar actitudes o lenguaje infantiles… Debe hacerla suya porque para renacer bajo el soplo del Espíritu, es necesario ser pobre, confiado y dependiente en todo de Dios. O más bien, renacer no es otra cosa que devenir progresivamente un niño.

    Mientras que el engendramiento en el orden natural, realizado en el seno de la madre, se desarrolla en una generación progresiva hasta que el niño pueda vivir su independencia en perfección, el engendramiento espiritual se hace en un sentido inverso con una asimilación progresiva hacia la unidad. Separados de Dios por el pecado, somos iluminados por su luz, tomados cada vez más en las relaciones estrechas de su amor. Hasta que devenidos verdaderos niños, seamos inmersos en su seno, viviendo sólo de su vida y Espíritu.

    “Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios” (Rom 8,14) Son los que por la pobreza espiritual y el desapego de ellos mismos, perdieron sus obras propias y entraron en el seno de Dios en el que sus vidas y movimientos dependen en todo del Espíritu que los engendra. Tal es el sentido y el valor de la infancia espiritual. Perfectamente realizada, es ya la santidad.