San Gregorio Magno (c. 540-604) papa y doctor de la Iglesia Homilías sobre el Evangelio, n° 18
"Yo soy"
"Abraham, vuestro padre, exultó ante el pensamiento de ver mi día; lo vio, y se regocijó". Abraham vio el día del Señor cuando recibió en su casa a los tres ángeles que representan la Santísima Trinidad: tres huéspedes a los cuales se dirigió como a uno sólo (Gn 18,2-3)... Pero el espíritu de los que escuchan al Señor, no se eleva por encima de la carne y le dicen: "¿Todavía no tienes cincuenta años, y has visto a Abraham?" Entonces, despacio, nuestro Redentor desvía su mirada de su cuerpo de carne para ascenderlo a la contemplación de su divinidad, declarando: " En verdad, en verdad, os digo, antes de que Abraham hubiera existido, existo yo". "Antes" indica el pasado, y "existo" el presente. Porque su divinidad no tiene ni pasado ni futuro, sino que existe siempre, el Señor no dice "antes de Abraham, existía", sino "antes de Abraham, existo". Por eso Dios le dijo a Moisés: "Yo soy el que soy... Les dirás a los hijos de Israel: ' El que es, me ha enviado a vosotros" (Ex 3,14).
Abraham tuvo un antes y un después; vino a este mundo... y lo dejó, llevado por el transcurso de su vida. Pero incumbe a la Verdad existir siempre (Jn 14,6), porque para ella nada comienza y se acaba por un tiempo determinado. Pero estos descreídos, que no podían soportar estas palabras de eternidad, corren a recoger piedras para lapidar a aquel al que no podían comprender...
"Jesús se ocultó y salió del Templo". Es asombroso que el Señor hubiera escapado de sus perseguidores escondiéndose, cuando hubiera podido ejercer el poder de su divinidad... ¿Por qué, pues, se escondió? Porque habiéndose hecho hombre entre los hombres, nuestro Redentor nos dice ciertas cosas a través de su palabra y otras por su ejemplo. ¿Y qué nos dice con este ejemplo, si no que hay que evitar con humildad la cólera de los orgullosos, siempre que podamos y resistir?... Que nadie, pues, se rebele cuando reciba afrentas, que nadie devuelva insulto por insulto. Porque es más glorioso, a ejemplo de un Dios, evitar un insulto callándose, que aventajar replicando.
Abraham tuvo un antes y un después; vino a este mundo... y lo dejó, llevado por el transcurso de su vida. Pero incumbe a la Verdad existir siempre (Jn 14,6), porque para ella nada comienza y se acaba por un tiempo determinado. Pero estos descreídos, que no podían soportar estas palabras de eternidad, corren a recoger piedras para lapidar a aquel al que no podían comprender...
"Jesús se ocultó y salió del Templo". Es asombroso que el Señor hubiera escapado de sus perseguidores escondiéndose, cuando hubiera podido ejercer el poder de su divinidad... ¿Por qué, pues, se escondió? Porque habiéndose hecho hombre entre los hombres, nuestro Redentor nos dice ciertas cosas a través de su palabra y otras por su ejemplo. ¿Y qué nos dice con este ejemplo, si no que hay que evitar con humildad la cólera de los orgullosos, siempre que podamos y resistir?... Que nadie, pues, se rebele cuando reciba afrentas, que nadie devuelva insulto por insulto. Porque es más glorioso, a ejemplo de un Dios, evitar un insulto callándose, que aventajar replicando.
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