“Para el árbol hay una esperanza”
“Para el árbol hay una esperanza, si es cortado, aún puede reverdecer y no dejará de tener retoños” (Jb 14,7). (…) En la Escritura Santa, la madera puede simbolizar la cruz o el hombre, justo o injusto, o la sabiduría encarnada de Dios.
La madera designa la cruz cuando se dice “Pongamos madera en su pan”. Poner madera en el pan, es sujetar la madera de la cruz al cuerpo del Señor. El término “árbol” evoca también al hombre, cuando el Señor dice por la boca del Profeta: “Soy yo, el Señor, que humillé al árbol elevado y levanté al árbol humilde”. Esas palabras son conformes a las de la Verdad según el Evangelio: “Todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado” (Lc14,11). (…) El árbol es figura también de la sabiduría de Dios encarnado, de la que la Escritura dice “Es un árbol de vida para los que se aferran a ella” (Pr 3,18) y luego pregunta “Si así tratan a la leña verde, ¿qué será de la leña seca?” (Lc 23,31) (…)
“Para el árbol hay una esperanza, si es cortado, aún puede reverdecer y no dejará de tener retoños” (Jb 14,7). Cuando durante su pasión, el Justo es golpeado a muerte por la verdad, recubre la vida con el verde frescor de la vida eterna. El que en este mundo encontraba su fuerza en la fe, encuentra su fuerza en lo Alto en la visión beatífica. “Y no dejará de tener retoños”, ante la pasión del Justo, muchas veces aumentan los fieles, en un impulso de amor por la patria celeste. Ellos conocen el verde frescor de la vida espiritual y la alegría de haberla visto actuar en este mundo con gran fuerza, por la gloria de Dios.
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