«Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive»
Los ninivitas creyeron el mensaje de este judío, e hicieron penitencia. Para mí, la conversión de los Ninivitas constituye un hecho sorprendente. ¿Cómo podían creer? No encuentro otra respuesta que esta: al escuchar la predicación de Jonás, debieron de reconocer que, por lo menos, la parte verificable de su mensaje era, sencillamente, verdad: era grave la malicia de esta ciudad. Así es como comprendieron que la otra parte del mensaje era verdad también: la malicia destruye una ciudad. Pudieron comprender, pues, que la conversión era la única posibilidad de salvar la ciudad…
El desinterés personal del mensajero constituyó el segundo elemento de credibilidad de Jonás: había venido de lejos para prestar un servicio que le exponía a la burla y del cual él mismo no podía esperar ninguna ventaja personal. La tradición rabínica añade además otro elemento: Jonás quedó profundamente marcado por los tres días y tres noches que pasó en el corazón de la tierra, «en lo más profundo de los infiernos» (Jn 2,3). Las huellas de su experiencia de muerte permanecían visibles y daban autenticidad a sus palabras.
Llegados aquí es imposible no preguntarnos : Si viniera un nuevo Jonás, ¿creeríamos? Nuestras ciudades. ¿creerían? Todavía hoy, para las grandes ciudades, para las Nínives modernas, Dios busca mensajeros de la penitencia. ¿Tendremos la valentía, la fe profunda, la credibilidad necesaria para llegar a los corazones y abrir las puertas a la conversión?
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