jueves, 16 de abril de 2020

Instrucciones para el rezo de la Novena a la Virgen de Guadalupe – Año 2020 – Basílica Ntra. Sra. de Guadalupe – Santa Fe



Día primero

    En este primer día de la Novena pedimos por los pobres y las víctimas de la inseguridad. Igualmente pedimos a nuestra Madre de Guadalupe que interceda por todos los que estamos sufriendo las consecuencias de esta pandemia y nos ayude a superarla.

Oración a la Virgen de Guadalupe frente al Coronavirus.



A ti que nos amas con especial ternura,
velas por nosotros con maternal intercesión
y nos procuras siempre tu eficaz ayuda
suplicamos tu protección y auxilio
para superar pronto esta pandemia
que afecta a todo el mundo.
Cúbrenos con tu manto, líbranos de este mal.
Ruega por todas las autoridades y por quienes tienen poder de decisión
para que sepan establecer medidas y prioridades
para prevenir y ayudar a toda la población,
en particular a quienes son más vulnerables.
Concédenos prudencia y serenidad
para actuar con mucha responsabilidad
y así evitar ser contagiados o contagiar.
Socorre al personal de salud,
vela por la recuperación de los enfermos
y sé consuelo de quien se encuentra en duelo.
Madre del Verdadero Dios por quien se vive,
Tú que nos has rescatado de otras plagas,
encomiéndanos a la misericordia de Aquel que nos sanó con Sus llagas
y nos libró de la muerte con Su Resurrección.
Enséñanos a unir nuestro dolor al Suyo para hallarle sentido redentor 
y salir de esta adversidad fortalecidos en la fe, la esperanza y el amor. Amén.
Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros.


Acto Penitencial

+ Por no tener puesta nuestra prioridad en las necesidades de nuestros hermanos. Señor, ten piedad.

+ Por no valorar la vida y permitir que haya situaciones que excluyen a los que están solos, abandonados y postergados. Cristo, ten piedad.

+ Por no ser una comunidad atenta y servicial. Señor, ten piedad.

Rezamos el Santo Rosario o los misterios que podamos.

Texto de la Palabra de Dios:

Escuchamos un texto del Evangelio según san Lucas (Lc 1,26-33)


En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».

Palabra del Señor.

Reflexión

¿Qué habrá hecho aquella casi niña, hace más de dos mil años, para que, aunque los libros de historia no hablen de ella, el pueblo la recuerde con tanto amor y admiración y la llame “la bendita entre todas las mujeres”?

La respuesta es simple: ella, como creyente, estuvo atenta a la Palabra, escuchó a Dios y se animó a responderle con un “sí”, grande y generoso. Aceptó con sencillez. Dios la encontró preparada para escucharlo. Él, que habla en el silencio del corazón, encontró su predisposición, su entrega sencilla y honda. Y ese es el misterio de María: saber escuchar, saber callar para Dios. Y desde su ser, preguntarse qué podía significar aquel saludo… Esa “personita”, insignificante para el contexto de su época, por ser mujer y pobre, nos legó una enseñanza esencial, un camino de Fe: creer no implica aceptar todo a ciegas, no es dejar que otros piensen lo que es responsabilidad de uno discernir. Creer es abrir el alma a la escucha, es cultivar el silencio reflexivo.

En base a la lectura de la Palabra de Dios y a esta reflexión pensemos en un propósito personal.

Oración final a la Virgen de Guadalupe



Madre y Reina de Guadalupe,
que nos cuidas y nos acompañas,
que estás siempre entre nosotros,
enséñanos a vivir como tus hijos
imitando a Jesús.
Bendice todas nuestras buenas intenciones,
bendice nuestro trabajo de cada día.
Cuida a nuestras familias,
Ampara a nuestros niños y jóvenes,
Sana a nuestros enfermos
y fortalece a nuestros ancianos.
Llévanos de tu mano a Jesús.
Amén.

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