miércoles, 22 de abril de 2020

Instrucciones para el rezo de la Novena a la Virgen de Guadalupe – Basílica Ntra. Sra. de Guadalupe – Santa Fe



Día Séptimo 

    En este séptimo día de la Novena pedimos por los adultos mayores y los niños. Igualmente pedimos a nuestra Madre de Guadalupe que interceda por todos los que estamos sufriendo las consecuencias de esta pandemia y nos ayude a superarla.

Oración a la Virgen de Guadalupe frente al Coronavirus. 

A ti que nos amas con especial ternura,
velas por nosotros con maternal intercesión
y nos procuras siempre tu eficaz ayuda
suplicamos tu protección y auxilio
para superar pronto esta pandemia
que afecta a todo el mundo.
Cúbrenos con tu manto, líbranos de este mal.
Ruega por todas las autoridades y por quienes tienen poder de decisión
para que sepan establecer medidas y prioridades
para prevenir y ayudar a toda la población,
en particular a quienes son más vulnerables.
Concédenos prudencia y serenidad
para actuar con mucha responsabilidad
y así evitar ser contagiados o contagiar.
Socorre al personal de salud,
vela por la recuperación de los enfermos
y sé consuelo de quien se encuentra en duelo.
Madre del Verdadero Dios por quien se vive,
Tú que nos has rescatado de otras plagas,
encomiéndanos a la misericordia de Aquel que nos sanó con Sus llagas
y nos libró de la muerte con Su Resurrección.
Enséñanos a unir nuestro dolor al Suyo para hallarle sentido redentor 
y salir de esta adversidad fortalecidos en la fe, la esperanza y el amor. Amén.
Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros.

Acto Penitencial

+Por nuestro desamor con nuestros ancianos. Señor, ten piedad.

+ Por nuestra falta de tiempo y acompañamiento a los niños, sobre todo los más necesitados. Cristo, ten piedad.

+ Por nuestra falta de esperanza en las dificultades. Señor, ten piedad.

Rezamos el Santo Rosario o los misterios que podamos.

Texto de la Palabra de Dios:

Escuchamos un texto del Evangelio según san Juan (Jn 2,1-11)

Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga».

Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su o rigen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y les dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento».

Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

Palabra del Señor.

Reflexión

La atención es una condición indispensable para actuar. María en Caná se acerca a su Hijo pensando en la felicidad de esa pareja que se había quedado sin vino. Se va a arruinar la fiesta y las personas necesitan de la fiesta para ser felices. Es en esos instantes de felicidad cuando las personas parecen más semejantes a Dios. María estaba atenta y, por eso, descubrió las dificultades y preocupaciones de sus amigos. Sabía estar atenta a los problemas de los demás y asumirlos como propios. Aunque Jesús le advirtió que la hora de los milagros aún no había llegado, María insistió.

Todos pedimos el milagro, pequeño o grande. Es la actitud frecuente en los lugares de culto, en los santuarios: el milagro del trabajo buscado, la salud, el amor.

La Virgen descubrió el camino que Jesús enseñaría luego a los apóstoles: "Hagan todo lo que Él les diga". Este es el camino del verdadero milagro: el aporte del hombre para la acción de Dios. Es preciso el aporte humano para que Dios se manifieste.

Y María nos enseña esa dimensión humana: atención al que está al lado y confianza en Dios.

En base a la lectura de la Palabra de Dios y a esta reflexión pensemos en un propósito personal.

Oración final a la Virgen de Guadalupe. 

Madre y Reina de Guadalupe,
que nos cuidas y nos acompañas,
que estás siempre entre nosotros,
enséñanos a vivir como tus hijos
imitando a Jesús.
Bendice todas nuestras buenas intenciones,
bendice nuestro trabajo de cada día.
Cuida a nuestras familias,
Ampara a nuestros niños y jóvenes,
Sana a nuestros enfermos
y fortalece a nuestros ancianos.
Llévanos de tu mano a Jesús.
Amén.

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