viernes, 11 de octubre de 2019

SANTO ROSARIO

MISTERIOS DOLOROSOS
(Martes y Viernes)

    Los Misterios Dolorosos tienen como objetivo recordarnos los momentos más significativos de la Pasión y la Muerte de Jesús, por nuestra salvación. Nos acercamos a contemplar estos Misterios, con profunda humildad y gran devoción, por lo que ellos representan para cada uno de nosotros y para el mundo entero, incluyendo, sin duda, a quienes ni siquiera saben de ello.


TERCER MISTERIO DOLOROSO

JESÚS ES CORONADO DE ESPINAS

Del Evangelio según san Mateo: (27, 27-30)

    Los soldados romanos llevaron a Jesús al patio del palacio y reunieron a toda la tropa en torno a él. Le quitaron sus vestidos y le pusieron una capa de soldado de color rojo. Después le colocaron en la cabeza una corona que habían trenzado, con espinos; y en la mano derecha le pusieron una caña. Doblaban la rodilla ante Jesús, y se burlaban de él diciendo: "¡Viva el rey de los judíos!". Le escupían en la cara y con la caña le golpeaban en la cabeza.


Reflexión 

    La crueldad de los soldados se ensañó en contra de Jesús. A la condena a muerte añadieron las burlas y afrentas que su rudeza y su ignorancia les inspiró. Pero él permaneció en silencio, dejando que su crueldad se expresara con toda su crudeza. Ni una queja salió de sus labios. Había aceptado plenamente los acontecimientos que se estaban sucediendo, con infinito amor y absoluta paz; sabía muy bien por qué lo hacía y a quién servía con ello, y eso era lo realmente importante.

    Este Misterio del Rosario debe hacernos pensar en lo distinta que es nuestra conducta cuando somos ofendidos por alguien. Por ofensas infinitamente menores a esta que recibió Jesús de parte de sus verdugos, reaccionamos en contra de quien sentimos que nos ha hecho daño, con notable brusquedad y en no pocos casos con violencia de palabra y de obra, de tal manera que lo que comenzó siendo un simple malentendido, o una ofensa menor, se puede llegar a convertir en un problema de envergadura.


Intención

    Pidamos a Jesús doliente, en esta decena del Rosario, que nos haga "mansos y humildes de corazón", como él lo fue siempre; hombres y mujeres de paz y no de guerra; personas capaces de perdonar y de pedir perdón, en todas las circunstancias de nuestra vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario